Un año más tarde, progreso sobre condiciones nucleares de trato con Irán, pero poco fuera de eso

© 2016 New York Times News Service

WASHINGTON – Un año después del trato nuclear del Presidente Barack Obama con Irán, las peores predicciones de lo que ocurriría después no han llegado a suceder.

Los iraníes, desafiando las expectativas de los detractores más vociferantes del acuerdo, renunciaron a 98 por ciento de su material nuclear. Desmantelaron miles de centrifugadoras y llenaron de cemento el núcleo de un importante reactor de plutonio. Hay inspectores recorriendo sus instalaciones.

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Para finales de febrero, incluso el máximo oficial militar de Israel dijo que estaba impresionado. “El acuerdo efectivamente ha removido el peligro más serio para la existencia de Israel en el futuro previsible”, dijo el Teniente General Gadi Eisenkot, el jefe del estado mayor de las Fuerzas Defensivas de Israel, ante una conferencia en Tel Aviv, “y redujo enormemente la amenaza a más largo plazo”.

Pero, si las celebraciones dentro de la Casa Blanca esta semana parecieron tenues, en parte se debe a que muy poco ha mejorado de la relación entre Washington y Teherán fuera de los estrictos parámetros del acuerdo de 130 páginas. Teherán sigue enviando sus fuerzas a que apoyen al Presidente Bashar Assad de Siria y para que ganen influencia en Irak, y ahora ha empezado a rendirles homenaje de héroes a sus soldados caídos allá.

Aprovechando una resolución de Naciones Unidas con nueva redacción que meramente “hace un llamado” a Irán para que limite sus pruebas de misiles, ha mantenido un paso constante de ensayos, con armamento de capacidad cada vez mayor. Estados Unidos ha protestado, pero ha reconocido que Rusia y China nunca permitirían la imposición de sanciones.

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El acuerdo, por supuesto, cubría solamente la actividad nuclear de Irán: el problema más urgente. El objetivo era garantizar que a Irán le tomara más de un año reunir los elementos necesarios para un bomba, en vez de los pocos meses que dependencias de inteligencia estadounidense creían que le habría tomado hace un año.

Hoy día, pocos ponen en duda que a Teherán le tomaría cuando menos ese tiempo… y probablemente mucho más. Debido a esto, han cesado las amenazas de Israel en el sentido que pudiera necesitarse un ataque en contra de instalaciones de Irán, incluso del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, quien ha guardado silencio en su mayoría con respecto al acuerdo después de ominosas advertencias que él ofreció en un intento por hundirlo.

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Sin embargo, un año más tarde, el relajamiento de sanciones económicas en contra de Irán ha procedido mucho más lentamente de lo que preveían la mayoría de los iraníes, llevando a un marcado descenso en el respaldo popular del trato y el gobierno del Presidente Hassan Rouhani, que arriesgó su futuro político con la negociación.

Y eso, a su vez, amenaza la mayor apuesta del trato: que la cargada relación de Washington con Irán empezaría a dar un giro, como lo ha hecho con Cuba y Myanmar. Los principales subalternos de Obama dicen que aún es muy pronto para eso; el momento llegará, argumentan, solo tras la muerte del líder supremo, Ayatolá Ali Jamenei. Incluso en ese momento no hay garantía de que integrantes de la línea dura no prevalezcan en la lucha por influencia dentro de Irán.

“Es complicado”, dijo el Secretario de Estado John Kerry, quien arriesgó buena parte de su reputación en el acuerdo, reconoció durante el transcurso de dos conversaciones recientes, una en Varsovia durante una reunión cumbre de la OTAN, y una discusión de seguimiento en Washington. “Sin este acuerdo, no habría oportunidad de hablar o tener esta conversación” con Irán, dijo Kerry. “Estaríamos hablando sobre, ‘De acuerdo, ¿qué es lo siguiente en la ruta del enfrentamiento?'”

Kerry citó la participación de Irán en el esfuerzo por generar un cese al fuego en Siria – mismo que detractores consideran como un cínico esfuerzo por extender el mandato de Assad – y la rapidez con que Irán liberó a marineros estadounidenses después de que los hubiera detenido en el golfo Pérsico en enero, como algunos de los resultados positivos de la relación.

