El primer avión sin partes móviles toma vuelo en EEUU

El primer avión de “estado sólido”, sin partes móviles en su sistema de propulsión, ha volado con éxito a una distancia de 60 metros, lo que demuestra que un vuelo más pesado que el aire es posible sin chorros o hélices.

El vuelo representa un gran avance en la tecnología de “viento iónico”, que utiliza un potente campo eléctrico para generar iones de nitrógeno cargados, que luego son expulsados ​​desde la parte trasera del avión y generan empuje.

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Steven Barrett, profesor de aeronáutica en el MIT y autor principal del estudio publicado en la revista Nature, dijo que la inspiración para el proyecto provino directamente de la ciencia ficción de su infancia. “Era un gran fan de Star Trek, y en ese momento pensé que el futuro debía ser como aviones que vuelan en silencio, sin partes móviles, y tal vez tengan un brillo azul”. Pero ciertamente no hay hélices ni turbinas ni nada de eso. Así que empecé a investigar qué podía hacer volar la física sin partes móviles, y descubrí un concepto conocido como viento iónico, que se investigó por primera vez en la década de 1920.

“Esto no hizo mucho progreso en ese tiempo. Se volvió a examinar en la década de 1950 y los investigadores concluyeron que no podía funcionar para aviones. Pero empecé a estudiar esto y pasé por un período de aproximadamente cinco años, trabajando con una serie de estudiantes graduados para mejorar la comprensión fundamental de cómo podría reducir los vientos iónicos de manera eficiente y cómo podría optimizarse “.

En el plano prototipo, los cables en el borde delantero del ala tienen 600 vatios de potencia eléctrica bombeados a través de ellos a 40,000 voltios. Esto es suficiente para inducir “cascadas de electrones”, que en última instancia cargan las moléculas de aire cerca del cable. Esas moléculas cargadas luego fluyen a lo largo del campo eléctrico hacia un segundo cable en la parte posterior del ala, chocando contra las moléculas de aire neutral en el camino, e impartiéndoles energía. Esas moléculas de aire neutrales luego fluyen desde la parte posterior del avión, proporcionando empuje.

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El resultado final es un sistema de propulsión que es completamente eléctrico, casi silencioso y con una relación de empuje a potencia comparable a la lograda por los sistemas convencionales, como los motores a reacción.