Condena ejemplar a los responsables del peor naufragio de migrantes en el Mediterráneo

La justicia italiana condenó este martes a 18 y cinco años de cárcel a los dos responsables del naufragio de un barco pesquero en el que murieron en 2015 más de 800 migrantes, una de las peores tragedias ocurridas en el mar Mediterráneo.

La sentencia fue pronunciada por los jueces de Catania, en Sicilia, y condena con una pena ejemplar de 18 años de prisión al capitán del barco pesquero, el tunecino Mohamed Alí Malek, y a cinco años a su asistente, el sirio Mahmud Bikhit.

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El juicio, celebrado de forma rápida, con audiencias a menudo a puerta cerrada y con la casi total indiferencia de los medios de comunicación italianos, incluye asimismo una indemnización de nueve millones de euros.

Los dos acusados, que ​​negaron toda responsabilidad en la tragedia y sostienen que son simples migrantes, fueron juzgados por favorecer la inmigración ilegal.

La pena más severa fue para el capitán, condenado también por múltiple homicidio culposo y naufragio. Según la acusación, las maniobras erráticas de Malek contribuyeron significativamente al naufragio de la embarcación.

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En la noche del 18 de abril de 2015, el pesquero, procedente de Libia, naufragó tras impactar contra un cargo portugués que había acudido en su ayuda. Sólo sobrevivieron 28 personas, que confirmaron la existencia al menos 800 a bordo cuando el barco partió.

Según los testimonios de los supervivientes, Malek se encontraba frente al timón cuando el pesquero, sobrecargado, se hundió minutos después de chocar con un carguero portugués que intentaba rescatarlo.

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“No son traficantes de seres humanos, el responsable del barco suele ser designado al zarpar; le dan un teléfono móvil, una brújula, y se les prohíbe, bajo pena de muerte, dar la vuelta”, explicó a la AFP el abogado de Malek, Massimo Ferrante.

Durante el juicio, Ferrante pidió un examen de las maniobras realizadas por el buque portugués, pero los jueces de Catania exoneraron rápidamente al carguero de cualquier responsabilidad en la tragedia.

Las escalofriantes historias de los supervivientes han provocado una ola de indignación, obligando a la Unión Europea a reforzar significativamente su presencia frente a las costas de Libia, de donde zarpan la mayoría de los migrantes, y actualmente patrulladas por barcos militares europeos.

A pedido del entonces jefe del Gobierno, Matteo Renzi, la Marina italiana recuperó a finales de junio los restos del pesquero siniestrado, que se encontraba a 370 metros de profundidad, una operación insólita con un coste de diez millones de euros que deberá permitir identificar a todos los muertos.

– Dar una digna sepultura –

La idea de Italia es crear una red europea para identificar a los indocumentados que pierdan la vida durante su travesía por el Mediterráneo para poder darles una sepultura digna, de manera que Europa recuerde “los valores que realmente importan”, prometió entonces Renzi.

Junto con las 24 víctimas enterradas en Malta tras la tragedia, los 219 cuerpos rescatados
los días posteriores al naufragio y los restos hallados por los forenses dentro de la embarcación, la suma de muertos supera las 800 personas, según las autoridades.

Para los bomberos italianos, que consideraban que la embarcación no podía transportar más de 250 personas, la conmoción fue notable al llenar 458 bolsas con los cadáveres hallados en la bodega, en la sala de máquinas y hasta en el pequeño hueco que contiene la cadena del ancla en la parte delantera del pesquero.

Los documentos hallados en los bolsillos de los cadáveres demuestran que muchos provenían de Sudán, Somalia, Malí, Gambia, Etiopía, Senegal, Costa de Marfil, Eritrea, Guinea Bissau y Bangladés.

Al dar a conocer esas cifras en octubre, Vittorio Piscitelli, comisario extraordinario para las personas desaparecidas en Italia, manifestó su indignación. “¡¿Cómo pudieron entrar 900 personas en ese barco?! Era imposible que llegaran vivas”, lamentó.

El examen de los cuerpos hallados tras el hundimiento ofreció un cuadro conmovedor y sorprendente de la tragedia. “Los acomodaron por todas partes para su último viaje, hacinados como en los trenes de Auschwitz”, contó uno de ellos.

En uno de los bolsillos de su ropa, prueba del propio dolor de los migrantes, uno de ellos portaba una bolsita con tierra de su país.

Los cuerpos de los migrantes fueron enterrados en varios cementerios en Sicilia después del minucioso examen realizado por los expertos forenses de todos los elementos que pudieran ayudar a identificarlos: desde muestras de ADN a documentos, ropa, tatuajes o cicatrices.

Las autoridades italianas están tratando ahora de rastrear a las familias a través de la Cruz Roja Internacional, las embajadas italianas en los países de origen y los países europeos donde puedan residir parientes.

Pese al drama, los traficantes de humanos siguen enviando en barcos sobrecargados a miles de personas que arriesgan su vida para llegar al otro lado.

Desde abril de 2015, más de 300.000 migrantes llegaron a Italia y cerca de 7.000 han muerto o desaparecido en el Mediterráneo. Este martes, a menos de dos kilómetros del tribunal de Catania, 678 migrantes desembarcaron tras ser socorridos frente a las costas de Libia.