Chile está en la cúspide de finalizar un fallo histórico para legalizar el aborto en ciertas circunstancias en un movimiento que señalaría una gran victoria para la presidenta Michelle Bachelet.
Después de dos años de debate, un proyecto de ley que permitiría terminar el embarazo cuando la vida de una mujer está en peligro, cuando un feto no es viable, o en casos de violación, podría pasar esta semana.
En virtud de la legislación vigente, las mujeres que tienen abortos y las que les asisten pueden ser condenadas a cinco años de cárcel, y los hospitales están obligados a denunciar cualquier caso sospechoso a la policía.
Sin embargo, el proyecto de ley se enfrenta a un obstáculo final después de la fuerte oposición de la derecha conservadora obligó a ser remitido al tribunal constitucional de Chile.
Durante los próximos tres días, legisladores y miembros de la sociedad civil deliberarán ante un panel de ocho jueces y dos mujeres. Si se aprueba, pondrá fin al estatus de Chile como la última nación sudamericana con una prohibición absoluta del aborto.
Las deliberaciones coinciden con la visita de Mike Pence, el vicepresidente de Estados Unidos, quien visita Chile como parte de su gira sudamericana. Pence es ferozmente anti-aborto, y es visto como muy influyente en la decisión de Donald Trump de restablecer una versión más amplia y dura de las políticas de la Ciudad de México (donde EEUU no presta ayudas internacionales a países donde el aborto es legal).
La tan esperada reforma de Chile aseguraría un legado clave para Bachelet, cuyo mandato actual termina en marzo. La ex jefa de la comisión de la ONU para la mujer, que prometió impulsar el cambio cuando asumió por segunda vez en 2014, se ha enfrentado a una fuerte reacción de la derecha conservadora y la iglesia católica. Algunos senadores argumentan que la medida viola la Constitución, que protege la vida de los no nacidos.
Manifestaciones se han llevado a cabo en toda Chile esta semana para apoyar el proyecto de ley.
Con información de The Guardian
