Cuando mamá y papá no pueden vender la granja (o, en este caso, el parque temático)

UNION, Illinois No es fácil vender un parque temático Wild West Town ubicado casi 100 kilómetros al noroeste de Chicago, como han descubierto Larry y Helene Donley.

La pareja de octogenarios ha operado el lugar durante 43 años y finalmente está lista para jubilarse. Pero sus hijos, Randy y Mike, que tienen poco más de 60 años de edad y han ayudado a administrarlo, se inclinan por otros desafíos. Y los tres nietos Donley, que crecieron jugando a los vaqueros en el parque de diversiones de 9.3 hectáreas, están lejos viviendo su propia vida. Parece bastante probable que este negocio de propiedad familiar por excelencia será transferido a las manos de un extraño.

- Publicidad-

Sin embargo, hay un impedimento: Los Donley más ancianos no quieren que alguien convierta la propiedad en, digamos, un espacio de conciertos, como sugirió una vez un potencial comprador. Idealmente, quieren que las cosas continúen en su forma actual, desde el pabellón recubierto de oro hasta el espectáculo del Viejo Oeste en vivo y los recorridos para niños pequeños en la locomotora miniatura del siglo XIX.

Donley’s Wild West Town ha estado a la venta, intermitentemente, durante algunos años. El precio solicitado actual es de 7 millones de dólares, pero Larry Donley ha rechazado a gente que no parecía dispuesta o no tenía probabilidad de preservarlo como está.

“No creo que alguien realmente interesado en este lugar lo desmonte”, dijo.

- Publicidad -

Los desarrolladores han ansiado la propiedad, que incluye un restaurante con licencia para vender licores y sería perfecta, en su mente, para otros usos comerciales, como una arena de conciertos o una concesionaria de autos antiguos. Ven a Donley’s Wild West Town e imaginan rápidamente cómo pudiera ser demolido.

Y, aun cuando los Donley mayores saben que pudieran beneficiarse económicamente con facilidad si cedieran a esas ofertas tentadoras, están decididos.

- Publicidad -

Sus hijos, Randy y Mike, dicen que el parque temático es atractivo para el niño interior de su padre, y él parece estar de acuerdo.

“Me recuerda cuando yo era niño en los años 30”, dijo Larry Donley.

Esa es la dificultad de vender un negocio reliquia de familia que nadie más de los parientes realmente quiere operar.

¿Esto frustra a las generaciones más jóvenes? Dicen que no e insisten en que están empeñados a operar el parque hasta que encuentren a ese comprador elusivo.

“El parque nunca fue nuestro sueño”, dijo Randy, el hijo menor, sobre sí mismo y su hermano, quien subasta fonógrafos y rocolas antiguos y otros artículos estadounidenses del siglo XX como su principal ocupación.

En cuanto a su padre, sin embargo, “él realmente cree que esa persona existe”.

Como con muchos parques de diversiones, el grueso de los ingresos parte de ellos de las entradas de 17 dólares por persona tiene que entrar entre mayo y fines de octubre. Mike Donley no discutió los detalles financieros, pero dijo que el parque había hecho ganar lo suficiente a la familia para sostener a tres generaciones a lo largo de décadas. Mike y Randy Donley dicen que es rentable.

Jim Futrell, un historiador de parques de diversiones, dijo que un parque del tamaño de Wild West Town podría tener ingresos de unos 10 millones de dólares anualmente pero que eso no incluiría las utilidades de un restaurante en el sitio operado por los hermanos gemelos que recientemente se hicieron cargo de él y de otros eventos celebrados ahí, incluidas las subastas de Randy Donley.

Lugares como Wild West Town son reliquias de una era pasada, que tratan de atraer a niños que se sienten más atraídos por la realidad virtual y las aplicaciones móviles que por los juegos de policías y ladrones o indios y vaqueros.

Situado en una comunidad agrícola con una población de aproximadamente 750 habitantes, Donley’s Wild West Town tiene mucha competencia local, desde el Six Flags Great America al norte hasta el Santa’s Village Azoosment Park 35.4 kilómetros al sur.

Robert Kramer, director de mercadotecnia de Santa’s Village en East Dundee, Illinois, dijo que operar un pequeño parque de diversiones conlleva algunos desafíos modernos. Tanto Wild West Town como Santa’s Village se enfocan en la multitud entre los dos y los 12 años de edad. En estos días, esos niños son renuentes a dejar sus dispositivos electrónicos por un día de diversión sin conexiones y al viejo estilo, dijo.

