Congreso Nacional del PT

Al final, los homicidas, porque eso son aunque sus actos sean culposos y no dolosos, gozan de su plena libertad

El amplio espectro del sistema mexicano contempla y abarca una diversidad de opiniones y propuestas que enriquecen nuestra democracia.

El reciente congreso nacional del Partido del Trabajo (PT) celebrado en la Ciudad de México, y en el que fue reelecto el profesor Alberto Anaya como dirigente de este instituto político, fue el marco para mostrar el músculo político de un partido que cobra fuerza en el escenario nacional.

En el contexto del XII Congreso Nacional Extraordinario del Partido del Trabajo, Anaya Gutiérrez constató la presencia y la participación de las huestes petistas procedentes de todos los rincones de la República, y Baja California no podía ser la excepción.

A nuestra frontera, la delegación encabezada por el comisionado político nacional Jaime Bonilla, trajo la encomienda de seguir trabajando por la Cuarta Transformación al lado del gobierno federal que encabeza Claudia Sheinbaum Pardo.

Para el país, el PT es la voz de la conciencia, que debe insistir al oído de Morena que no se aparte de sus principios trazados y marcados durante la pasada administración de Andrés Manuel López Obrador.

Toca a la dirigencia nacional de este partido y a sus coordinadores estatales velar por el cuidado de esos principios y corresponde a los ciudadanos calibrar la importancia de los partidos que hoy en día han ganado espacios en los puestos de elección popular.

Despreciados como la “chiquillada” por los hacendados panistas que lucraron desde el poder, los partidos emergentes y algunos que ya suman décadas de trabajos, han demostrado su peso y su valor a la hora decisiva de las elecciones de iniciativas de ley, o de hacer sentir su presencia en cabildos, congresos estatales y en las cámaras de senadores y diputados.

No es casual que para el caso de Baja California hayan sido congeladas más de una docena de iniciativas tan sólo por proceder de una diputación petista.

Tampoco olvidemos que en política no hay enemigo pequeño ni aliado del que debamos de prescindir. A diferencia del sistema político estadounidense, que privilegia solo a dos partidos, el demócrata y el republicano, el amplio espectro del sistema mexicano contempla y abarca una diversidad de opiniones y propuestas que enriquecen nuestra democracia.