Apoyo político divide a terapistas artísticos

WASHINGTON ⎯ Durante gran parte de su niñez, RyAnn Watson ha estado hospitalizada por intensos brotes de anemia falciforme. Ahora a los 16 años, se refugia del dolor en un estudio de arte en el Hospital de la Universidad de Georgetown MedStar. En una tarde reciente, estaba dibujando las torres de arenisca del castillo Smithsoniano con un lápiz de color rojo quemado, bajo la mirada de su terapista, Tracy Councill.
“Se trata más de poner mis emociones en la obra de arte que de contárselas a alguien y molestarme”, dijo RyAnn. Sin ninguna “presión de irme de la lengua”, dijo, “termino hablando con Tracy de todo, mientras estoy dibujando”.
La terapia artística, que a menudo es ofrecida por varios centros médicos establecidos en Estados Unidos, es una forma de sicoterapia en que profesionales de la salud mental usan los materiales usados en el arte para ayudar a los pacientes a explorar sentimientos que quizá no sean fáciles de expresar en palabras.
Casi de la noche a la mañana, el campo ha atraído nueva atención debido a una conexión con el gobierno del presidente Donald Trump. En el día de la toma de posesión, Karen Pence, la esposa del vicepresidente Mike Pence, anunció en el sitio web de la Casa Blanca recién renovado que quiere dirigir un “reflector sobre la profesión de la salud mental de la terapia artística”. Pence, que es acuarelista, ha sido miembro del consejo del programa de terapia artística Tracy’Kids desde 2011, y ayudó a recaudar fondos para contratar a dos terapistas artísticos de tiempo completo para pacientes en el Hospital Infantil Riley en su nativa Indiana.
“Quiero que más gente esté consciente de la terapia artística, no solo para los niños que experimentan enfermedades, sino también para los adultos que han pasado por un trauma”, dijo Pence en una entrevista vía telefónica.
Esa atención de parte de la esposa del vicepresidente de Estados Unidos normalmente sería una bendición para cualquier profesión, pero estos no son tiempos normales. Algunos terapistas artísticos se entusiasmaron con la idea de que Pence eligiera su ocupación poco apreciada como su causa personal. La Asociación Estadounidense de Terapia Artística anunció en su boletín que estaba “entusiasmada por el compromiso de Pence” y ansiosa por apoyar sus esfuerzos.
“Es una bocanada de aire fresco que alguien en esa posición pueda destacar nuestra profesión y pueda atraer la atención que se necesita y es bien merecida”, dijo Irene David, pionera del campo y antigua directora de artes terapéuticas en NYT Health and Hospitals/Bellevue en Manhattan.
Pero muchos terapistas artísticos expresaron una opinión diferente. En redes sociales, algunos terapistas artísticos argumentaron que las políticas apoyadas por el presidente y el vicepresidente están en gran medida en contra de los principios del grupo y perjudican a las personas a las que trata la profesión, como inmigrantes y sobrevivientes de traumas.
“Hay una verdadera división ahora entre los terapistas artísticos”, dijo Savneet Talwar, profesora asociada de terapia artística en la Escuela del Instituto de Arte de Chicago, quien también trabaja con refugiados bosnios. Un lado está “a favor de utilizar esta oportunidad para dar más visibilidad a la terapia artística”, dijo. Del otro, comentó Talwar, la gente dice que “alinearse con ella significa que no estamos siendo fieles a nuestros principios éticos”.
Al pedirle un comentario sobre el cisma, Kara Brooks, directora de comunicaciones de Karen Pence, señaló en un correo electrónico que Pence “ha sido promotora de la terapia artística durante años”.
“Ella tiene un verdadero aprecio por quienes trabajan en esta profesión de la salud mental”, indicó Brooks. “Los esfuerzos de la señora Pence para despertar la conciencia sobre la terapia artística a lo largo de los años demuestran que realmente quiere marcar una diferencia positiva”.
