Conforme la economía de China se desacelera, el esfuerzo de crecimiento de Pekín pierde empuje

LEIZHOU, China _ Durante años, Mo Ping se ganó la vida atendiendo los árboles de mango y azufaifo que cultivaba en menos de una hectárea en esta punta de tierra en el extremo sur de China.

Luego, el año pasado, Mo y otros en su aldea cercana a la ciudad de Leizhou recibieron lo que consideraron una oferta demasiado baja para vender sus tierras para dar paso a una planta de energía alimentada con carbón de 1,500 millones de dólares. La mayoría la rechazó, pero el gobierno local envió aplanadoras de todos modos.

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“Había varios cientos de policías en el lugar, y no nos permitieron acercarnos a la granja”, dijo Mo, un hombre de 51 años de edad con lodo seco bajo sus uñas recortadas. “Me dolió el corazón, y lloré porque estaba realmente molesto”.

La planta operada por carbón es parte de un enorme y costoso esfuerzo del gobierno para revitalizar la economía china. Funcionarios han acelerado la construcción de la planta en los últimos meses junto con veintenas de puentes, vías férreas, fábricas y otros proyectos de construcción para contrarrestar la desaceleración económica. China reportó recientemente que su economía creció 6.7 por ciento en el trimestre terminado en junio en comparación con hace un año, un nivel que iguala el ritmo más lento desde la crisis financiera mundial.

Esos esfuerzos de revitalización han funcionado antes. Hace siete años, tras la crisis financiera, China desencadenó un frenesí de créditos y gasto que salvó al país de las dolorosas recesiones que afectaron a Estados Unidos y Europa.

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Pero los tiempos han cambiado, dicen los economistas. Como los niveles de deuda de China están aumentando y sus industrias están plagadas de fábricas innecesarias, las tácticas tradicionales de China no tienen el mismo impacto.

En vez de nuevo crecimiento, “vamos a seguir viendo un aumento en los niveles de deuda, y el crédito realmente ya no tiene un impacto que pudiera apoyar a la economía”, dijo Julian Evans-Pritchard, economista especializado en China en Capital Economics.

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A fines del año pasado, conforme la economía de China se desaceleraba, funcionarios apresuraron la aprobación de proyectos para producir más actividad económica. Al mismo tiempo, el país desencadenó un frenesí de créditos a través de sus bancos controlados por el Estado. El crédito en China está creciendo ahora cuatro veces más rápido que la economía en general, estima George Magnus, socio en el Centro sobre China en la Universidad de Oxford y asesor de UBS, el banco suizo.

Pero gracias en parte al esfuerzo de estímulo previo a la crisis, la deuda corporativa de China ahora representa 160 por ciento de su producción económica y está creciendo rápidamente, según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional. Con tanta deuda en sus libros, las compañías chinas son menos capaces de gastar en nuevos proyectos, incluso con generosa ayuda gubernamental, porque enfrentan grandes desembolsos para costos de intereses.

Después de la crisis financiera, como ahora, mucho del dinero gubernamental se destinó a áreas donde China ya tenía demasiadas fábricas ociosas o subutilizadas, como siderurgia, manufactura y plantas de energía alimentadas con carbón. “La creación del crédito está impulsando una creciente asignación errónea de los recursos”, dijo Magnus.

La planta de Leizhou es una de las veintenas de nuevas plantas alimentadas con carbón que están siendo construidas en toda China, que representan unos 200 gigavatios de capacidad de generación, según estimaciones de Greenpeace, o alrededor del doble de la capacidad total de Gran Bretaña.

Las plantas de energía alimentadas con carbón, en particular, parecen cada vez más innecesarias. El año pasado, las plantas de carbón de China _ que generalmente pretenden operar un promedio de unas 5,500 horas por año _ operaron en un promedio de alrededor de 4,300 horas, según Alvin Cheng y Jenny Huang, analistas de energía en Fitch Ratings. Fitch espera que el uso promedio caiga a menos de 3,600 horas para el año próximo.

Pekín, preocupado por el derroche y los perniciosos problemas de contaminación del país, publicó en abril lineamientos que suspenderían las aprobaciones de nuevas plantas alimentadas con carbón en muchas áreas del país. Pero esa prohibición no aplicaría para los proyectos ya en construcción, como la planta en Leizhou.

“Hay demasiada capacidad excedente, no tiene caso construir una planta como esta”, dijo Lin Boqiang, experto en energía en la Universidad de Xiamen, en una entrevista telefónica. “Este sería un desperdicio de la inversión”, añadió. “Tan sencillo como esto”.

Leizhou es uno de los lugares más pobres en la provincia de Guangdong, según datos oficiales. La industria es escasa aquí, aunque la provincia incluye a uno de los principales centros manufactureros de China. En la principal área urbana de Leizhou, se erigen gigantescos espectaculares sobre las intersecciones de las calles que advierten contra los peligros de tomar drogas; los residentes locales dicen que las metanfetaminas y la ketamina son las más comunes.

Mo es uno de cientos de aldeanos que dicen que su medio de sustento y el ambiente local están en riesgo. Durante generaciones, la gente en las aldeas aquí a lo largo de la costa del golfo de Tonkin ha vivido de la tierra y del mar, cultivando, pescando y procesando sal marina. Las amplias lluvias de verano y el clima subtropical se prestan para cultivar frutas.

Algunos residentes son escépticos de que la planta aporte empleos a los residentes locales, diciendo que lo más probable es que se importen trabajadores de otras áreas.

“El proyecto no nos aporta ningún beneficio, y no tenemos compensación”, dijo Zhou Shu, de 35 años de edad, un pescador que jugaba cartas con sus amigos a la sombra de un árbol cerca de la tienda de la aldea en una tarde reciente.

Les preocupa más bien que la construcción relacionada a lo largo de la costa pudiera destruir su forma de ganarse la vida. “Vivimos al lado del mar, así que dependemos de él para ganarnos la vida”, dijo.

La gran preocupación para muchos es la contaminación. “No tenemos muchas tierras que cultivar en nuestra aldea”, dijo Liang Zhuang, un pescador de Gangcai cuya familia ha estado viviendo del mar aquí durante generaciones. “Así que si hay contaminación en el mar, perderemos nuestro principal medio de sustento”.

Neil Gough and Owen Guo
© 2016 New York Times News Service