spot_img

Credenciales destruidas

La destrucción de casi 75 mil credenciales de elector en Baja California debe llevarnos a una seria reflexión sobre la necesidad de dejar de tramitar este documento como nuestra principal identificación oficial.

Y es que lejos de utilizar la INE, como la conocemos, para propósitos electorales, los mexicanos seguimos usándola para todo tipo de trámites, desde inscribir a nuestros hijos ante el Registro Civil hasta matricularlos en los sistemas educativos, o para abrir una cuenta bancaria, tramitar un pasaporte o tomar un vuelo.

La medida, determinada durante la Cuarta Sesión Ordinaria de la Comisión Local de Vigilancia del INE BC, nos informa que fueron con exactitud 74 mil 939 las credenciales destruidas, para lo cual fueron trituradas y quizás como en casos anteriores, sean utilizadas para fabricar con estos residuos, material de impermeabilización.

Con una cifra de 3 millones 197 mil 732 de personas que integran la Lista Nominal definitiva en Baja California, pareciera que 75 mil credenciales -que representan apenas un 2.4 por ciento-, no pareciera ser una cifra significativa, sin embargo a esta hay que agregar el dato que nos coloca como la entidad que ocupa el primer lugar en cuanto al abstencionismo.

El desinterés por acudir a las urnas se traduce en un costo cada vez más elevado y tan solo por el uso de las medidas de seguridad, el material y el personal, cada mica cuesta hasta 280 pesos por lo que las casi 80 mil credenciales destruidas equivalen casi a 22 millones de pesos tirados a la basura, estos sin contar los casos de aquellas personas que no acudirán a las urnas en los comicios.

Y es que muchas personas solicitan dicho documento para los trámites ya enlistados, excepto para votar. Tan solo en los comicios del 2021, el 62 por ciento de los votantes registrados en lista nominal no votaron.

Particularmente en un estado fronterizo como Baja California muchas personas gestionan una credencial electoral para la realización de trámites relacionados con sus pasaportes y visas, lejos de interesarse en la participación efectiva para elegir a sus representantes populares. Por todo ello, la democracia nos cuesta más y provoca la formación de un padrón electoral que no corresponde a nuestra realidad y por el que son nombrados alcaldes, diputados o gobernadores con una mínima participación del electorado.