Al seleccionar a Brett Kavanaugh para la corte suprema, Donald Trump eligió a un jurista que durante mucho tiempo ha sido promocionado como una estrella ascendente conservadora.
Kavanaugh trabajó en la Casa Blanca de George W. Bush antes de ser nominado a la corte de apelaciones de DC en 2003. Fue confirmado en 2006 después de que los demócratas organizaron una larga pelea contra su nominación con el argumento de que Kavanaugh era excesivamente partidista.
Antes de su paso por la Casa Blanca de Bush, Kavanaugh trabajó para Ken Starr, el abogado que dirigió la investigación del presidente Bill Clinton en la década de 1990. Kavanaugh ayudó a escribir el Informe Starr, que exponía el caso de la destitución y destitución de Clinton. También hizo trabajo legal para la campaña de Bush durante el recuento de las elecciones de Florida.
A la luz de la continua investigación de Robert Mueller sobre la posible colusión entre Rusia y la campaña de Trump, Kavanaugh probablemente enfrentará preguntas sobre sus puntos de vista sobre si los presidentes sentados pueden enfrentar una investigación criminal. En un artículo de revisión de la ley de 2009, afirmó que la acusación era una salvaguardia adecuada “si un presidente hace algo cobarde”.
“El trabajo del presidente ya es bastante difícil”, escribió Kavanaugh. “Y el país pierde cuando el enfoque del presidente se distrae por la carga de los litigios civiles o la investigación criminal y posible enjuiciamiento”.
El hombre de 53 años tiene credenciales académicas impecables. Se graduó de Yale College y Yale Law School y trabajó para el juez Anthony Kennedy, cuya jubilación dejó vacante el puesto para el que ha sido nominado. Desde que asumió el cargo, Kavanaugh es autor de 286 opiniones diferentes. En su discurso introductorio para Kavanaugh, Trump elogió sus opiniones por su “habilidad, perspicacia y adhesión rigurosa a la ley” y señaló que “más de una docena han sido adoptadas por la Corte Suprema como la ley de la tierra”.
Con información de The Guardian
