Años antes. El atacante de Niza ya no vivía en el mundo real

Adam Nossiter informó desd Msaken y Alissa J. Rubin y Lilia Blaise en Niza, Francia. Con la colaboración en la investigación de Jaber Belkhiria desde Msaken.

MSAKEN, Túnez _ Sus propios padres le tenían tanto miedo a su violencia que lo corrieron cuando tenía 16 años. Desesperados, para cuando tenía 19, lo llevaron a fuerza con un psiquiatra, quien le recetó un antipsicótico, un tranquilizante y un antidepresivo.

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“Había principios de psicosis”, recordó el doctor Hamuda Chemcedine, en una entrevista en la ciudad tunecina de Susa, revisando sus notas de esa sesión de agosto del 2004. “No era alguien que viviera en el mundo real”.

En Francia, hasta creó una página en Facebook con su alter ego, puso como profesión “profesor de salsa” y publicó una caricatura de Nicolás Sarkozy, el expresidente francés, vestido de mujer.

Ese hombre _ Mohamed Lahouaiej Bouhlel, un repartidor de 31 años _ dirigió sus tendencias violentas contra una multitud que veía fuegos artificiales en la Riviera francesa el 14 de julio, atropellando a cientos de personas y matando a 84 con un camión de carga rentado, durante las celebraciones del Día de la Bastilla en Niza.

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Desde entonces, toda Francia ha batallado para explicarse el acto más homicida hasta ahora que haya cometido un solo individuo desde que comenzó la ola de terror en el país. ¿El desmán de Lahouaiej Bouhlel fue un acto de terrorismo o el mero estallido de un loco? ¿O ambas cosas?

El Estado Islámico rápidamente lo proclamó “soldado”. No obstante, la vida de Lahouaiej Bouhlel _ unida a partir de diversas entrevistas en Francia y Túnez, donde nació y creció _ muestra pocos signos de una verdadera radicalización y desde luego que ningún fanatismo islámico.

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Más bien, se muestran bastantes signos de que estaba al borde de la psicosis y una propensión explosiva a la violencia en un hombre al que diversas personas describieron como bebedor, que golpeaba a su esposa, ingería drogas y era un mujeriego crónico.

“Bailaba, fumaba, comía puerco. Parecía que ni siquiera fuera musulmán”, dijo Yaber, de 19 años, el hermano de Lahouaiej Bouhlel, en una entrevista afuera de la casa de la familia aquí, en Msaken, Túnez. “Ni siquiera rezaba”.

Más bien, parece ser que la vida de Lahouaiej Bouhlel muestra las formas en las que los inestables y agraviados se han agarrado de la propaganda del Estado Islámico para darle forma a sus fijaciones violentas y encontrar el permiso para llevarlas a cabo.

A su vez, el Estado Islámico se aferra a ellos y declara que son soldados suyos hasta los individuos que vínculos tenues a la organización, pero que tienen largas historias de problemas personales y psicológicos, y están lejos de ser modelos de rectitud islámica.

Sigue sin saberse qué llevó a Lahouaiej Bouhlel a su desmán homicida. Sin embargo, ello ha provocado que las autoridades francesas, al igual que las de otras partes, batallen para definir la intersección del terrorismo político con la psicosis personal.

En una edad mediática saturada de violencia, esa intersección ha creado un nuevo tipo de asesino, como Lahouaiej Bouhylel u Omar Mateen, quien mató a 49 personas el mes pasado en un centro nocturno gay en Orlando, Florida. Sus vidas interiores aquejadas de problemas y oscuras, los llevaron a una hiperviolencia difícil de anticipar o prevenir. El viernes, en Múnich, un joven a quien habían acosado en la escuela y tenía una fascinación por la violencia masiva, les disparó y mató a nueve personas antes de suicidarse, un ataque que no parece haber tenido ningún vínculo terrorista.

François Molins, el fiscal de París, dijo que Lahouaiej Bouhlel había preparado su masacre durante varios meses con la ayuda de al menos cinco cómplices, a quienes se aprehendió.

