Alemania lidia con el genocidio que cometió en África, más de un siglo después

WATERBERG, Namibia — En esta lejana esquina del sur de África, decenas de soldados alemanes yacen en un cementerio militar con sus nombres, fechas y detalles grabados en lápidas lustradas.

También hay una pequeña placa que fácilmente se pierde de vista en el muro del cementerio y rememora en alemán a los “guerreros” africanos que murieron en la batalla. Sin nombre, están entre las decenas de miles de africanos asesinados en lo que los historiadores han considerado —y lo que el gobierno alemán está a punto de reconocer— como el primer genocidio del siglo XX.

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Un siglo después de perder sus territorios coloniales, Alemania y su antigua colonia, Namibia, están inmersos en intensas negociaciones para finalizar uno de los capítulos más terribles del pasado europeo en África.

Durante el dominio alemán en Namibia, que entonces se llamaba África del Sudoeste, funcionarios coloniales que estudiaban la eugenesia desarrollaron ideas en torno a la pureza racial y sus tropas intentaron exterminar a dos grupos étnicos rebeldes, los herero y los nama, algunos de ellos en campos de concentración.

“Será descrito como un genocidio”, dijo Ruprecht Polenz, enviado especial de Alemania a los diálogos, al referirse a una declaración conjunta que los dos gobiernos están preparando. Las negociaciones, que comenzaron este año, también se enfocan en cómo Alemania compensará y se disculpará con Namibia.

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Esos eventos ocurridos de 1904 a 1908 presagiaron la ideología nazi y el Holocausto. Sin embargo, el genocidio en esta antigua colonia sigue siendo poco conocido en Alemania, en el resto de África y, hasta cierto punto, incluso en Namibia.

En ese país los monumentos y cementerios que conmemoran a los alemanes siguen superando en cantidad a los que honran a las víctimas del genocidio, un recordatorio de la perdurable falta de equilibrio en el poder.

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“Queremos eliminar ese cementerio para poner a nuestra gente ahí”, dijo Magic Urika, de 26 años, quien vive a casi una hora del cementerio en Waterberg. “Lo que hicieron fue algo terrible, asesinar a nuestra gente y decir que todos los herero debían exterminarse”.

Aunque las iniciativas alemanas para expiar los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial son bien conocidas, pasó un siglo antes de que comenzaran a tomar medidas para reconocer el genocidio ocurrido en Namibia, décadas antes del Holocausto.

Se cree que cerca del 80 por ciento de todos los herero, que llegaban a cien mil, han fallecido. Muchos perecieron después de la batalla de Waterberg en la que les dispararon, los colgaron de árboles o murieron en el desierto; los alemanes también clausuraron los pozos de agua y así evitaron el regreso de los sobrevivientes.

Incluso después del centenario del genocidio namibio en 2004, la voluntad de Alemania para reconocerlo oficialmente ha avanzado con tal lentitud —y, para los críticos, a regañadientes— que ha desatado acusaciones de racismo por la forma en que las víctimas en Europa y África han sido tratadas.

“La única diferencia es que los judíos son blancos y nosotros somos negros”, dijo Sam Kambazembi, de 51 años, un jefe herero cuyos bisabuelos huyeron durante el genocidio. “Los alemanes pensaron que podrían mantener oculto este asunto y que el mundo jamás lo sabría, pero ahora hemos hecho ruido”.

Sin embargo, Kambazembi y otros líderes también culpan a las políticas nacionales por la tardanza en el reconocimiento del genocidio.

Después de que Alemania perdió sus colonias africanas durante la Primera Guerra Mundial, Namibia fue controlada por el gobierno blanco de Sudáfrica hasta 1990, cuando se habló del tabú del genocidio.

Después de su independencia, el partido de liberación de Namibia —la Organización del Pueblo de África del Sudoeste, o SWAPO, por su sigla en inglés— tomó el mando y ha gobernado hasta el día de hoy. Pero está dominado por el grupo étnico principal del país, los ovambo, y los críticos argumentan que tienen poco interés por sacar a relucir el tema del genocidio contra los herero y los nama.

