Primero, Donald Trump encendió la furia de los conservadores adoptando medidas de control de armas con su característico estilo desenfrenado. Luego vino la renuncia de su ayudante político con más años de servicio. A la mañana siguiente, el mercado bursátil se desplomaba a raíz del inesperado anuncio de la política de Trump sobre el comercio.
Si bien el presidente de los Estados Unidos no es ajeno al caos, ya que ha sido un sello distintivo de su mandato durante el último año, las últimas 24 horas provocaron agitación en la Casa Blanca, incluso para los estándares de Trump.
La tormenta perfecta ha llegado ya que Trump busca negociar un acuerdo sobre el control de armas después del tiroteo de la escuela secundaria el 14 de febrero en Parkland, Florida, que dejó 17 personas muertas. El presidente convocó a una reunión el miércoles por la tarde con un grupo bipartidista de senadores, que recuerda una discusión de política similarmente televisada que mantuvo sobre inmigración.
Pero en cuestión de horas, Trump había dejado a los legisladores en el Capitolio luchando por respaldar medidas integrales de control de armas durante mucho tiempo opuestas por la Asociación Nacional del Rifle y los republicanos del Congreso. El presidente señaló que apoyaría las verificaciones universales de antecedentes y las nuevas restricciones de edad para la compra de armas; incluso jugó con la idea de una prohibición de armas de asalto.
Los legisladores habían estado considerando un compromiso estrecho sobre las verificaciones de antecedentes. Pero el respaldo de Trump a las reformas más expansivas, aunque temporales, dio munición a los demócratas para reforzar sus demandas del Congreso dirigido por los republicanos.
De vuelta en la Casa Blanca, el enfoque en la política fue efímero. A última hora de la tarde del miércoles, el director de comunicaciones de la Casa Blanca, Hope Hicks, anunció su renuncia.
Incluso los antiguos asesores de Trump reconocieron que la volatilidad en la Casa Blanca se había disparado a nuevas alturas.
“La moral es terrible … está mal”, dijo otro director de comunicaciones de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, a CNN el jueves.
“Corresponderá al presidente averiguar si quiere arreglarlo o no”.
Con información de The Guardian
