Contra el capitalismo global, las luchas trasnacionales: William I. Robinson

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- El doctor en filosofía William I. Robinson, catedrático de la Universidad de California (recinto Santa Bárbara), está convencido de que una crisis sistémica, como la que no se ha vivido desde el fin del feudalismo, se aproxima y transformará al sistema capitalista global.

No es fatalista respecto a lo que ocurriría, pues considera que los periodos de crisis siempre abren posibilidades, como sucedió tras la de 2008, que dio lugar a la llamada Primavera Árabe o al movimiento Ocupa Wall Street. Pero el punto es que no se puede enfrentar al capitalismo global con movimientos aislados o locales:

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“Necesitamos –dice– luchas políticas trasnacionales.”

Hace unas semanas el también sociólogo y maestro en estudios latinoamericanos por la Universidad de Nuevo México, presentó en nuestro país su libro ‘América Latina y el capitalismo global. Una perspectiva crítica de la globalización’, publicado en español por Siglo XXI Editores, con los comentarios de John Ackerman, José María Castro y Gilberto López y Rivas.

En entrevista con Proceso el académico explica que el libro tiene un doble propósito: dar a conocer sus teorías sobre la etapa global del capitalismo que se ha venido desarrollando desde hace unos 20 años, y ser a la vez un instrumento analítico para la realidad de América Latina en su contexto histórico, es decir, que sea útil para los movimientos populares.

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En este sentido, Robinson se asume como un “intelectual orgánico” –a la manera gramsciana–, que en este caso no desea servir al poder o a las clases hegemónicas, sino estar en función de las transformaciones sociales y los movimientos populares.

“Hay intelectuales orgánicos de la derecha. El concepto de intelectual orgánico es no estar flotando en el aire, identificarse con proyectos históricos. De hecho, considero que cualquier producción intelectual es siempre orgánica en el sentido de que no se puede hablar del mundo sin tener una posición frente a él y los intereses sociales clasistas antagónicos. Entonces, en realidad, toda producción intelectual, a menos que sea de física o de química, tiene alguna base orgánica. Pero yo aspiro a ser un intelectual orgánico de las clases populares y de los proyectos de transformación que surgen desde abajo.”

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El sociólogo habla de sus teorías sobre el capitalismo, las crisis y las posibles salidas en el futuro próximo, así como del panorama que rige a México, en donde en su opinión hay una crisis de hegemonía que no se había visto desde la Revolución Mexicana.

Indica que como parte del capitalismo global ha surgido una clase capitalista trasnacional, una élite que incorpora elementos de todo el mundo. Y México “está en el mero meollo de eso”. Pone como ejemplo al Grupo Cemex o al empresario Carlos Slim, del Grupo Carso, quien “no es un vende patrias”, sino un inversionista trasnacional con intereses económicos en los cinco continentes, aunque viva en México y tenga pasaporte mexicano.

Contrario a lo que dice el discurso de la globalización, en el sentido de que “va a llevar a la humanidad a la prosperidad”, el investigador afirma que en realidad ha sido un desastre para 80% de la humanidad, mientras el 20% restante ha podido sobrevivir y hasta prosperar, y entre 1% y 3% forma la élite transnacional que ha reconfigurado la estructura del poder global para constituirse en la fracción hegemónica de la sociedad global.

Para el académico la crisis global abarca cinco dimensiones:

La ecológica, que juzga como la más grave porque tiene a la humanidad al borde de un colapso ambiental, puesto que el capitalismo en su fase actual ya no es ecológicamente sostenible.

La polarización, porque la desigualdad social nunca había llegado a los niveles de esta segunda década del siglo XXI, en la que, según datos de la organización no gubernamental Oxfam, de enero de 2016 menos de 20% de la humanidad controla 94% de la riqueza del mundo, el 6% restante es para 84% de la población mundial.

“Esa polarización social, lógicamente, genera conflictos sociales, políticos, militares. Es completamente insostenible. Además tiene increíbles niveles de represión por parte de los grupos dominantes de los Estados, porque cómo pueden contener esos conflictos, esas contradicciones explosivas del sistema si no es por medio de la represión, de los sistemas coercitivos. Por eso en el libro se habla también del surgimiento de proyectos del fascismo del siglo XXI.”

“La humanidad superflua”, que son las capas sociales que han sido expulsadas de su participación en la economía global, han sido despojadas. Afirma que nunca en la historia del capitalismo mundial, que tiene ya 525 años, se había visto ese grado de marginalidad. Se había marginado a 5 ó 10 % de la población, pero ahora se alcanzan niveles de entre 31 y 35%.

El cuarto aspecto se refiere a los medios de violencia y su control por parte de las élites globales, y también destaca que nunca tuvieron el alcance actual. Los medios de control de hoy hacen que la sociedad viva en una vigilancia panóptica permanente.

Otra característica es el desfase entre la economía globalizada y el sistema de autoridad política, que aún descansa en el sistema de Estado-naciones. Y hoy en día, ningún Estado-nación puede controlar la anarquía y las contradicciones del capitalismo global, porque no existe un gobierno global, y no se cuenta con los instrumentos que podrían apaciguar el caos.

En el prólogo del libro, de 480 páginas, el sociólogo afirma contundente que luego de la salida en
2007 de la versión en inglés de este volumen, hubo un desplome de la economía global en 2008 que incrementó el caos de la sociedad global:

“Más que una crisis económica, enfrentamos lo que califico como una crisis de la humanidad. Estamos viviendo momentos de gran conmoción, incluyendo la verdadera posibilidad de un colapso, así como la amenaza creciente de los sistemas represivos de control social para contener las contradicciones explosivas de un capitalismo global envuelto en una profunda dislocación estructural, ambiental y cultural.”

Y, entre otras cosas, recuerda que en la crisis de los años treinta, que fue una crisis del capitalismo mundial, no global, hubo respuesta con proyectos de la izquierda y proyectos fascistas. Tras la guerra se impusieron proyectos como la socialdemocracia, el keynesianismo, y en México el cardenismo.

“Ahora estamos de nuevo en un escenario parecido al de los años treinta, pero mucho más grave por el alcance de componentes como los medios de violencia, la crisis económica y la humanidad superflua, que es un genocidio.”