Andrew McCabe, el director interino del FBI, renunció el lunes en un movimiento ampliamente anticipado que, sin embargo, refleja un nuevo deterioro en las relaciones entre la Casa Blanca y las autoridades que investigan las relaciones de Donald Trump con Rusia.
La medida se produjo después de meses de ataques contra McCabe por parte del presidente, quien dio a entender que éste había sido comprometido por una donación política hecha en 2015 a la esposa de McCabe.
Sarah Sanders, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, trató de distanciar a la administración de la partida de McCabe.
“Hemos visto los numerosos informes, como todos ustedes”, dijo. “Puedo decirles que esta decisión no fue tomada por nadie en la Casa Blanca”.
Sanders agregó: “No tenemos ningún comentario específico y lo referiría al FBI para obtener detalles sobre las cosas que suceden hoy”.
Ella insistió en que Trump “respalda sus comentarios anteriores” sobre McCabe, pero no fue parte del proceso de toma de decisiones. El presidente tiene “plena confianza” en el director del FBI Christopher Wray, agregó, “y ha puesto la decisión en el FBI en sus manos”.
El plan de McCabe para retirarse en marzo fue ampliamente conocido. Su decisión de hacerse a un lado, sin embargo, se produjo en medio de una escalada del presidente en ataques contra el FBI, ya que una investigación del abogado especial Robert Mueller parece acercarse a la Casa Blanca.
Mueller, quien es un ex director del FBI, está investigando si Trump o sus asociados se confabularon con Rusia antes de las elecciones de 2016, o buscaron posteriormente obstruir las investigaciones relacionadas con Rusia. Trump ha negado todas las fechorías.
McCabe se convirtió en director interino del FBI en mayo de 2017, luego de que Trump despidiera al director James Comey, quien solo contaba con cuatro años de un período nominal de 10 años. McCabe pronto se encontró bajo el ataque de Trump, quien tuiteó en julio que McCabe debería haber sido despedido porque su esposa, Jill, recibió dinero para una carrera del Senado estatal “de Hillary Clinton y sus representantes”.
Con información de The Guardian
