Carla García Morales, experta enamorada de la embriología molecular

Ciudad de México – La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) cuenta entre sus filas con la bióloga Carla García Morales, quien es doctora por la Universidad de Anglia del Este, Inglaterra, y especialista en materia de biología del desarrollo y embriología molecular.

García Morales relata a la Agencia Informativa Conacyt que su interés por estas especialidades se remonta a su formación universitaria, en donde se topó con la asignatura de biología del desarrollo y le pareció “realmente sorprendente que a partir de dos células (el óvulo y el espermatozoide), se forme una sola célula que combina los genomas de ambos padres, dando un genoma original, un genoma totalmente nuevo, diferente y de una célula se divide en dos células y parecieran ser iguales, que si las separamos puede dar origen a cualquier parte del individuo, son totipotenciales; se dividen y forman cuatro que son totipotenciales y así sucesivamente”.

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La especialista narra con absoluto asombro que, tras esta división, “se tiene que formar un organismo multicelular con cientos de diferentes tipos de células, con distintas funciones y que al final generan un cuerpo totalmente eficaz, ¿cómo es que este organismo tiene que funcionar?”, se cuestionó desde el inicio.

Por tanto, y citando al autor de Molecular Biology, Scott F. Gilbert, “es increíble cómo un organismo tiene que funcionar en cuanto se va formando a sí mismo”. La doctora hace un comparativo con las máquinas, las cuales tienen que funcionar hasta que estén hechas, mientras que un organismo tiene que funcionar mientras se va construyendo: tiene que nutrirse y todavía no tiene un intestino; tiene que pensar y no ha formado arreglos neuronales.

“Entonces eso me pareció mágico, cómo un gen puede manipular muchas cosas y puede llevarte a un resultado u otro”, cuenta la experta inmersa en una enorme sorpresa a pesar de que trabaja con estos materiales de manera cotidiana.

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El estudio del desarrollo molecular e inmunología Para esta bióloga, la clonación de la oveja Dolly fue “un punto culminante” en su carrera y en la elección de la biología como materia de estudio. Una vez que concluyó la licenciatura, se le presentó la oportunidad de estudiar en la Universidad de Anglia del Este la materia de embriología molecular y es a través de su supervisor en esta instancia educativa quien la motiva a aprender biología molecular.

Es entonces en Inglaterra donde la experta comienza a trabajar con los modelos Xenopus laevis (especie de rana africana de uñas), estudiando la vía de señalización Wnt, misma que se encuentra activada en muchos tipos de cáncer por tratarse de una vía de señalización para proliferación celular, por lo que su curiosidad le dicta que debía seguir por esta línea de estudio para complementar su formación y volver al país más preparada, contó la doctora García.

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Fue así como en el Biomolecular Research Center de la universidad inglesa es aceptada para cursar un posdoctorado con estancia de un año, lo cual vislumbró como “una buena oportunidad”. Ya ahí se topó con un paper en el que leyó que la señalización por CSF-1 (Colony Stimulating Factor 1) también tiene un punto en el que se une con Wnt y precisamente a ella le interesaba explorar otros modelos.

Ya contaba con experiencia en ranas, y en su búsqueda por explorar otros modelos para ampliar su manejo de estos se le presenta la oportunidad de hacerlo precisamente en el Instituto Roslin, lugar en el que se llevó la clonación de Dolly y donde la doctora García anhelaba trabajar. Fue nada menos que David Hume, director del Instituto, quien la contrata para participar en el proyecto del desarrollo de los macrófagos (un tipo de glóbulo blanco), utilizando como modelo el pollo.

Es en este punto que la investigadora alcanza varias metas de su desarrollo académico: estudiar un nuevo modelo, aprender una nueva vía (inmunología) y seguir en la línea de desarrollo molecular, subraya con enorme orgullo.

Los mentores

Los abuelos de la doctora García Morales radican en un área rural de Veracruz, lugar que la especialista califica de “hermosa, es un área llena de verdor, animales. Yo siempre tuve amor por la naturaleza y mi papá, cuando yo estaba en la secundaria me dijo, ‘¿sabes qué?, como que la genética se ve que es el futuro’”.

Tras esta conversación con su padre, ocurrió precisamente lo de la oveja Dolly, “entonces se conjuntaron estas cuestiones, aparte de que a mí me interesa mucho la cuestión de la conservación y de cuidar la naturaleza, cuando vi que la clonación animal podría ser una vía de conservar, de preservar, evitar la extinción de las especies, fue cuando dije: ‘esto, esto es lo que quiero, biología’”, narra la doctora García con una enorme satisfacción en su rostro y convencida de que fue la elección indicada.

El modelo Xenopus laevis

“Realmente me encantó que el embrión, en este tipo de fragmentación que sufre el anfibio, se va a partir la célula, el cigoto, totalmente desde el polo animal hasta el polo vegetal. La mitad (cuando tú lo manipulas genéticamente) y le inyectas ARN mensajero a uno de los blastómeros, si lo haces correctamente, un lado te va a servir de manera experimental, va a ser el lado afectado por el gen que estás incrementando o reduciendo, pero el otro lado te va a quedar como un control interno; no va a influir la genética porque es el mismo organismo y tú puedes ver en el mismo individuo cómo la célula de un lado va a estar afectada, si es que es el caso, y la otra no. Entonces esto me parece increíble”, es la forma en que la investigadora relata qué la motivó a usar este tipo de modelos.

Asimismo, cuenta que hay otras especies en donde el proceso es totalmente distinto, como el caso de los pollos, en donde una vez que la gallina depositó el huevo, ya es multicelular. Ahí se tendría que hacer uso de un grupo control y otro experimental, pero en Xenopus laevis se puede experimentar con el mismo individuo, lo cual le impresionó de la especie.

A lo anterior se suma que es “una especie en la que puedes seguir desde que es un ovocito hasta que tienes el renacuajo y su metamorfosis. Es algo que me parece realmente increíble; no es una rana estacional y aunque en algunos lugares es plaga, en nuestro país no existen suficientes laboratorios que trabajen con ellas”, detalla la doctora.

El único problema que la experta comparte sobre este organismo es su naturaleza tetraploide, por lo que cuesta un poco más hacer manipulación genética con ella por tener cuatro copias de sí misma, regularmente se deben de tener dos nada más. Esta particularidad ha llevado a que la Xenopus laevis se vaya sustituyendo por la Xenopus tropicalis que es diploide pero sigue ofreciendo todas las otras ventajas de su antecesora y sigue siendo pieza fundamental para que esta experta se mantenga al día en materia de investigación.