El sueño americano de la caravana migrante: sobrevivir al caos en Tijuana

TIJUANA, Baja California.- Yolanda Ramírez vivió toda su vida en el Departamento de Colón en su natal Honduras, lugar en el que la mujer de 28 años pasaba sus días recogiendo frutos de palma africana en un intento por subsistir que le valía apenas unas cuantas lempiras. Yolanda no tuvo acceso a la educación, pero a pesar de ello, desde el nacimiento de su primer hijo, hace ya 12 años, se propuso que él no seria un recolector de frutos como ella.

“Mi intención que el salga adelante, que no se quede como nosotros, Honduras es un país demasiado pobre”, dijo Ramírez.

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Cuando Yolanda Ramírez se enteró vía Whatsapp y redes sociales que la caravana migrante integrada por miles de connacionales había salido de San Pedro Sula con destino a la frontera de México con Estados Unidos, ella y su hijo tenían dos semanas sin salir de casa, pues la mujer se había quedado sin empleo y su hijo tenía temor de ir a la escuela a causa del acoso de las pandillas, por lo que con dinero prestado, Ramírez compró dos boletos de camión a Guatemala, país en el que alcanzaría a la caravana.

Con la firme convicción de darle una mejor vida a su hijo, Yolanda saltó al igual que miles de centroamericanos la valla fronteriza entre México y Guatemala. Restaban aún 5 mil kilómetros por recorrer hasta Tijuana, lugar en la que en su persecución del sueño americano se encontraría con una última prueba: sobrevivir al caos que se desataría en esa ciudad fronteriza con el arribo de la caravana migrante.

La caravana era para los centroamericanos una forma de mantenerse visibles y así evitar ser víctimas de la delincuencia de la que suelen ser objeto los migrantes en México, método en el que la clave era mantenerse juntos. No obstante, a su llegada a Tijuana, en su incomprensión del fenómeno y debido a la falta de planeación, las autoridades recurrieron a las asociaciones civiles e intentaron separarlos para llevarlos a distintos albergues de la ciudad, lo que, sumado a la desinformación, cansancio y desconfianza de los migrantes, así como a la intervención de sus líderes y algunos incitadores, desató una situación caótica sin precedentes en este municipio.

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Luego del intento de cruce masivo hacía Estados Unidos de 500 de los más de 6 mil centroamericanos el pasado 26 de noviembre, que provocó el uso por parte de la Patrulla Fronteriza de gases lacrimógenos, balas de goma y el cierre por 5 horas de la garita de San Ysidro, muchos de los migrantes comenzaron a ver un panorama más claro de su situación, varios se sintieron engañados por sus líderes, otros simplemente no contaban con la información de lo difícil que sería cruzar al “otro lado”.

“Me siento más que todo engañado, porque las personas que coordinaron nos hicieron un sueño fácil, pero cuando ya llegamos aquí a unas personas que coordinaron ya no las volvimos a ver… creía que era más fácil y más que todo con la caravana pensaba que era más fácil… me voy porque, así como salí voluntariamente, así nadie puede obligarme a quedarme”, dijo José Barona, un migrante hondureño.

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Al conocer que en el puerto fronterizo de San Ysidro que colinda con Tijuana, hay una lista de espera para solicitar asilo de 5 mil personas lo que se traduce en una espera de por lo menos 3 meses y de las precarias condiciones del refugio en zona norte comenzaron a surgir los primeros solicitantes de retorno asistido, alrededor de 400 a la fecha de acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM).

A pesar de este panorama, muchos migrantes siguen firmes en su objetivo de pisar territorio estadunidense a como de lugar.

“He pensado muchas cosas, pero no he pensado en regresarme, si me regresan que me agarre migración, pero de mi gusto no, porque hemos sufrido bastante en el camino”, indicó Ramírez.

Para los migrantes centroamericanos regresar a sus países de origen no es una opción, de acuerdo con el diagnóstico de la Caravana Migrante elaborado por el Colegio de la Frontera Norte (Colef), en Honduras la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes es de 57, país en el que además el 42.5 por ciento de sus habitantes, casi la mitad de su población, vive en condiciones de pobreza extrema y 36 mil son miembros de las maras.

“A mi papá lo mató la Mara, el problema de él es problema mio, decidí venir porque no quería morir”,afirmó William Pérez, un migrante hondureño.

Al haber dejado lo poco que poseían en sus países de origen, para muchos de ellos no hay nada más que perder, por lo que vale la pena esperar por asilo o intentar cruzar ilegalmente.

“Cruzarme, la mayoría estamos esperando el día de la neblina porque las cámaras están borrosas”, dijo el migrante José.

Esta situación, explica Oscar Contreras, investigador del Colef y contrario a la postura expuesta por alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, no representa una amenaza para la seguridad de Tijuana.

“Se trata de una población que no amenaza la seguridad pública de la ciudad… pero sí tienen implicaciones… implica un esfuerzo adicional de las fuerzas de seguridad y esto requiere una reorganización de prioridades y tareas”, indicó Contreras.

Según la CNDH, el 30 de noviembre cerca de mil 500 personas solicitaron trabajo en la feria organizada por el Sistema Nacional de Empleo de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y de acuerdo con el Colef, el 21 por ciento de los migrantes encuestados en su diagnóstico expresaron su intención de permanecer en Tijuana.

Consciente de que no será elegible para recibir asilo en Estados Unidos, Yolanda espera en el nuevo refugio habilitado desde el 29 de noviembre en el Centro de Espectáculos El Barretal, que sus familiares que viven al ‘otro lado’ paguen por un coyote de confianza que los cruce a ella y su hijo.

“Es lo que traemos en mente, porque los mexicanos a veces nos dicen son muy pobres de mente, porque “cómo creen que van a hacer eso” y desde del momento que salimos de nuestras casas es lo que nos trae, para sacar adelante a nuestra familia y no es porque queramos estar aquí también e intimidar a los mexicanos, estamos muy agradecidos con los mexicanos”, dijo Yolanda.

Con información de Fabiola Solano.