Así son los domingos de una maratonista ecuatoriana

Domenica Ramos emigró a Nueva York de Ecuador en 2001. En 2013, comenzó a correr para manejar el estrés de ser madre soltera y pronto calificó para el Maratón de Boston; terminó su cuarto maratón el año pasado en Chicago con un tiempo de 3:24:12. La residente de Hamilton Heights, de 33 años, equilibra su entrenamiento con turnos de 12 horas como mesera en el restaurante Bettola del Upper West Side y el cuidado de su hija de seis años, Gabriela. El Maratón de Nueva York, que será este domingo, será su quinto maratón en dos años. Tenía la meta de correrlo en 3:20 minutos, pero en los últimos días sufrió una pequeña lesión que podría afectarla, pero no derrotarla. “En mi corazón”, dijo, “tengo muchas ganas de pararme en la línea inicial y correr este maratón”.

Esta es su rutina dominical:

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Antes de que salga el sol: El domingo es el único día que estoy con mi hija así que necesito correr temprano. La noche anterior, llego a casa del trabajo a las 23:30, pero ya me acostumbré y me levanto a las 4:45. Tomo agua y me como un sándwich de plátano y crema de cacahuate. Me visto rápido y corro a la estación de tren.

Estiramientos en el metro: Tomo el tren, ya sea para Central Park o el parque Van Cortlandt. Hago estiramientos en el tren; cualquiera diría que estoy loca. Me reúno con mis amigos de República Dominicana y Alberto, ecuatoriano como yo. Él diseña el entrenamiento, corre conmigo, corrige cómo corro, me enseña cómo mantener el ritmo. Lo conocí gracias a mi equipo, los Corredores de West Side, él ha sido parte del equipo por muchos años. Él nos trata como si fuéramos una familia, todo el mundo se ayuda entre sí. Alberto nos entrena gratis porque dice que creemos en el deporte. Nos la tomamos muy en serio y obtenemos buenos resultados con él.

En silencio: Comenzamos a correr de inmediato, a las 5:30. Los domingos son distancias largas. Comenzamos con un ritmo lento, después, en lo que queda, corremos más rápido, y nadie habla. Solo hay que concentrarse en correr, así es más fácil.

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Cambio de ropa: Al terminar, hacemos estiramientos y nos cambiamos de ropa, la cargamos en mochilas mientras corremos. Cuando comencé a correr solía enfermarme porque no sabía que debíamos cambiarnos de ropa. Por lo general hace frío a esas horas de la mañana.

El choque térmico: Llego a la casa a las 8:00. Para recuperarme, me meto en la tina de baño para darme un baño helado, dejo que el agua fría me caiga encima y después añado hielos. La primera vez que lo hice fue horrible, cometí el error de poner el hielo en el agua antes de meterme. Estaba en shock. Pensé, ¿cómo puede alguien hacer esto? Después me voy a dormir, mínimo 30 minutos, máximo dos horas. Si no llevé a mi hija a correr conmigo, quien sea que esté cuidando a mi hija me levanta, por lo general, mi hermana o una niñera o su papá.

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Unas horas entre reptiles: Paso el resto del día con mi hija. A ella le encantan los animales y sabe mucho de ellos; por eso, a menudo dice que quiere ir al Zoológico del Bronx. Tenemos una membresía y vamos dos o tres veces al mes. Siempre se emociona como si fuera la primera vez. Dejo todo preparado la noche anterior, así que no pierdo tiempo ni me preocupo por nada, y estamos listas para salir de inmediato, a eso del medio día. A ella le encantan los reptiles, así que tenemos que verlos primero. A mí me fascina estar con ella y verla feliz.

Amor de hermana: Después vamos al restaurante del novio de mi hermana, Arco Cafe, en Amsterdam y la 103. Llegamos ahí alrededor de las 17:00 o 18:00, para cenar; ella es mesera ahí. Es la única vez que puedo ver a mi hermana, salvo que me ayude en la mañana. Vinimos juntas a Nueva York y es la única familia que tengo aquí; no hemos visto a nuestra madre desde que nos mandó aquí en 2001. Mi hermana me motivó para que empezara a correr. Yo estaba muy estresada, todo era tan difícil: la niña, el trabajo, hacerme cargo de todo, y ella me dijo que corriera porque eso me ayudaría a pensar mejor. Me ayudó mucho.

Un cuento para dormir: Volvemos a casa, nos lavamos los dientes, leemos un libro y nos vamos a dormir a más tardar a las 21:00. Gabriela tiene enciclopedias de National Geographic, y siempre elige un animal sobre el cual leer. Por lo general, elige los guepardos, son los más rápidos y ella dice que es un guepardo. Cuando la llevo conmigo a correr en la carriola, siempre nos dice: “¡Más rápido! ¡Muy lento!”. Los chicos la llaman la “entrenadorcita”.

Análisis y reflexión: Cuando apago la luz, me desconecto. Sin embargo, trato de pensar en correr antes de quedarme dormida, tal vez en los errores que cometí mientras entrenaba y cómo los puedo corregir. Algunas veces me exijo mucho cuando corro, pero me ayuda a lidiar con el estrés, a verle el lado positivo a los problemas. Correr te ayuda a seguir mejorando.