El asediado presidente de Chile se vio obligado a cancelar dos grandes cumbres internacionales (COP25 y APEC) después de que las concesiones del gobierno no pudieron desactivar semanas de protestas violentas que han visto miles de arrestos, dejaron al menos 20 muertos y enviaron ondas de choque en toda América Latina.
Sebastián Piñera hizo el anuncio el miércoles por la mañana y dijo a los periodistas que Chile ya no podría ser el anfitrión de la cumbre del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, por sus siglas en inglés) de noviembre y la conferencia climática COP25 de la ONU el mes siguiente.
Los líderes mundiales, incluidos Donald Trump y el líder de China, Xi Jinping, debían asistir al primer evento, mientras que los campeones climáticos, incluida la activista adolescente Greta Thunberg, se esperaban en el segundo.
Piñera culpó a las “circunstancias difíciles” a las que se enfrentaba Chile por la decisión y dijo que la principal preocupación de su gobierno era “restablecer completamente el orden público, la seguridad y la paz social”.
“Esta ha sido una decisión muy difícil, que nos ha causado un gran dolor, porque entendemos perfectamente la importancia [de los eventos] para Chile y para el mundo”, dijo el presidente de centroderecha de Chile.
“Cuando un padre tiene problemas, siempre debe poner a su familia antes que todo lo demás. Del mismo modo, un presidente siempre debe poner a sus propios compatriotas por delante de cualquier otra consideración “, agregó Piñera.
Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la ONU para el cambio climático, dijo que la ONU estaba “explorando opciones alternativas de hospedaje” para la cumbre climática después de ser informada de la decisión en una carta del ministro de Medio Ambiente de Chile.
Piñera dijo que había advertido a otros líderes mundiales de la cancelación.
Las protestas de Chile comenzaron a mediados de octubre como una lucha dirigida por estudiantes contra un aumento del 3,7% en las tarifas del metro. Pero esas manifestaciones se convirtieron rápidamente en un motín mucho más amplio contra la desigualdad, el costo de la vida y la represión policial.
Según el Instituto de Derechos Humanos de Chile, 3.535 personas han sido arrestadas desde el 17 de octubre, mientras que 1.132 han sido trasladadas al hospital, 38 de ellas con heridas de bala.
El 18 de octubre, Piñera declaró el estado de emergencia luego de que estalló la violencia en las calles de la capital, Santiago, y luego declaró al país “en guerra” con delincuentes “malvados”.
Después de que tales movimientos no lograron calmar los disturbios, el presidente de Chile trató de aplacar a los manifestantes con un discurso televisivo conciliatorio en el que pidió perdón por la “miopía” de los líderes políticos del país.
