Atractivo para su base, el EIIL atempera su violencia en los países musulmanes

Con la colaboración en la investigación de Liam Stack en Nueva York, Julfikar Ali Manik y Maher –sattar en Daca, Bangladés, y Rami Nazzal en Ramala, Cisjordania.

Al primero al que mataron a tiros fue a un trotador cuando hacía su ejercicio diario en el arbolado distrito diplomático de Daca, la capital de Bangladés. Lo identificaron como un socorrista italiano de 50 años de edad y la policía dice que a los hombres que lo mataron les dieron instrucciones para que asesinaran a un extranjero blanco, al azar.

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Mataron a un japonés en octubre. En noviembre, gatilleros que pasaban junto a un sacerdote católico en una motocicleta abrieron fuego y lo hirieron, en el norte de Bangladés.

Las tácticas de “cualquiera y todos” en Bangladés de la organización terrorista Estado Islámico, la cual dio amplias recomendaciones a los agentes a los que envió a Europa a matar, han parecido más controladas. En los últimos nueve meses, se ha adjudicado 19 ataques en el país surasiático, casi todos asesinatos enfocados a señalar a las minorías religiosas y a los extranjeros. Incluyeron a un hindú al que mataron a machetazos; a un predicador chiita muerto a puñaladas; el asesinato de un aldeano musulmán, acusado de convertirse al cristianismo, y el envío de terroristas suicidas a mezquitas chiitas.

Durante años, el Estado Islámico, también conocido como EIIL e ISIS, por sus siglas en inglés, ha seguido una campaña de masacres indiscriminadas en Siria e Irak. Y en los ataques que la organización ha dirigido o inspirado indirectamente en países occidentales _ incluidos los asesinatos coordinados en París y Bruselas, así como el tiroteo generalizado dentro de un centro nocturno en Orlando, Florida _, los asaltantes mataron al azar.

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Sin embargo, una revisión más al detalle del ataque que reivindicó el Estado Islámico en Bangladés _ y al hecho de que no se ha adjudicado los bombazos que se le atribuyen en Turquía, incluido el que hubo contra el aeropuerto la semana pasada _ sugiere una organización que está adaptando su enfoque para distintas regiones y para distintos públicos objetivo.

“Para que el EIIL conserve el apoyo entre sus seguidores y prospectos, debe tomar en cuenta distintas consideraciones cuando planea un ataque en un país musulmán en comparación con un país no musualmán”, argumenta Rita Katz, la directora de la organización SITE Intelligence, la cual ha rastreado los ataques de la organización en Bangladés. “El EIIL promueve el asesinato al azar de civiles en Francia, Bélgica, Estados Unidos u otros países occidentales, pero en un país como Turquía, el EIIL debe estar seguro de no estar matando muslumanes; o, al menos, hacer que parezca que está tratando de que no sea así”, escribió en un análisis que se publicó recientemente en internet.

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El problema de matar a civiles sunitas ha sido un importantísimo punto de disencion con Al Qaeda después de que el Estado Islámico se escindió de esa red terrorista hace ya varios años. Y ha vuelto a surgir en la última semana.

Después del triple bombazo suicida del martes en el aeropuerto de Estambul, un funcionario de Al Qaeda utilizó a Twitter para emitir una mordaz reprimenda por el ataque del que se responsabiliza al EIIL. “El pueblo turco es musulmàn, y su sangre es sagrada. Un verdadero muyahid daría su vida por él, no lo masacraría, #IstanbulAttack”, escribio Abu Sulaimàn al Muhayir, a quien se ha descrito como un integrante australiano de la rama Al Qaeda en Siria, según una transcripción que proporcionó SITE.

El silencio poco carácterístico del Estado Islámico sobre los ataques en Turquía, cuando tiende a reivindicar rápidamente los bombazos en otras partes, refleja el malabarismo que la organización terrorista debe llevar a cabo cuando ejerce la violencia en países predominantemente musulmanes, dicen analistas.

Katz dijo que el Estado Islámico “ha mostrado una discreción comparable a cuando realiza ataques en otros países musulmanes, concentrándose en blancos gubernametnales a los que se percibe como desviados y facciones enemigas, en comparación con los civiles al azar”.