Sin embargo, él también reconoció que las fuerzas en Irán que “para empezar, no querían el acuerdo”, estaban haciendo todo lo que podían por atizar terrorismo y seguir presionando con respecto a otras formas de desafiar a Estados Unidos y Arabia Saudí, los cuales son denunciados con regularidad en Irán. Ensayos con misiles, ciberataques y apoyo del grupo de milicianos Hizbulá no están cubiertos en el acuerdo nuclear.

Pocos temas de seguridad nacional dividieron a Washington como el trato nuclear, alcanzado hace un año hoy, jueves, en Viena. Se opuso cada republicano en el Congreso de EU que votó sobre el acuerdo.

Un año más tarde, la batalla continúa. La cámara de representantes aprobó hace poco, de manera contundente, una enmienda para obstruir un trato por 17,600 millones de dólares para que Boeing venda aeronaves a Irán Air. Sería la mayor transacción entre Estados Unidos e Irán desde la crisis de rehenes hace 37 años.

Sin consideración a cuán compleja sea la política del acuerdo en Estados Unidos, es más divisiva en Teherán. El canciller iraní que negoció el acuerdo con Kerry, Mohammad Javad Zarif, con frecuencia habla por teléfono con él – hablaron este martes – quejándose de que la aplicación de alivio de las sanciones está ocurriendo con demasiada lentitud en su totalidad.

Si bien republicanos en el Congreso a menudo se refieren a una dádiva de 150,000 millones de dólares” a los iraníes – estimado excesivamente alto de lo que la Tesorería dice que son 50,000 millones de dólares en activos pertenecientes a Irán, programados para ser descongelados a cambios de las concesiones nucleares la realidad es muy diferente. (El Departamento de Estado y la Tesorería no dicen mucho, al parecer para evitar inflamar más la opinión popular en Irán.)

Una reciente encuesta de poco más de 1,000 iraníes, pequeña muestra, mostró que 72 por ciento tiene actualmente poca confianza en que Estados Unidos cumpla su parte del trato. Todo parece indicar que eso refleja evidencia anecdótica en los mercados de Teherán en el sentido que el acuerdo ha sido una decepción, porque los inversionistas no han regresado en tropel al país y los bancos se han mostrado reacios a reanudar actividades normalmente.

El anticuado sistema bancario de Irán y su politizado sistema de justicia también han dificultado el regreso de empresas.

Así que actualmente sigue existiendo el riesgo de que el trato pudiera quedar de cabeza; ya sea por republicanos si Donald J. Trump es elegido, o por iraníes que alega que Estados Unidos está rehuyendo compromisos y usa eso para socavar a Zarif y Rouhani.

Hay otros riesgos. Si bien Irán no ha probado seriamente los límites del acuerdo, hizo un esfuerzo, varios meses atrás, por comprarle fibra de carbono a Alemania, producto de alta tecnología que se usa en la producción de rotores avanzados para máquinas centrifugadoras que purifican uranio. El trato fue detenido rápidamente.

Para Obama, quizá el beneficio más inmediato del trato es lo que no está ocurriendo en Oriente Medio: una carrera por armas nucleares. Un reciente estudio para la Brookings Institution por parte de dos ex expertos en proliferación por la Administración, Robert Einhorn y Richard Nephew, concluyeron que uno de los grandes beneficios del trato es que ha aplastado rumores de una carrera armamentista en Oriente Medio.

Así que, para Obama y Kerry, el trato de Irán un año más tarde se ve exitoso en buena medida, cuando menos bajo las estrictas mediciones del trato en sí. Sea que tenga éxito o no en su tarea mayor, cambiar fundamentalmente la relación con Teherán, está fuera de control en su mayoría.

El acuerdo en sí, argumenta Kerry, logró su principal objetivo: impedir una guerra desatada por los progresos nucleares de Irán. Agregó: “Qué hay más allá de eso, lo desconozco”.

David E. Sanger
© The New York Times 2016