CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Aquí van las calaveritas dedicadas este Día de Muertos a personajes de la vida pública como Juan Gabriel, Jorge Negrete y Nicolás Alvarado –por un suceso muy sonado–, así como a los colaboradores de música en Proceso y reporteros de la sección cultural, por orden de (des) aparición:
Samuel Máynez Champion (violinista, columnista de “Estro armónico”); Mauricio Rábago Palafox (cantante); Ricardo Jacob (baterista de Los Jáygüey y Escalera de Jacob); Raúl Díaz; Columba Vértiz de la Fuente, Judith Amador Tello, Isabel Leñero (pintora), Niza Rivera y una calaverita final para la sección “Cultura en la Mira”.
Nicolás Alvarado RIP
Por naco, Nico Alvarado
cayó en brazos de La Parca,
quien le dijo: “Ya estoy harta
de que seas maleducado.
Insultaste a Juan Gabriel
y ese fue tu peor pecado.
¡Anda ya al panteón, pelado!”
Y así, pues, cargó con el
de doble anteojo cuadrado…
La UNAM escribió en su tumba
este epitafio que zumba:
“Dice un refrán popular
‘El pez por su boca muere’,
y aquí yace uno muy gordo
que trajeron a enterrar
sin lentejuelas de bardo.
Nació Nico y murió naco,
¡nunca rendición espere,
ni náiden le venga a chillar!
“Pero qué necesidad.”
*
A Juan Gabriel
Lloró el pueblo mexicano,
diciéndole adiós con tuits:
“¡Juanga! ¿Por qué te juites?
¡Si ‘tabas joven y sano!”
Desde los cielos, el Divo
de Juárez les canturreó:
“Un calaverón amigo,
vestido de áurea Catrina,
en mi lecho me besó
con su fauce cantarina.”
La Huesuda, conmovida,
trinó así su despedida:
“Nunca habrá cantor más tierno
ni mejor enamorado,
como fue Alberto Aguilera,
Juan Gabriel, el michoacano.
¡Viva Adán Luna, mi hermano!
Nos legó su amor eterno,
“¡ya lo pasado, pasado!”
*
Coplas de Juanga y Negrete
Los que de música saben,
juran que en noviembre cantan
Jorge Negrete y Juanga
esa que comienza así:
“México lindo y querido,
si muero lejos de ti,
que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí.”
*
Réquiem por Samuel Máynez Champion
Al fin, Samuel Máynez Champion,
te llevó La Calavera
por su silente pradera,
con cacofonías de “pántion”.
Los violines de La Muerte
sangran tristes plañideras,
con música de las esferas
y el Réquiem “Ya no he de verte”.
La Parca pálida fuma
los aires de tu congoja:
“Su ‘Estro armónico’ nos deja
y la ópera Moctezuma.
¡Que viva Italia la vieja,
y que San Pedro lo acoja!”
*
Elegía a Mauricio Rábago Palafox
Tiene los ojos cerrados
el mejor de los cronistas.
¡Malas noticias, lectores!
Hoy se ha muerto Rabaguito
por el río Manzanares!
Pero si no puede ser…
Con estos ojos lo he visto,
y no lo puedo creer.
Su nombre, como Ravel,
fue Mauricito, de niño.
Rábago era su apellido;
Rabaguito, de cariño.
Y hoy La Muerte está de fiesta,
pues se ha llevado a Mauricio,
mientras echaba la siesta.
“¡Ole, mi gracia y salero!”
–gritó La Muerte en su juicio–,
¡Que yo me lo llevé al río,
pensando que era espartero
y me equivoqué, ¡es Mauricio!”
Cantaor jondo y torero,
el amor fue su gran vicio,
y por amor quedó frío.
¡Malaya sea la fama
de La Pelona Asesina,
y los cangrejos del río!
Estatua levantarán
al rey de cantorerías;
pero no conseguirán
el genio con que escribías.
Tipitipitín, buen fin,
adiós Mauricio amoroso,
y ni hablar del peluquín.
