Amenaza tolerancia cero de Trump a los “polleros”

Tijuana, BC.- La cadena del tráfico de indocumentados o “polleros”  en Tijuana está compuesta  por una línea de producción que inicia cuando un individuo acecha en puntos claves en busca de personas que quieran cruzar ilegalmente hacia Estados Unidos pero que hoy, ante la política de Tolerancia Cero para la migración ilegal  fijada por la administración de  Donald Trump está en crisis a pesar de la incorporación de innovaciones tecnológicas que facilitan su labor, o de la expansión a mercados internacionales con el arribo de extranjeros ilegales procedentes de lejanos países.
Tradicionalmente, las bandas de “polleros” han estado integradas  por elementos como el “talón”, el “clavo”, el “pollo’, el “cobrón” y el encargado “de dar el brinco”.
Sin embargo,  los “polleros”  en Tijuana viven el peor de los desempleos,  y mucho de sus integrantes han optado por sumarse a la economía informal, y en algunos casos hasta a la actividad criminal.
Al tráfico de indocumentados también ha llegado la modernidad y ya no hay “guía” que arriesgue su vida o su libertad, muchas veces hijos o sobrinos de los grandes “polleros” que de esa forma se entrenaban para cuando esas rutas fueran suyas.
Hoy el “brinco”  se lleva a cabo con la ayuda de la tecnología: smartphones, GPS y Whatsapp sirven para que al menos uno de los indocumentados vaya recibiendo instrucciones paso a paso para sortear los caminos, rutas, veredas y escondites  desde las zonas montañosas hasta llegar a territorio estadounidense, un tipo de cruce por el cual deben pagar hasta 6 mil dólares.
En los últimos años el número de gente que llega se ha reducido a su mínima expresión y con esa reducción dramática en el número de migrantes, impactó en el mundo de los traficantes de indocumentados y muchos comenzaron a quedar desempleados”, explica Víctor  Clark, director del Centro Binacional de Derechos Humanos.
Algunas bandas de traficantes de indocumentados se enorgullecían de haber cruzado  hacia Estados Unidos, generaciones de  familias enteras procedentes de Michoacán, Jalisco y otros estados de la República, generaciones que hoy viven en el vecino país donde a su vez crecieron y tuvieron hijos, nietos y bisnietos.
En esta frontera, fueron célebres las bandas de los  “Peralta”, los  “Obispos”, los “Avispos”, apalabrados mensualmente por 30 mil dólares con la Policía Federal y otro tanto con la Policía Municipal, pero en la década de los 90 surgieron falsas bandas de “polleros” que salieron del crimen organizado y que en vez de cruzar a sus clientes, los asaltaban, violaban y mataban.
Todo inicia con el “talón”,  hombres y mujeres entrenados en detectar a los recién llegados, desconcertados muchos de ellos, a quienes ofrecen sus servicios: 5  o 6 mil  dólares por cruzar hacia Estados Unidos en forma ilegal, o hasta 12 mil para entrar por la puerta grande: por alguna de las garitas, utilizando documentos falsos, robados o rentados.
Javier Aguilar, pollero de la Zona Norte desde hace más de tres décadas, explica que el “clavo”es el escondite donde los “pollos”son mantenidos durante dos, tres o más días hasta que “se junta el viaje”-la cantidad de indocumentados que serán cruzados en una camioneta panel o minivan-, o hasta que se consiguen documentos que semejen al cliente.
Por lo general, son casas en estado de semiabandono, ubicadas en colonias como la Libertad, cercana a la garita de San Ysidro, o en la Zona Norte, tierra de “polleros” apalabrados con la Policía Municipal,  aunque en algunos casos, son casas bien asentadas que no llaman la atención de las autoridades, donde son confinados los clientes VIP, aquellos que pagarán su servicio con el dinero enviado por sus familiares en Estados Unidos.
Ahí, los “pollos”son resguardados, sin permiso para salir a las calles, y aunque se les proporcione agua y alimentos, son vigilados de cerca por sus custodios pues para cuando llegaron al “clavo”, ya hubo quien pagó por ellos en esta cadena de tráfico de indocumentados.
En tanto el “cobrón” hace gestiones con los familiares del indocumentado para conseguir el pago por el servicio, si es que el cliente no cuenta con el monto requerido para cubrirlo de un solo golpe y es quien se encarga de recibir el pago a través de cuentas de Wstern Union.
Cuando el “pollo” es menor de edad, un “pollito”, hay forma de internarlo en Estados Unidos gracias a las mujeres conocidas como “welferas”, las cuales viven de la ayuda social en Estados Unidos (Welfare), y que “vienen a Tijuana con tres de sus cuatro hijos y como solo cruzan con actas de nacimiento de los menores, hacen pasar al pequeño indocumentado como uno más de sus hijos”, explica Clark Alfaro.
Finalmente y tras una espera de dos o tres días, el “pollo”cruza hacia Estados Unidos, a bordo de algún vehículo que se interna por una ruta preestablecida por la que ninguna autoridad mexicana o extranjera lo intercepte, o con “papeles chuecos”, entre los que destacan visas robadas -lo cual requeriría un cruce inmediato antes de que sean reportadas, rentadas por los duenos originales que de esta forma buscan obtener un ingreso extra.

Cuando  los polleros utilizan visas robadas  -que deben ser usadas de inmediato cuando “aún están calientes”-,  y hasta rentadas,  o documentos falsos para cruzar por la puerta grande, la garita de San Ysidro, Otay o el Chaparral, caso en los que la tarifa asciende a 12 o 13 mil dólares.

Pero si la tarea de los polleros o coyotes está en crisis a  nivel  nacional,  también alcanza proyecciones de largo alcance ya que han sido redes de traficantes a nivel internacional, las que han traído miles de haitianos, chinos, africanos, árabes, brasileños, ciudadanos procedentes de Eritrea,  El Congo, de rusos y centroamericanos, a los cuales solo traen hasta Tijuana para que una vez en esta ciudad,  pidan asilo político ante Estados Unidos.

 

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Este tráfico de indocumentados a escala internacional, no se comprende sin la estrecha colaboración de funcionarios incrustados en de altos niveles, y de diversos países. Es el caso de un “pollero” a quien solo se conoce como “El Guatemala”, apalabrado con altos mandos de la Policía Federal para poder operar en el aeropuerto de Tijuana a escala internacional. Su identidad es desconocida para muchos y solo se le conoce con el alias de su país de origen.

 

Con información de Juan Arturo Salinas