Uno era tunecino, dos tenían las dos nacionalidades, francesa y tunecina, y dos eran de Albania. A todos se los acusó, entre otras cosas, de conspiración terrorista, de haber acicateado a Lahouaiej Bouhlel, haberlo ayudado a conseguir un arma y a rentar el camión que utilizó.

Sin embargo, ninguno, incluido Lahouaiej Bouhlel, parecen haber estado vinculados con el Estado Islámico en forma significativa, dijo Molins, a pesar de que parecía que habían seguido sus exhortos a matar al enemigo, incluido “atropellarlo con su coche”.

El estallido violento de Lahouaiej Bouhlel no fue tan sorpresivo para la gente de su antiguo barrio en Msaken, un suburbio de Susa, lleno de movimiento, con un club de tenis y una pintoresca mezquita. Lo criaron allí como uno de tres hijos y seis hijas, cuyo padre fue un campesino muy trabajador y bastante próspero, así como dueño de propiedades.

En cambio, sus vecinos se avergonzaron y muchos se resistían a que lo enterraran aquí, dijo un funcionario local. Ninguno mencionó que tuviera la menor fidelidad al islam extremista.

Sin embargo, sí muchas historia de abusos que él cometió, de gente que evitaba cruzarse en el camino de un joven fornido que no iba a clases, hacía ejercicio en forma obsesiva, se llenaba de proteínas y montaba en cólera en un santiamén.

“Me golpeaba cuando era niño”, dijo un primo, Zied Bouhlel, un joven larguirucho, que hizo una mueca de dolor ante el recuerdo. “Lo hacía jugando, pero terminaba lastimándome. Cada vez que me veía, como broma”.

Muchos recordaron un incidente en el que Lahouaiej Bouhlel, que iba manejando un coche rentado pasó por los baños locales y otro vehículo lo golpeó en la parte trasera. Ambos choferes se bajaron y Lahouaiej Bouhlel procedió a propinarle una paliza que lo dejó viendo estrellitas.

“Eso era totalmente normal para él”, dijo Hamila Hasen,quien presenció la confrontación.

Lahouaiej Bouhlel no había regresado en unos cuatro años, contó su hermano Yaber, y agregó que habían hablado por Skype, y que le había dado consejos sobre comida y ropa.

Desconsolado, mostró una selfi que le mandó su hermano desde el Paseo de los Ingleses en Niza, apenas unas horas antes de la masacre, donde aparece con el labio torcido en una ligera sonrisa.

Aunque reconoció que Lahouaiej Bouhlel podía volverse “muy agresivo”, con todo, Yaber insistió en que su hermano no pudo haber cometido la atrocidad en Niza.

Su padre, Mondher Lahouaiej Bouhlel, se negó a ser entrevistado. Sin embargo, según todos los testigos, las relaciones entre padre e hijo eran tirantes.

“Se enojaba con sus padres por nada”, recordó el psiquiatra Chemcedine.

Se llegó a un crisis cuando Lahouaiej Bouhlel dejó deliberadamente afuera de la casa a sus padres. Fue entonces que ellos fueron a ver al psiquiatra.

Como muchos adolescentes, Lahouaiej Bouhlel pareció preocupado por su aspecto físico. Sin embargo, el joven sentado frente a él estaba obsesionado con ello.

“No estaba satisfecho con la imagen de su cuerpo”, comentó Chemcedine. “Soy feo”, decía. “Tengo que formarme con ejercicio”.

“A mí me parecía raro”, añadió. “Tenía una percepción alterada de la realidad”.

Más o menos en el 2009, obtuvo sus documentos de residencia francesa y una “carte de séjour” o permiso de residencia por 10 años, con los cuales podía trabajar, según se detectó al escanear el documento. Pronto su esposa y él tuvieron un hijo.

Después de obtener los documentos, el trato que le dio a su esposa cambió drásticamente, para peor, según los vecinos.

“El se casó con ella para sacar los documentos”, contó una, quien solo dijo llamarse Deborah y que vivía varios pisos debajo de la pareja, en un edificio de 13 pisos. “Después mostró su verdadero rostro”.

