Caricaturistas se ganan la ira de un primer ministro, y su suscripción

SOFÍA, Bulgaria ⎯ Una caricatura en el ejemplar más reciente de Prass Press, un nuevo periódico satírico en Bulgaria, muestra a líderes “a cargo del circo mundial”: el presidente Donald Trump montado en un misil; Kim Jong Un de Corea del Norte preparándose para lanzar una ojiva con una resortera; y a los primeros ministros de Bulgaria y Hungría bajo la etiqueta de “dictadores bebés”.
En la portada, el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, es visto tomado de la mano con un aliado, Volen Siderov, quien es jefe de un partido de extrema derecha conocido por sus ataques retóricos contra los migrantes y contra los grupos minoritarios turco y gitano.
La sátira que presiona los límites del buen gusto no es nada nuevo en Occidente, pero en Bulgaria ⎯ el país más pobre de la Unión Europea, y clasificado por Reporteros sin Fronteras como el peor en el bloque de 28 naciones en lo que respecta a libertad de prensa ⎯ Prass Press ha encontrado lectores rápidamente. Ofrece un lente satírico sobre temas como la corrupción, el giro hacia la derecha de la región y los dolores de crecimiento de una economía que sigue subdesarrollada una década después de ingresar a la Unión Europea.
Aunque las caricaturas, las tiras cómicas y los collages son el meollo del periódico, también ofrece comentario político y parodia noticiosa al estilo de The Onion. Los lectores han comparado su tono con el de Charlie Hebdo en Francia.
“Jóvenes y viejos, mujeres y hombres, me hacen la misma pregunta todas las semanas: ¿Cuándo saldrá la nueva edición?”, dijo Yulia Vasileva, que vende periódicos en el centro de Sofía, la capital búlgara.
Incluso los blancos de las bromas están leyéndolo.
Borisov ⎯ quien inicio un tercer periodo como primer ministro recientemente, después de las elecciones del mes pasado ⎯ se encuentra entre sus suscriptores, aunque dice que las caricaturas lo hacen parecer demasiado gordo.
Un viceprimer ministro, Tomislav Donchev, publicó una fotografía en Facebook de él mismo leyendo el segundo número.
Un puñado de caricaturistas inició la publicación, la cual sale cada dos semanas, con apenas 4,000 levs, o unos 2,200 dólares. “Ningún político se salvará y no nos guardaremos ningún golpe”, dijo uno de ellos, Chavdar Nikolov.
Pero el primer número ⎯ que incluía un artículo sobre la corrupción judicial, un problema endémico en Bulgaria ⎯ casi no llegó a las calles.
Aunque se imprimieron 10,000 ejemplares, la mayoría nunca llegó a los puestos de periódicos. La publicación no pudo conseguir que la compañía distribuidora tomara el teléfono; sospechó de interferencia política.
Eventualmente, fueron regresados 3,600 ejemplares, algunos de ellos manchados y manoseados. Los caricaturistas los llevaron a un mercado de libros al aire libre en Sofía, donde se vendieron unos 50 ejemplares en 10 minutos.
Para el segundo número, los editores decidieron distribuir el periódico ellos mismos, a librerías independientes y puestos de periódicos en todo el país. Esta vez, el tiraje fue de 8,000, y solo fueron regresados 76 sin vender.
Stefka Veleva, de 77 años de edad, visitó cinco quioscos de periódicos antes de poder tener en sus manos un ejemplar del tercer número, en una librería en el centro de Sofía. “Disfruto la sátira, y quería ver de qué se trataba todo el alboroto”, dijo. “Necesitamos más voces críticas en este país”.
Nikolov se maravilló: “La gente nos detiene en las calles para felicitarnos y decirnos que nos apoyan, o solo nos hacen una señal con el pulgar hacia arriba”.
Georgi Lozanov, un experto en medios y profesor asociado de la Universidad de Sofía, elogió que el periódico se enfocara en las imágenes, y dijo que los “mensajes transmitidos por medio de las caricaturas” repercutían más fuertemente en “las sociedades donde los medios tradicionales no exponen los problemas y las deficiencias a través del razonamiento deductivo”.
Pero mantener una publicación impresa a flote, aunque producida de manera poco costosa, será un desafío.
“La única manera de sobrevivir es seguir siendo populares entre el público y demostrar su audacia de ideas, humor sarcástico y talento en cada número que salga”, dijo Lozanov.
Vesislava Antonova, una periodista que ha estado cubriendo los medios en Bulgaria desde 2000, dijo que un traslado a una publicación únicamente en línea sería inevitable. “Es la mejor manera de escapar de las trampas del mercado de medios suprimido en Bulgaria”, dijo.
Aparte de la supervivencia económica, existe la cuestión de la censura.
Reporteros sin Fronteras, que defiende la libertad de prensa, concluyó recientemente que los periodistas en Bulgaria trabajan en “un ambiente dominado por la corrupción y la colusión entre los medios, los políticos y los oligarcas”.
“La asignación que hace el gobierno del financiamiento de la UE para ciertos medios se realiza con total falta de transparencia, de hecho sobornando a editores para que no ataquen al gobierno en su reporteo político o no cubran para nada ciertos artículos problemáticos”, señaló el grupo.
Un magnate, Delyan Peevski, es dueño de media docena de periódicos y controla un 80 por ciento del mercado de distribución de publicaciones impresas. (En 2013, miles de personas protestaron en las calles cuando el gobierno trató de instalarlo como jefe de la principal agencia de inteligencia de Bulgaria; renunció un día después de haber sido designado.)
Solo 12 por ciento de los búlgaros ve a sus medios como independientes, mientras que 65 por ciento piensa lo contrario, según un sondeo realizado en 2015 por la Fundación Democracia de Medios, hecho conjuntamente con una fundación establecida por la Unión Democristiana, un partido político en Alemania.
En abril de 2016, Nova TV, uno de los canales televisivos privados más grandes en Bulgaria, puso fin al contrato de Nikolov y eliminó sus caricaturas de su sitio web después de que describió a Borisov como líder de un grupo de vigilantes “a la caza” de migrantes a lo largo de la frontera de Bulgaria con Turquía. (El canal dijo que el momento del despido había sido una coincidencia.)
Christo Komarnitski, otro fundador de Prass Press, dijo que había pensado que “nadie compra ya periódicos”, y le “asombró el abrumador interés” en los primeros números.
Añadió: “Queríamos dar a la gente una publicación que sea honesta y sincera. En los puestos de periódicos, la variedad de diarios exhibidos es abrumadora, pero la mayoría de estas publicaciones son tabloides que publican chismes y mentiras”.
El nombre de Prass Press es un juego de palabras. La palabra “prass” es el sonido producido cuando una sandía, o la cabeza de alguien, es golpeada con una vara; la intención es burlarse de las publicaciones de Peevski, que a menudo son vistas como los perros de ataque del gobierno, y representar el propio objetivo de los caricaturistas de una sátira dura e independiente.
“No habrá bromas inocuas en nuestro periódico”, declaró Nikolov. “¿Pero quién sabe? Quizá nuestro número 100 muestre a Borisov delgado”.

Boryana Dzhambazova
© 2017 New York Times News Service