La cada vez más amplia naturaleza de los deportes organizados acapara el tiempo libre en familia. Y un exceso de opciones de entretenimiento, desde los bolos y el paintball hasta parques temáticos más grandes y más extravagantes, también aleja a los potenciales clientes.

Santa’s Village abrió en 1959 pero cerró en 2006, y su dueño original está muerto. Bajo un nuevo propietario y administración, el parque reabrió en 2011 y ha continuado añadiendo atracciones, incluida una montaña rusa de 1.5 millones de dólares que se inauguró este año. Se necesita una inversión constante, dijo Kramer, porque “hay una tonelada de otras opciones cuando se trata de actividades familiares”.

Donley’s Wild West Town sigue siendo el sitio de muchos recuerdos felices de la infancia, particularmente para los nietos Donley.

“Mientras crecía, era como un cuento de hadas”, dijo Shawnah Donley, de 29 años de edad e hija de Randy Donley. “Era nuestro patio trasero, y nosotros éramos parte de lo que nuestra familia hacia para ganarse la vida”.

Creció cerca y recuerda los viajes de campo escolares a Wild West Town. Después de la universidad, Donley consiguió un empleo en el espectáculo del Viejo Oeste de acción en vivo, donde su trabajo captó la atención de un buscador de talentos. Eso la llevó a una carrera profesional como actriz de escenas peligrosas, con créditos que incluyen la película “Contagion”. Ahora vive en Chicago y también trabaja como agente de bienes raíces. Pero aunque dice que su generación, que incluye a un hermano menor y un primo, espera ver que el parque siga operando, el hecho de que su familia esté buscando venderlo no es una sorpresa.

“Es algo que siempre pensamos que sucedería”, dijo. “Tenemos nuestros propios intereses y futuro”.

Además de una atracción recubierta de oro, el sitio tiene un tren antiguo en operación, una montaña rusa moderada (la “Runaway Mine Cart”), un carrusel y una atracción acuática. También hay campos de tiro y arquería, y una galería para el lanzamiento de tomahhawks y disparos con resorteras. Empleados vestidos de vaqueros dan lecciones del arte de lazar y exhibiciones de cómo hacer girar pistolas. La cárcel del pueblo incluye celdas auténticas del siglo XIX adquiridas de la cárcel en la localidad de Union. Los visitantes pueden convencer al alguacil del pueblo de que arreste a personas.

Durante la temporada alta, el sitio emplea a unas 100 personas, muchas de ellas estudiantes de las preparatorias locales. Atrae a visitantes de un radio de casi 100 kilómetros, incluyendo a grupos escolares y de guarderías, grupos de iglesias y asistentes a campamentos.

Sid Schroepfer, quien será estudiante de último año de preparatoria en el otoño, demostraba sus habilidades para hacer girar el lazo en el parque un domingo reciente. Este es un empleo nuevo para él, y dijo que le gustaba porque “se trata de interpretar a un vaquero todo el día”.

“Estamos vendiendo una experiencia a los padres, los abuelos y los niños”, dijo Mike Donley. “Todo es de participación activa”.

En lo que la familia admite fue en gran medida un ardid publicitario, pusieron a Wild West Town en venta en el catálogo de Navidad del año pasado de Hammacher Schlemmer, donde destacó entre dispositivos de masaje, juguetes de control remoto y aparatos para hacer ejercicio. Muchos años antes en 2003 , lo ofrecieron en eBay por 12 millones de dólares. Aunque tampoco entonces recibieron muchas ofertas serias.

Y, mientras, la operación sigue adelante, de manera nostálgica para algunos de sus dueños.

“Aunque lo disfrutamos mucho, aunque lo amamos mucho, fue un trabajo duro los siete días de la semana”, dijo Mike Donley, y añadió que los nietos “no lo ven como un futuro para ellos”.

Larry y Helene Donley viven en una casa al lado del parque de diversiones y trabajan en el lugar todos los días. La familia bromea con que es probable que pidan un empleo a los próximos dueños. Los hermanos dicen que no están forzándolos a vender.

“Si quieren encontrar otro propietario durante su tiempo de vida, yo preferiría dejarlos hacerlo”, dijo Mike Donley sobre sus padres. “Es otros desafío para ellos”.

Liz Moyer
© 2017 New York Times News Service