Ella contó que tenía amistad cercana con la esposa, como ella, tiene tres hijos y usa el hiyab.

A Lahouaiej Bouhlel solo le interesaban las mujeres y beber, añadió. “Mi esposo nunca lo vio en la mezquita”.

Para el 2011 o 2012, empezó a llevar una doble vida, creó un perfil falso en Facebook con el nombre de Yavin Bensucon. La fecha más reciente de actualización de la página de inicio fue el 7 de febrero del 2015.

Usaba la identidad inventada para ayudarse a ligar mujeres a las que conocía a menudo bailando salsa, en clases a las que iba tres veces a la semana, así como por las noches, en “soirees”.

Mantenía su mundo de salsa totalmente separado de su vida familiar, y creó una personalidad para que hiciera juego. En su perfil en Facebook, era soltero, había asistido a Cuba High y era de Bresilienne, una ciudad en Haití. Tenía 10 amigas en la parte pública de su sitio web, todas mujeres de aspecto glamoroso.

Salía con múltiples mujeres, algunas mayores por 20 o más años. Nunca les dijo a sus parejas que era casado o que tenía hijos.

Su vida doméstica se deterioró en los años que siguieron. Aun cuando su esposa tuvo dos hijos más con él, esperando, con cada uno, que se reavivara la relación, pero no fue así.

En algún momento después de que nació el primer hijo, él empezó a pegarle. A veces, también golpeaba a su suegra, dijo Jean Yves Garino el abogado de la esposa.

La vecina Deborah dijo que, en ocasiones, Lahouaiej Bouhlel bebía mucho y era frecuente que su esposa le tuviera miedo. El la intimidaba y la menospreciaba, contó.

Recordó una fiesta con todos los vecinos, una noche, cuando él bailó con una mujer de 60 años, en una forma muy seductora, en frente de su esposa.

El año pasado o el antepasado _ Deborah no estaba segura _ cuando la esposa estaba guardando el periodo musulmán de un mes de ayuno y abstinencia en el Ramadán, “él vertió alcohol en la cabeza de ella para humillarla”, contó.

Más o menos en esa época, Lahouaiej Bouhlel apuñaló uno de los juguetes con un cuchillo, y la esposa temió por sus hijos y buscó divorciarse, dijo Deborah.

El se mudó y ocasionalmente le daba dinero para la manutención de los niños, pero no mucho, ni muy frecuente, dijo Garino, el abogado de la esposa.

En Niza, Lahouaiej Bouhlel apareció en el radar de la policía por robo y violencia, la vez más reciente fue en enero, cuando se peleó con otro chofer y le aventó una tarima de madera.

Lahouaiej Bouhlel recibió una sentencia de seis meses de libertad condicional en marzo. Para entonces, es posible que ya hubiera estado obsesionado con ejercer violencia a una escala enorme, dijo Molins, el fiscal parisino.

Sin embargo, apenas fue en las dos semanas previas al ataque en Niza que Lahouaiej Bouhlel empezó a investigar temas islámicos más bien comunes, incluida la información sobre la celebración de la Eid al Fitr con la que se acaba el mes del Ramadán, dijo Molins.

Buscó información en internet sobre el ataque de Mateen en Orlando, quien había profesado lealtad al Estado Islámico. Sin embargo, Lahouaiej Bouhlel también buscó información sobre el reciente asesinato de cinco policías en Dallas.

Molins dijo que las fotografías que Lahouaiej Bouhlel tenía en su teléfono celular, que databan de hace casi un año, incluían unas de multitudes en el Paseo de los Ingleses. Un conjunto de imágenes muestra a grupos durante los fuegos artificiales del Día de la Bastilla de hace un año; otro era de un concierto en el Paseo, también el año pasado.

Asimismo, incluía una imagen de un artículo publicado en enero, en el periódico local “Nice-Matin”, sobre un hombre que estrelló su coche a propósito contra un café en una terraza del viejo puerto.