“Cuéntame una ópera”: “El elíxir de amor”

 

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Durante años he venido propugnando porque la ópera deje el recinto sagrado y salga de Bellas Artes para presentarse en otros espacios que, si no más adecuados para la representación en sí, sí menos atemorizantes para la gente no habituada y con boletos de menor costo que los del palacio de mármol.

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Por eso me pareció muy buena la iniciativa de Cuéntame una ópera, que fue concebida para presentarse en espacios alternos con la intención expresa de atraer nuevos públicos. Las óperas a presentar serían objeto de una adaptación especial que reduciría su duración pero mantendría los momentos más brillantes de cada obra, a más de que se les harían otras adecuaciones para que, sin que perdieran esencia, ofrecieran las óperas de una manera más ligera y accesible a los no iniciados.

En estas condiciones es que llegó al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris la bella, simpática y ya de por sí muy accesible El elíxir de amor de Gaetano Donizetti, en adaptación de la conocida soprano Lourdes Ambriz, actual directora de la Ópera de Bellas Artes.

Tres fueron las funciones en el Teatro de la Ciudad, viernes, sábado y domingo. Asistí el sábado donde vi una luneta llena en 80% pero mucho más vacíos los pisos superiores. Colegí que esto era por la poca publicidad y por los precios, pero hete aquí que, el lunes, un boletín de prensa del INBA me informó que las entradas habían sido gratuitas. Acepto desde ya que puedo estar equivocado, pero la publicidad que yo vi al respecto jamás dejó claro eso de la entrada gratuita lo que, estoy seguro, hubiera atraído a mucho más público. He aquí un punto a corregir de inmediato si es que se van a continuar este tipo de funciones promocionales.

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En cuanto a la presentación en sí del famoso Elíxir de amor, puede afirmarse que en general y mayoritariamente está bien, pero adolece de fallas que, siendo mayúsculas, son muy fácilmente corregibles y que hay que corregir, porque no olvidemos que el propósito inicial y primario de este proyecto, Cuéntame una ópera, es la creación de nuevos públicos. Veamos.

En primer lugar, para facilitar y conducir un hilo narrativo, se inventó a un personaje femenino, “Dulcamarina”, que sustituye al original merolico “Doctor enciclopédico” Dulcamara, lo cual está bien, pero resulta que esta narradora se convierte en la protagonista principal, con lo cual manda a un segundo plano a los personajes centrales originales, Nemorino y Adina.

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Con esta Dulcamarina se produce otro error enorme, ella explica las escenas, lo que ha sucedido en ellas y el porqué de lo acontecido pero… lo hace a posteriori, siendo que para comprensión de las mismas (no se usa supertitulaje y se canta en el italiano original), esa explicación debiera ser dada antes de de su presentación. Así, por ejemplo, nunca queda claro el papel jugado en la trama por Belcore, el enamoradizo sargento que está a un paso de desposar a Adina. Como este, muchos otros detalles. Sin embargo, como ya apuntaba, en general la intención es loable y la función funcionó. Empero puede mejorarse enormemente. Al respecto una pregunta, ¿es muy caro el supertitulaje, encarecería mucho la sencilla presentación que sólo se hace a piano?

El elenco de la función que presencié se integró con: Adina, Claudia Cota, soprano. “Coloratura” agrega el programa de mano, pero a mí no me consta. Nemorino, Rodrigo Petate, tenor; Belcore, Alberto Albarrán, barítono; Dulcamarina, la actriz Wendy González. Al piano estuvo Abd El Hadi Sabag, teniendo todos un buen desenvolvimiento. La dirección de escena y la coordinación de producción correspondió a Fernando Gómez Pimentel.

Esperamos que pronto nos cuenten otras óperas.