Amargo sabor

Con el sepelio de Uzziel Alejandro celebrado este jueves 4 de agosto, se cierra un capítulo en Tijuana que en realidad no debería cerrarse: la muerte de un niño inocente a manos de un padrastro, un caso más como otros que se han registrado, principalmente en las últimas fechas.

La ciudad entera se vio galvanizada por una muerte perpetrada sin razón aparente alguna, y solo el recelo que Rafael Flores Luviano, a quien hay que llamar Rafael N por motivos del Nuevo Sistema de Justicia Penal, sabe que telarañas mentales lo llevaron a quitarle la vida a un menor de 3 años de edad, hijo del primer matrimonio de su esposa.

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Los cuñados de la mujer, Daili Kareli Hipólito, refieren que Rafael N obdiaba al menor porque en él veía reflejado a la ex pareja de su esposa, la cual por cierto ya tenía otras niñas de relaciones anteriores.

Y aquí cabe destacar que de acuerdo a reportes dados a conocer a regañadientes, el Sistema Educativo estatal tenía conocimiento de maltratos a esas menores, propinados por la misma mujer. El DIF Tijuana refiere que no había denuncias y varios etcéteras contradictorios hasta por la propia Procuraduría de Justicia del estado que, en blanco y negro, arrojan un solo resultado: Kareli está libre y sobre ella no pesa acusación formal alguna.

No es motivo de sospecha de complicidad el hecho de que ella denunció que a su hijo lo plagió una mujer del swap meet de la 5 y 10 ni que supo de las golpizas que su nuevo esposo le propinaba al menor.

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Su responsabilidad se diluye y no hay autoridad que fije una postura clara en este caso, sobre su participación u omisión en estos hechos. Nos quedamos, sí, con un amargo sabor de que las nuevas reglas en materia de justicia, le dan mucha manga ancha a quien puede tener las manos bastante sucias.

Pero para infortunio de la mujer, no supo bloquear los comentarios a sus fotografías en la sección de privacidad de su perfil en Facebook y es ahí donde en realidad le han llovido maldiciones y reproches.

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Será difícil para ella encontrar un empleo o alguna actividad donde no sea estigmatizada y eso tampoco es sano.

Hace falta deslindar responsabilidades pero sobre todo, evitar que este tipo de casos sigan registrándose en nuestra ciudad, nuestro estado y nuestro país, donde los más vulnerables llevan siempre las de perder.