Algunos podrían argumentar que la terapia artística debiera dar la bienvenida a cualquier reconocimiento nacional. Hay unos 5,500 terapistas artísticos registrados en todo Estados Unidos en comparación con 106,000 sicólogos. Y 20 por ciento de los terapistas artísticos está agrupado en Nueva York y Nueva Jersey, lo que significa que muchos pacientes en todo el país no tienen acceso al tratamiento, según el Consejo de Certificaciones de Terapia Artística.
La mayoría de los estados no ofrece licencias para terapistas artísticos, lo que significa que no pueden facturar a los seguros de atención médica. A menudo, donantes privados financian a los terapistas artísticos en estados sin acreditaciones para que puedan trabajar en escuelas, clínicas de salud mental u hospitales.
La profesión también recibe apoyo de la Fundación Nacional para las Artes (NEA, por su sigla en inglés), una organización que pudiera enfrentar recortes adicionales bajo el gobierno de Trump. Los fondos de la NEA y el Departamento de Defensa pagan un programa prominente llamado Fuerzas Creativas, que ofrece terapia artística a soldados y veteranos que enfrentan un trastorno de estrés postraumático o lesiones cerebrales traumáticas.
“Sabemos lo valiosa que es. Ahora es cuestión de llevar a cabo los estudios que aporten más evidencia de ese valor”, dijo la doctora Sara Kass, capitana de la Armada retirada preparada como médico familiar que había planeado tener el programa en operación en una docena de sitios militares para finales del año.
Ahora a Kass le preocupa que su financiamiento sea suspendido. “Pienso que saldremos perdiendo una herramienta valiosa”, dijo.
Una de las mayores bendiciones del apoyo de Karen Pence pudiera ser financiamiento público y privado adicional para la investigación. En una revisión sistemática en 2015, la subsidiaria de investigación del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña dio a la terapia artística resultados mixtos. Encontró que 10 de cada 15 ensayos al azar mostraban beneficio para los pacientes, pero que, en general, la calidad de la investigación era baja. Los estudios revisados incluían a adultos y niños con depresión, cáncer, anemia falciforme y trastorno de estrés postraumático.
El doctor Anjan Chatterjee, presidente de neurología en el Hospital de Pensilvania, dijo que cree que la terapia artística pudiera capitalizar lo que los pacientes de Alzheimer aún pueden hacer, como dibujar, para mejorar su sensación de bienestar. Unos cuantos ensayos pequeños sugieren que la terapia artística involucra la atención y mejora los síntomas neurosiquiátricos, el comportamiento social y la autoestima en pacientes de Alzheimer, concluyó Chatterjee en una revisión de 2014 de la evidencia existente.
“El gran problema con todo esto es que no hay estudios reales bien diseñados que demuestren que la terapia artística ayude a la cognición o bienestar general de las personas”, dijo.
Después de que Sonali Agrawal, de Washington, recibió un diagnóstico de leucemia a los cuatro años de edad en 2012, fue habitualmente a un estudio de Councill durante años. Mientras recibía algunos de sus tratamientos de quimioterapia, hizo un colador de barro y un nido de pájaros.
“Sonali hizo muchas piezas de arte en las cuales estaba cuidando de un animal o manteniendo seguro a un animal”, dijo Councill, fundadora de Tracy’s Kids. “Esto tenía mucho que ver con que ella quería sentirse segura”.
El padre de Sonali, el doctor Manish Agrawal, especializado en oncología, consideraba que era “una locura pensar que ella esperaría con ansia acudir al hospital a recibir su quimioterapia”. Pero así fue. Después de ver el tratamiento de su hija con la terapia artística, Agrawal dijo que sintió la necesidad de cambiar cómo practicaba la medicina.
Agrawal admitió que no es simpatizante de Trump, pero el apoyo de Pence a la terapia artística, dijo, “podría ser el lado positivo”.

Catherine Saint Louis
© 2017 New York Times News Service