Por ejemplo, cuando, el mes pasado, la organización terrorista reivindicó su primer bombazo en Jordania,se asegurò de identificar su blanco como una base militar estadounidense-jordana. En mayo, el Estado Islámico realizó un bombazo en una mezquita chiita en Arabia Saudita, dominada por los sunitas. Y, en enero, cuando atacó en Yakarta, Indonesia, la organización se esforzó por enmarcar el ataque como uno en contra de turistas y no de los lugareños, escribió Katz.

Ese tipo de coberturas es más típico de Al Qaeda, la cual ha llamado a sus combatientes a evitar operaciones que pudieran causar bajas masivas entre civiles musulmanes.

No obstante, en realidad, Al Qaeda, como el Estado Islámico, sigue matando grandes cantidades de musulmanes en sus ataques. Sin embargo, eso no ha evitado que las dos organizaciones discutan por ello.

Los desacuerdos datan de al menos el 2005, cuando el entonces número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahri, escribió una carta de reclamación, dirigida al jefe del grupo afiliado a la organización en Irak, en la que lo reprende por los repetidos ataques contra templos chiitas, lo cual la dirigencia de Al Qaeda temía que pudieran hacer que la población se pusiera en su contra. El destinatario de esa carta era Abu Musab Zarqaui, quien, de todas formas, llevó a cabo los ataques. Su sección yihadista, Al Qaeda en Irak, resurgiría años después como el Estado Islámico.

En los años que pasaron desde la carta a Zarqaui, Al Qaeda fue más lejos. En un discurso, Zawahri aconsejó a los combatientes de Al Qaeda en todo el mundo que evitaran asesinar a minorías religiosas, incluidos los cristianos, y a diseñar operaciones para minimizar las bajas musulmanas.

En el 2013, cuando los leales a Al Qaeda irrumpieron en la planta de gas operada por BP en el sur de Argelia, separaron a los rehenes por religiones, liberaron a cientos de trabajadores musulmanes, mientras que retuvieron y mataron a los occidentales, un hecho que pregonaron en un informe de la acción que le enviaron a un alto dirigente de Al Qaeda.

Estas tácticas estaban lejos de ser perfectas: murieron musulmanes en el ataque en Argelia y diversos otros realizados por Al Qaeda, incluido el sitio en un centro comercial en Kenia ese mismo año, donde pidieron a los compradores que recitaran versos del Corán en un esfuerzo por separar a los musulmanes de quienes no lo eran.

“Es una diferencia brutal en el enfoque”, dijo Thomas Joscelyn, un investigador sénior en la Fundación por la Defensa de las Democracias, quien estudia a los grupos yihadistas. “Al Qaeda quiere que los musulmanes crean que su terrorismo es moralmente justificable, en tanto que el Estado Islámico arguye que solo sus seguidores tienen legitimidad moral”.

En el ataque más reciente atribuido al Estado Islámico, contra la panadería Holey Artisan en el barrio diplomático en Bangladés, los atacantes fueron más selectivos en su blanco de lo que tiende a ser el Estado Islámico.

La panadería se ubica en lo que los expatriados llaman cariñosamente la zona de los “tres Estados” en Daca, refiriéndose a la intersección de tres barrios exclusivos _ Gulshan I, Baridara y Banani _ que son populares entre los extranjeros, dijo Lori Ann Walsh Imdad, una ciudadana estadounidense de 45 años de edad, quien vive a una cuadra y media de la escena del ataque del viernes. “Cuando pasabas caminando siempre podías ver a alguien conocido”, dijo y agregó que se fundó para brindarles la comida casera que extrañaban, incluidos los bagels y el queso crema al estilo estadounidense.

El sábado, el Estado Islámico dio a conocer imágenes de los atacantes y dijo que habían “entrado amenazadoramente en medio de la reunión de nacionales de países cruzados en Bangladés”. Si bien todavía no se conocía el desglose de las bajas y estaba poco claro a cuántos musulmanes habían matado en el ataque, la descripción de la organización indicaba que estaba ansiosa por hacer pasar la matanza como algo dirigido exclusivamente contra no musulmanes.

Los testigos contaron que algunos de los atacantes trataron de tranquilizar a sus rehenes, llamaron a los bangladesíes a salir de sus escondites y les explicaron que solo buscaban a extranjeros para matarlos. Horas después, los gatilleros liberaron a un grupo de mujeres que llevan puesto el hiyab.

Rukmini Callimachi
© 2016 New York Times News Service