Arnulfo

Caído en desgracia por su soberbia y su tremenda, tremendísima falta de tacto político, Arnulfo de León Lavenant vuelve a ser noticia tras su lamentable salida de la entonces Procuraduría de Derechos Humanos.

Acaba de ser inhabilitado para ocupar algún puesto público aunque sinceramente es difícil que esto le preocupe pues la última noticia que recibí es que se encontraba en algún estado lejano de Estados Unidos donde uno de sus hijos se encontraba encarcelado.

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Conocí a Arnulfo hace más de 25 años y colaboré en los primeros meses de su gestión al frente del organismo en el área de comunicación, pero el paso del tiempo demostró cómo un nombramiento puede cambiar la esencia de un hombre hasta convertirlo de un Doctor Jekill a un Mister Hyde.

Arnulfo concitó tantos y tantos enconos que él mismo creó que no era posible pensar que un hombre con los pies en la tierra se despegara tanto que incluso llegó a suspirar por la presidencia municipal de Tijuana en momentos en que se había peleado hasta con la misma gente que lo apoyó para llegar a la PDH.

Corrió a colaboradores leales, desterró a sus brazos derechos, se dejó influenciar por personajes que buscaban beneficiar sus propios proyectos. Dice que no desvió recursos sino que pagó con sus propias tarjetas gastos que de otra forma se habrían paralizado.

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Pero el problema no era Arnulfo y su terca visión de la realidad en que como capitán que navega directamente al farallón, el verdadero problema es el sistema de partidos políticos que se reparten los cargos como si fueran rebanadas de pastel, cuando que algunos de los titulares de organismos y dependencias, no tienen la mínima preparación para encargarse de ciertos timones.

Los organismos de procuración de justicia, de fiscalización, las dependencias clave en la atención a los ciudadanos y muchos más, son tan sensibles que no admiten la imposición de un titular que llegue a descubrir el hilo negro y el agu hervida.

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Arnulfo sale de la escena política con toda el oprobio de un desempeño triste, lamentable, doloroso para él, para sus colaboradores que sufrieron su furia y para los ciudadanos que vieron mal representados sus derechos humanos cuando encabezó el organismo.

Toca tomar medidas para que estas aventuras no se repitan, no sean episodios recurrentes ni ocurrencias de última hora. Crear ombudsman al vapor no es opción para Baja California.