Ann-Margret Conserva el Estilo

“Nadie está muerto mientras no se muera,” sentencia agudamente Ann-Margret. “Digamos que llega una a determinada edad. No es el número, son las vibras que tiene. Una puede seguir buscando lo que quiere a cualquier edad.

“Te enteras de su existencia, lo buscas, lo obtienes,” afirma. “Sigues teniendo una vida maravillosa por vivir.”

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Quien fuera “la gatita del látigo” está hablando por teléfono desde un hotel de Nueva York. Aunque tiene 75 años, sigue teniendo ese conocido ronroneo de principios de los años sesenta, cuando encendía la pantalla de plata al lado de estrellas de la talla de Bobby Rydell, Bobby Darin y, por supuesto, el mismísimo Elvis Presley.

La chica de Suecia, que tenía solo cuatro años cuando decidió que sería una estrella, ha hecho de todo, desde drama serio hasta comedias y musicales, hasta un concierto en 1972 en el que sufrió una caída de más de siete metros y por poco muere. Su leyenda también consiste en rumores de un romance con Presley y en haber sido inmortalizada en “Los Picapiedra” como “Ann-Margrock.”

¿Quién es Ann-Margret ahora?

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“Soy alguien que sigue teniendo la esperanza de trabajar duro,” responde. “Soy alguien que piensa que jamás será fácil.”

Baja la voz a un tono casi de susurro.

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“Yo soy una persona emotiva,” confiesa. “Tengo que sentir las cosas, desde la punta de los pies hasta la cabeza.”

Su trabajo más reciente es la comedia cinematográfica “Going in Style,” que se estrenará en todo Estados Unidos el 6 de abril. Esta es la versión del director Zach Braff de una película de 1979 protagonizada por George Burns, Art Carney y Lee Strasberg.

Esta vez, la película gira en torno de Alan Arkin, Michael Caine y Morgan Freeman, tres adultos mayores, amigos de toda la vida y ex compañeros de trabajo que apenas llegan al fin de la quincena. Cuando su fondo de pensión se declara en quiebra, deciden recuperar lo que es suyo robando el banco que ellos creen que los despojó de su dinero.

¿Y Ann-Margret? Ella interpreta a Annie, sensual empleado de una tienda de abarrotes que tiene la mirada puesta en una cita—y quizá algo más—con el viudo Albert (Arkin).

“Me dio mucho gusto cuando me dieron el libreto,” recuerda, “pues tiene mucho corazón, pero también tiene momentos conmovedores.

“Mi personaje no estaba en la película original,” continúa, “pero lo agregaron en esta para mostrar que hasta un viejo cascarrabias necesita amor. Alan Arkin interpreta a un hombre que no le habla a mi personaje, Annie. De hecho, al principio hasta se niega a sonreírle. Pero hay algo en él que suscita cierta vibración en ella, así que ella va por él.”

¿Cómo se interpretan escenas de alcoba cuando se tienen 84 y 75 años, respectivamente?

Ann-Margret grita jubilosa.

“Así fue como las hicimos,” responde, calmándose. “Nos la pasamos riendo y riendo, al grado de que en la cama, con las cámaras rodando, tuve que contenerme para dejar de reír. Por surte, hace años hice una película con Alan así que somos amigos y eso se sintió muy cómodo.”

Esa película fue “The Santa Clause 3: The Escape Clause” (2006), en la que ellos interpretaron a Bud y Sylvia Newman.

“¿Sabe usted? Cuando yo lo conocí, le dije a su esposa, Suzanne, que él era un hombre muy poco común,” recuerda Ann-Margret riendo. “Luego le dije a Alan: ‘Eres raro. Te ves raro, actúas raro, caminas raro.’ Su esposa me dijo: ‘Él es raro a su manera.’

“La verdad es que él es definitivamente adorable.”

En cuanto a Ann-Margret, a sus 75 años sigue siendo una belleza.

“Mucha gente me pregunta cuál es mi secreto de belleza. El secreto es ser una mujer feliz. Yo soy una persona feliz,” revela la actriz. “Sí, hago ejercicio tres veces por semana, lo que me ayuda a mantener la sangre en movimiento.

“A esta edad es muy importante no quedarnos sentados todo el día mirando la televisión,” continúa Ann-Margret. “Necesitamos movernos, salir de la casa y relacionarnos con gente de todas las edades.”

Nacida en el pueblo agrícola de Valsjobyn, Suecia, Ann-Margret no puede recordar ningún momento en su vida en que no estuviera convencida de que estaba destinada al estrellato. Su madre era cantante y actriz aficionada que trabajaba de recepcionista en una agencia funeraria. Su padre era electricista y le encantaba bailar, talento que le enseñó a su hija.

“Yo soy esa niñita que quería hacer sonreír a los demás y sentir algún tipo de emoción,” afirma. “Eso siempre estuvo adentro de mí, luchando por salir.”

La familia se fue a vivir a Estados Unidos en 1946 y se estableció en los elegantes suburbios North Shore de Chicago, donde la niña de seis años de edad empezó a tomar clases de baile, para las cuales su madre le cosía los trajes. Fue porrista en su adolescencia y actuó en obras escolares en la preparatoria New Trier. Después estudió actuación en la Universidad Northwestern.

Sin embargo, abandonó los estudios para irse a vivir a Los Ángeles y tratar de abrirse camino como cantante. En un centro nocturno, despertó el interés del comediante George Burns, que la contrató para su espectáculo anual de fin de año.

