
Para los economistas del centro del país, en Baja California parece no haber pobreza, ya no digamos miseria
Mientras que seis estados de la República mexicana recibirán el 40 por ciento de las participaciones federales, recursos etiquetados para mejorar la infraestructura en materia de salud, educación, seguridad pública y programas sociales y alimenticios entre otros, Baja California queda excluida estos rangos de beneficios y ocupa exactamente el lugar número 16 de 31 entidades federativas.
Con 395 mil millones de un total de poco más de 1 billón de pesos, resultan beneficiados el Estado de México, Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Jalisco y Guerrero, estados a cuya población migrante Baja California ha atendido desde hace ya varias décadas.
Nadie en su sano juicio, excepto al parecer los economistas del centro del país que siguen tratando a esta entidad fronteriza como el patito feo, pone en tela de duda que a Baja California han migrado oleadas de connacionales procedentes precisamente de esos y otros estados en busca de un mejor futuro.
Basta revisar los datos de la Secretaría de Economía para advertir que la población de Baja California está compuesta principalmente por nacidos en Sinaloa, Chiapas, Guerrero, Sonora, Veracruz, Michoacán, Oaxaca, Jalisco y Estado de México, es decir, seis de nueve entidades de las que recibirán casi la mitad de las aportaciones federales, mientras que las otras tres también percibirán mayores recursos que Baja California.
Es en Baja California donde esa población exige agua, salud, educación y seguridad, y ya una vez asentados, demandan alumbrado público, terrenos, pavimentación y la introducción de todo tipo de servicios.
Para los economistas del centro del país, en Baja California parece no haber pobreza, ya no digamos miseria. No hay escuelas saturadas ni hogares sin agua ni electricidad. Viven bajo la leyenda según la cual a mediados del siglo pasado los dólares se barrían con escoba en las calles sin pavimentar. No hubo una cartolandia hasta los primeros años de la década de los 70, ni una nueva cartolandia en la zona del Alamar en Tijuana, donde habitan hombres, mujeres y niños procedentes de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Jalisco.
Por si usted no lo sabía, vivimos en la abundancia, sin adictos ni indigentes en la calles. Tenemos calles pavimentadas y debidamente alumbradas, donde nunca se registra un robo ya no digamos una ejecución. Nuestros hospitales están bien surtidos y en nuestras escuelas ningún niño se queda sin un pupitre ni libros de texto gratuito. Si usted piensa lo contrario, está completamente equivocado.