Cinco ejemplos de cartas sobre consejos financieros que se pueden copiar

Cuando Joe Olivier preguntó qué quería su sobrina como regalo de graduación del bachillerato este año, ella pidió un par de miles de dólares en tarjetas de regalo. Recibió, en su lugar, una carta.

En ella, su tío, que la adoraba, había escrito una lista de cosas por hacer: leer dos libros sobre finanzas personales que le había enviado y escribir un reporte de una página sobre cada uno. Luego, tomar un curso de contabilidad en línea y aprobar el examen. Una vez que hubiese completado ambas tareas, solo entonces, él abriría una cuenta corriente a su nombre y le depositaría algo de dinero.

- Publicidad-

Anteriormente, yo escribí sobre el valor de preparar y transmitir una carta monetaria en la que uno de los padres, u otro familiar, exponga algo de la sabiduría financiera obtenida a duras penas. También les pedí a los lectores que enviaran las que hubiesen escrito o leído.

No duden en sacar ideas libremente de los siguientes escritores cuando llegue el momento de escribir su propia carta:

EMOCIONES

- Publicidad -

Olivier recurrió a una carta porque le preocupaba que hablar sobre mucho dinero entraría por un oído y saldría por el otro. “El problema es que con los chicos de hoy, cuando los sientas y comienzas a ser un cuentista, sus ojos empiezan a glasearse porque su periodo de atención es el de un mosquito”, explicó.

Olivier, de 55 años, reconoció que se puso serio con bastante rapidez cuando le escribió a su sobrina, quien asistirá a la Universidad de Luisiana en Lafayette. “Es típico que, para todos, el dinero y las finanzas estén envueltos en muchas emociones, y tus puntos de vista sobre estos temas han adquirido forma desde que naciste”, escribió.

- Publicidad -

¿Empezamos con eso? Debido a que uno de los conflictos más comunes en torno al dinero en las familias es la escasez. “Típicamente, nunca hay suficiente”, dijo en una entrevista. “Los chicos escriben sobre eso”.

Y lo hacen muchísimo antes de que tengan gran conocimiento técnico sobre cómo administrar el dinero responsablemente. Instruidos primero en los sentimientos antes que en las finanzas, ¿acaso sorprende en algo que a veces tomen decisiones emocionales sobre qué tanto pedir prestado para la universidad o qué gastar una vez que hayan llegado y cuando salen?

Olivier sugirió que los adultos versados necesitan hacer que el tema sea mucho menos anodino, mucho antes de escribir ninguna carta. “Traten de ser directos con sus hijos sobre los presupuestos y la situación financiera de la familia”, recomendó.

SEXO

Cuando sus dos hijos se fueron a la universidad, George Bohmfalk le dio a cada uno una carta con algunos consejos. Entre ellos estaba éste: “Junto con el sexo, pareciera que el dinero mete a la gente en más problemas que todo lo demás combinado”, escribió. “Y ambos son grandiosos cuando se manejan como es debido”.

Bohmfalk también mencionó algunas palabras relacionadas con vivir según lo que un amigo médico le transmitió hace muchos años: una esposa, una casa. “Tantos de nuestros amigos tenían una casa en la playa o en el lago, o un avión, y un divorcio o dos”, dijo.

Bohmfalk, un exneurocirujano que vive en Charlotte, Carolina del Norte, se retiró del ejercicio de la medicina cuando cumplió 50 años.

RIESGOS

Otra cosa que tienen en común el sexo y el dinero es que ambos tienden a implicar una cierta cantidad de riesgo. No es que tenga algo de malo hacer apuestas financieras cuidadosamente consideradas. En la mayoría de los casos, de hecho, es necesario el riesgo.

“Invertir siempre involucra un riesgo”, les escribió Greg Berman, de Brooklyn, hace unos cuantos años a sus dos hijas, ahora con 17 y 13 años. “Básicamente, es una forma de apostar. Pero también es el único medio para acumular riqueza, como no sea con el sudor del propio trabajo”.

Su familia ha asumido exitosamente riesgos inmobiliarios al paso de los años, ya se tratara de sus parientes que eran constructores en las afueras de Washington o la apuesta que hicieron su esposa y él con un departamento en Manhattan y luego con una casa en Brooklyn.

También le han apostado a las acciones. Sin embargo, prefieren los fondos indexados que parecen menos un giro de ruleta que las acciones individuales. Hannah Berman, la hija mayor de Berman, dice que a él le gusta contar una historia sobre adquirir acciones en Marvel, la compañía de cómics, cuando era joven. “Perdió todo inmediatamente”, comentó ella.

ENVIDIA (Y GENERO)

La envidia es un problema y Berman, quien tiene 49 años y opera una organización sin fines de lucro, lo deja claro en su carta. Sin embargo, no llega por omisión, como hacen tantos padres de adolescentes, al supuesto de que, de alguna forma, querer cosas es, en sí mismo, malo. “Está bien querer más”, escribió. “En efecto, este impulso puede ser un incentivo para la acción, la invención y el éxito”.

¿Por qué expresarlo de esa forma? En una entrevista, habló sobre todos los libros y películas que sus hijas internalizan en las que se argumenta que el dinero no importa. ¡El dinero es la raíz de todos los males! ¡Cásense por amor! ¡Persigan su sueño!

Sin embargo, gran parte del resto de la cultura envía el mensaje totalmente opuesto. “Estaba tratando de encontrar el punto óptimo en el que se reconoce la sabiduría de esas dos perspectivas”, notó.

En una nota relacionada, menciona en su carta su experiencia de haber sido testigo, al paso de los años, de cómo los hombres negociaban agresivamente el aumento de sueldo, mientras que las mujeres no lo hacían. “Está bien pedir un aumento”, escribió. “También está bien regatear el precio de muchos productos”.

AVENTURAS

Al inicio de su carrera, Robin Hubbard, de 59 años, ganó más dinero al mes del que nunca ganó su padre. Trabajó en una compañía de Fortune 500. Sin embargo, una serie de reveses en su salud y la muerte de su esposo llevaron a que tenga que vivir con mucho menos.

Cuando leyó mi columna anterior, escribió lo siguiente a su hija de 19 años: “Te aliento a ser una coleccionista de aventuras y hacer que sonrían otras personas. Después de las penurias de los problemas de salud, he concluido que no quiero ninguna otra cosa que no sea grandes conversaciones o experiencias interesantes”.

Ron Lieber
© 2016 New York Times News Service