“Burns me preguntó: ‘Señora, ¿quiere venir a Las Vegas conmigo?,’” relata Ann-Margret, imitando la rasposa voz del legendario comediante. “Hice diez noches en las Vegas y el señor Burns me dijo que había estado muy bien. Así nació mi carrera.”

En 1961 fue contratada por R.C.A. Victor, que en un principio la presentó como “la Elvis femenina,” y tuvo un éxito modesto con “I Just Don’t Understand.”

Pero ese mismo año hizo una prueba de cámara para Twentieth Century Fox. El estudio le dio un contrato por siete años … y después le echó un vistazo más detallado.

“A los ejecutivos no les gustó mi pelo castaño natural,” recuerda Ann-Margret.

Un peinador le dio un nuevo aspecto, usando el mismo tono de rojo que usaba Lucille Ball. Ese fue el aspecto que tenía cuando debutó en la pantalla grande con “Pocketful of Miracles” (1961) de Frank Capra y estelarizada por Bette Davis. Ann-Margret interpretó a la hija del personaje de Davis, una vendedora de manzanas que vivía en la miseria.

“Lo único que yo quería era no ponerme en vergüenza,” revela.

Davis tenía una bien ganada fama de ser una diva muy exigente, pero Ann-Margret recuerda que la apoyó totalmente como recién llegada a Hollywood.

“Ella me cuidó mucho,” indica la actriz. “Un día, yo tenía las manos congeladas y estaba temblando. La escena era con un primer plano mío. Ella llegó al foro de Capra y grito ‘¡Alto!’ Llegó conmigo y me dijo: ‘Ann-Margret, este es tu primer plano y yo quiero que te veas lo mejor posible.’ Después llamó a la maquillista y la peinadora.”

Después, Ann-Margret interpretó a una chica mala al lado de Darin y Pat Boone en “State Fair” (1962). Y fue su actuación en “Bye Bye Birdie” (1963) la que la convirtió en estrella. Luego vino una serie de películas como “Viva Las Vegas” (1964), “The Cincinnati Kid” (1965), “Carnal Knowledge” (1971) de Mike Nichols, “Tommy” (1975), “Grumpy Old Men” (1993) “Any Given Sunday” (1999) de Oliver Stone.

Ann-Margret conoció a Elvis Presley en un foro de grabación de Metro-Goldwyn-Mayer, donde grabaron juntos tres canciones para “Viva Las Vegas.” Se hicieron buenos amigos—aunque los rumores decían que había algo más—y él le enviaba arreglos florales en forma de guitarra cuando ella estrenaba un show en Las Vegas.

Presley murió en 1977 y Ann-Margret nunca ha hablado de su relación.

“Él confiaba en mí y yo confiaba en él,” dice simplemente. “Yo jamás traicionaría esa confianza, ni siquiera ahora. Prefiero valorar su recuerdo en privado.”

En 1972, durante una presentación en Lake Tahoe, Nevada, Ann-Margret cayó de una plataforma de más de siete metros hacia el escenario, rompiéndose el brazo izquierdo, el pómulo izquierdo y la mandíbula.

“Lo único que recuerdo es que se me cayó la palanca de seguridad que traía en la mano,” señala, “y después me vi en el suelo.”

Su esposo y agente, Roger Smith, insistió en llevarla en helicóptero al Centro Médico de la U.C.L.A., donde los cirujanos trabajaron desde el interior de la boca para reducir los daños en la cara. Durante una penosa recuperación de diez semanas trajo la mandíbula cerrada con alambre.

“Él siempre estuvo a mi lado, protegiéndome siempre,” asegura.

Su larga batalla por recuperarse le dio tiempo para ver las cosas en perspectiva.

“Cuando estaba mejorando, no dejaba de pensar en esa niñita que solo quería estar en ese escenario … lo que ella estaba destinada a hacer en este mundo,” señala la actriz. “Así pues, cuando tuve mi gran accidente y caí de bruces desde siete metros, supe que había una razón de que me hubiera salvado. Mi Buen Dios quería que yo siguiera actuando.”

Ella ha estado casada con Smith, ex actor más conocido como Jeff Spencer en “77 Sunset Strip” (1958-1963) desde 1967.

“En la tercera cita supe que este era el bueno,” recuerda Ann-Margret. “Simplemente lo sentí. Él me hacía reír.”

En 1980, a Smith le diagnosticaron miastenia grave, un padecimiento neuromuscular que se ha agravado en los últimos años.

“Mi esposo ha estado enfermo últimamente,” dice la actriz. “Si llegamos al 8 de mayo, vamos a haber estado casados durante 50 años en el papel y 53 años extraoficialmente. ¿Y sabe qué? Me cae bien el tipo. Ahora lo estoy cuidando, procurando que se sienta mejor.”

Es por eso que, por el momento, ella no está enfocada en el siguiente paso de su carrera.

“La verdad no pienso en el futuro,” revela Ann-Margret. “Estoy feliz con lo que tengo ahora en mi vida—estoy muy feliz.

“De lo que más me enorgullezco es de haber estado con Roger todos estos años,” concluye. “Todavía nos reímos. Todavía nos caemos bien. Esa es la verdadera alegría.”

CINDY PEARLMAN
© 2017 Cindy Pearlman