*
Son a Ricardo Jacob
Cuentan que por Alemania
Ricardo Jacob andaba
(o anduvo con sus Jaygüey)
pidiendo calaverita,
cuando le salió La Muerta
al paso, con su guadaña,
cantando su letanía
con palmitas de habanera:
“Cultivo una muerte blanda
en noviembre, día primero,
para Rickardt, bataquero
y su grupo la Escalera…
“Y como soy Muerta franca
que viajo del tango al tingo,
he de llevarme a este Ringo
con golpeteos de madera.”
¡Toc Toc!, sonaron las claves.
–¿Quién es?, Rickardt respondió.
–¡Tan Tán!, le dijo La Muerta.
Cuando traspasó la puerta,
¡de un redoble lo mató!
*
Raúl Díaz y la Calaca
Raúl Díaz a La Calaca
le daba los buenos días;
pero La Huesuda, ingrata,
se lo llevó de corbata.
“¡Buenos días, doña Calaca!”
–díjole Raúl Díaz muy fino.
Y le respondió con tino
esa Señorita Flaca:
“¡Malas noches tengas Díaz!
Y es mejor que no te rías,
porque entre mis manos frías
danzaremos fantasías”.
Así fue que a los dos juntos
hallamos entre difuntos
baile y baile, en risa loca,
a ritmo de un chaca-chaca.
¿Cómo se llamó la obra?
“¡Raúl Díaz y La Flaca!”
*
El paradero de Vértiz
–Calavera, dime dónde
dejaste a Columba Vértiz,
que la busco y no la encuentro
desde la mar hasta el monte.
–En un sillón la dejé
del cinema “La Fontaine”.
Si sabes dónde está Cannes,
¡a’i mero me la rodé!
*
Rap de Judith Amador Tello
A Judith Amador Tello
La Parca cortó el cabello,
diciéndole: “Así, pelona,
te llevaré a mi casona.”
Judith, muy inteligente,
le recetó un gran axioma:
“Tú a mí me pelas los dientes,
no tengo un pelo de tonta.
Yo aquí soy la más cabrona
y tú mi vigor resientes.
¡No me da miedo tu aroma,
lárgate a chiflar la loma!”
Luciendo su cabellera,
Judith pasea por Tepito.
Y a esa Muerte, en lloradera,
la vida le vale un pito.
*
Calaverita palindrómica a Isabel Leñero
Se sintió La Muerte poeta
y buscando a una pintora
para calmar su amargura,
vio a Isabel con su paleta.
Se le ocurrió, pues, la frase
para darle la manita:
“Isabel leva así”, canta.
“Isabel leva así”, ruega.
Pero Isabel no entendía
el canto de La Huesuda,
así que le escribió al Diablo,
pa’ saber lo que quería
con eso de ISA BELÉ VASI.
Y el diablo le dijo: “Isa,
¡La Huesuda es iletrada!
Quiere llevarte con ella,
por eso compuso un verso
con tu nombre que leído
de ida y de vuelta diga
lo mismo que no es lo mesmo:
“¡ISABELEVASI!, ¿ves?”
–¡Ah, qué calaca tan loca!
–pensó Isabel Leñero;
y le pintó caracoles
en dos óleos rotulados:
“ALOCACOLA ACALACA”.
Así que La Calavera,
conforme, colgó sus pinturas.
Y colorín colorado,
recita con voz en cuello:
“¡Sacalacas, sacalacas,
ya piraron mis calacas!”
*
Larga vida a Niza Rivera
“¡Niza, ya llevo prisa!”
–le dijo La Muerte un día
a nuestra adorada Niza.
Niza nada contestó,
sólo le dio una paliza.
Y desde entonces La Muerte
no sabe lo que es la risa.
*
Cultura en la Mira
Entre más viejo me vuelvo,
soy más guapo y más pen…sante.
Porque cojo y sin un ojo,
mi memoria es de elefante.
Cuando me encontré a La Parca,
la reconocí enseguida.
“Ya te vide, Calavera,
cuatro dientes y una muela.
Calavera, vete a China,
que aquí ya no hay quien te aguante.”
Y La Huesuda, obediente,
dejó la sección cultural,
escrita por gente decente
que dirige mi carnal.