El gobierno también ha dependido mucho de la ayuda extranjera, en especial por parte de su contribuyente más grande que es Alemania.

Namibia fue la colonia africana más apreciada de Alemania, al atraer a miles de colonos que tomaron las tierras y el ganado de los residentes locales.
Eso provocó una feroz resistencia por parte de los herero, que tradicionalmente han sido pastores, y los nama. Para sofocarlos, Lothar von Trotha, un comandante militar que se había ganado una dura reputación en los territorios alemanes en Asia y el este de África, fue asignado a Namibia para encabezar la Schutztruppe, o tropa de protección.

En 1904, emitió la advertencia de que “le dispararían a cada herero, con o sin rifles, con o sin ganado”. Dijo que ya no tomaría mujeres ni niños, sino que “los llevaría de vuelta con su gente o les dispararían”.

En 1905, Trotha emitió una advertencia similar a los nama, diez mil de los cuales murieron como resultado. Las anécdotas sobre muertes en el desierto pasaron de boca en boca en las familias herero, generalmente, en torno a una fogata por la noche.

Marama Kavita, de 43 años, una activista herero en Okakarara, un pueblo ubicado a casi una hora de Waterberg, dijo que había escuchado historias de su abuela, quien de niña huyó a lo que ahora es Botsuana, durante el genocidio.

“Siempre que le preguntaba sobre eso, decía una palabra o dos y después comenzaba a llorar”, dijo. “Si veías a una anciana como ella llorando, te transmitía esa emoción, el odio”.

Algunos líderes nama y herero quieren negociar directamente con Alemania para obtener una compensación, lo cual podría ser un potencial obstáculo en las charlas. Dicen que el gobierno namibio repartirá el dinero que los alemanes entreguen entre grupos étnicos que no se vieron afectados o, peor aún, simplemente se lo quedará.

“No confiamos en que nuestro gobierno negocie en representación nuestra”, dijo Ester Muinjangue, presidenta de la Ovaherero Genocide Foundation.

El enviado especial de Namibia a las charlas del genocidio, Zed Ngavirue, dijo que funcionarios herero y nama ya estaban participando y seguirán haciéndolo cuando Namibia reciba una compensación por parte de los alemanes.

“El método y la distribución se hará con la participación de la comunidad”, dijo Ngavirue, quien es herero.

No obstante, ambos bandos deben ponerse de acuerdo sobre la cantidad de la compensación o cómo deberían llamarla. Namibia habla de una indemnización, pero Alemania rechaza ese término.

Según los alemanes, las indemnizaciones equivaldrían a reconocer la culpa bajo la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, y agregan que ese tratado no puede aplicarse de manera retroactiva a los genocidios pasados. Esa también es la razón por la que Alemania se rehúsa a negociar directamente con los herero y los nama, ya que las charlas se clasificarían como indemnizaciones, dijo Polenz, el enviado especial alemán.

Aunque en el pasado, el gobierno alemán le ha pagado directamente a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, darle una compensación a los descendientes de Namibia haría que Alemania y otros países enfrentaran un sinfín de nuevos reclamos, dijo Polenz.

“Quizá incluso Estados Unidos nos preguntaría qué deben hacer con los indios”, dijo. “La historia no puede reiniciarse. El tiempo no da marcha atrás, ni en la vida privada ni en la vida pública”.

En Alemania, el genocidio en Namibia se debatió un par de veces durante el año pasado en el Bundestag. Pero, de manera general, sigue siendo desconocido y no se menciona en las escuelas alemanas, como tampoco se discute en los salones de clase de Namibia.

“Aún hay amnesia colonial”, dijo Reinhart Koessler, un historiador alemán y experto en Namibia.

En un libro de visitantes del cementerio Waterberg, un hombre alemán de Oldenburg escribió en inglés: “Me duele que este cínico monumento no tenga información sobre el genocidio y solo haya un pequeño letrero de los herero asesinados”.