Nuevo centro comercial de lujo en Cuba enfrenta el consumismo estatal contra los pobres

El brazo militar ha transformado un centro comercial de Cuba en un opulento espectáculo que fascina y aleja a los cubanos: “No puedo comprar nada”

Las vendedoras de la nueva tienda de Cuba, L’Occitane en Provence ganan 12.50 dólares al mes. La eau de toilette de acacia que venden cuesta 95.20 dólares por botella. La crema facial rejuvenecedora es de 162.40 dólares la onza.

A pocas puertas hacia abajo, una cámara Canon EOS va por 7,542 dólares. Un reloj Bulgari, 10,200 dólares.

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En el corazón de la capital de una nación fundada en ideales de igualdad social, el brazo empresarial del ejército cubano ha transformado una arcada comercial centenaria en un templo hacia el capitalismo conspicuo.

Con las primeras ramas cubanas de L’Occitane, Mont Blanc y Lacoste, el centro comercial Manzana de Gómez se ha convertido en un fenómeno sociocultural desde su apertura hace unas semanas, con los cubanos vagando por los pasajes de piedra pulida.

Los cubanos mayores están aturdidos ante la visión de bienes que valen más que el salario estatal de toda una vida. Adolescentes y adultos jóvenes posan para fotos de Facebook frente a las ventanas de la tienda, lanzando signos de victoria en ecos de las imágenes enviadas por familiares en Miami, que posan sonriendo junto a televisores de 50 pulgadas y convertibles de lujo.

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El lujo a cargo de las fuerzas armadas

El brazo empresarial de las fuerzas armadas cubanas se ha convertido en el mayor minorista, importador y hotelero del país desde que el general Raúl Castro se convirtió en presidente en 2008.

Gaviota, la empresa de turismo de los militares, está en medio de una farra de construcción de hoteles. La corporación militar Cimex, creada hace dos décadas, cuenta historias de venta al por menor, negocios de alquiler de autos e incluso un estudio de grabación entre sus holdings. La cadena minorista militar TRD tiene cientos de tiendas en toda Cuba que venden todo, desde jabón a electrodomésticos a precios a menudo varias veces mayor que los de los países vecinos.

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El puerto militar de Mariel al oeste de La Habana ha experimentado un crecimiento de dos dígitos impulsado en gran parte por la demanda del sector turístico y las fuerzas armadas se han apoderado el año pasado del banco que negocia con empresas extranjeras y asume el control de la mayor parte de Cuba, Día transacciones financieras internacionales.

El pueblo mira con envidia

A pocas cuadras de distancia, los cubanos de clase trabajadora viven en departamentos deteriorados en calles atascadas por basura no recogida. Con los ingresos estatales devastados por el estancamiento a largo plazo y la inflación, apenas hay dinero para la comida, por no hablar de las reparaciones en el hogar o indulgencias.

“Esto duele porque no puedo comprar nada”, dijo Rodolfo Hernández Torres, un mecánico jubilado de 71 años que vive con un salario de $ 12.50 al mes. “Hay gente que puede venir aquí para comprar cosas, pero quizá sea una de cada 10 personas. La mayor parte del país no tiene el dinero”.

L’Occitane, Lacoste, Mont Blanc y el ala de negocios del ejército cubano no devolvieron sus solicitudes de comentarios.

Con información de The Guardian