Destazando monstruos en el Mar del Norte

NUEVA YORK ⎯ Anclado frente al puerto de Rotterdam, Holanda, el Pioneering Spirit se ve tan grande que es difícil reconocerlo como un barco. La tripulación de 450 marinos empequeñece por las grúas y ductos que dominan las extensas capas de sus cubiertas.

Durante décadas, Edward Heerema, jefe de Allseas, la compañía de servicios energéticos con sede en Suiza, soñó con construir una embarcación gigantesca para instalar plataformas petroleras marítimas. Pero el Pioneering Spirit ha encontrado otro propósito: desmantelar campos petroleros en el Mar del Norte británico.

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Como los precios del petróleo han caído significativamente en los últimos dos años, Heerema dijo que ahora estaba solo enfocado en encontrar suficiente trabajo para pagar su nómina. “No puedo decir cuánto tiempo tomará que se pague solo. Quizá 10 años, quizá 30 años”, dijo sobre el barco.

El Mar del Norte británico fue alguna vez una fuente de petróleo crucial para el mundo. En su apogeo en 1999, producía unos 2.9 millones de barriles de petróleo al día, más que Kuwait o Irak en esa época.

Desde entonces, la producción generalmente ha estado en una larga declinación conforme los campos petroleros descubiertos hace décadas se han agotado y los altos costos desalientan la nueva exploración. Su declinante fortuna ha sido afianzada por el ascenso de las energías renovables y la campaña a favor de alternativas más limpias al petróleo.

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“Es una de esas señales de que podríamos estar en un momento crítico”, dijo Anthony Hobley, director ejecutivo de Carbon Tracker, un grupo sin fines de lucro que estudia los riesgos de inversión del paisaje energético cambiante. “Bien podríamos estar en ese punto crítico en la historia en que la gente dirá que este es el momento en que la industria petrolera alcanzó su nivel máximo y empezó a declinar”.

Esta primavera, el Pioneering Spirit se dirigió al campo Brent en el Mar del Norte, un importante depósito de petróleo y gas llamado así por el ganso de Brent. El campo ayudó a definir a la industria, dando su nombre al crudo Brent, la referencia del precio mundial para el petróleo.

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Después de 40 años de producción, el campo casi está agotado. Y un grupo de cuatro plataformas en el campo ⎯ estructuras gigantescas que se elevan unos 305 metros de altura y pesan 907,200 toneladas en conjunto ⎯ están siendo cerradas gradualmente.

Esta primavera, el Pioneering Spirit transportó una plataforma a su lugar de descanso final, un astillero en Hartlepool, en el noreste de Inglaterra, donde está siendo desmantelada y vendida como chatarra. Una industria en sí misma, este llamado proceso de desmantelamiento crea empleos y utilidades a lo largo del camino.

Descubierto en 1971, el campo de Brent fue uno de varios hallazgos importantes que convirtieron al Mar del Norte en una región petrolera de clase mundial. Compañías como Royal Dutch Shell, que opera el campo de Brent, y Exxon Mobil, su copropietario, enfocaron sus inversiones en el Oeste, después de una ola de nacionalizaciones en Medio Oriente y otras partes.

El Mar del Norte es una operación enorme, con más de 300 campos dispersos en 246,000 kilómetros cuadrados. Shell construyó cuatro plataformas enormes en el campo de Brent, llamadas Alpha, Bravo, Charlie y Delta, capaces de soportar olas gigantescas y un clima hostil.

Shell debe desmantelar de manera segura estos monstruos y taponar más de 100 pozos debajo de ellos. La compañía estima que el proceso durará una década y costará miles de millones de dólares, algunos pagados por los contribuyentes británicos.

Esos ejercicios serán cada vez más comunes en el Mar del Norte y otras regiones petroleras. Se espera que alrededor de 100 plataformas sean desmanteladas en aguas británicas en la próxima década.

Shell estima que contratar al Pioneering Spirit para guiar a las plataformas a la costa donde puedan ser desmanteladas es más barato y seguro que desbaratarlas en el mar. “El mayor riesgo es poner a personas en helicópteros”, dijo Alistair Hope, director de proyecto de Shell, refiriéndose al medio habitual de transporte hacia las plataformas marítimas.

Las compañías petroleras no quieren repetir lo sucedido a mediados de los años 90. En ese entonces, el plan de Shell de hundir una pieza de equipo de Brent, llamado Brent Spar, en las profundidades del océano causó una desgastante pelea con grupos ambientalistas como Greenpeace y provocó una regulación más estricta.

Delta, la primera plataforma en ser desmantelada, consiste en lo que se conoce como un parte superior, una especie de fábrica petrolera y hotel con cabida para más de 160 personas. La plataforma reposa sobre pilares de concreto que pesan 272,200 toneladas en conjunto.

A fines de abril, el Pioneering Spirit levantó la poco elegante estructura de los pilares y la transportó como una araña que hubiera prendido a su presa. Shell quiere dejar los pilares de concreto, que contienen algo de petróleo, en su lugar en el mar, diciendo que representan un riesgo mínimo para las rutas navieras y tienen menos probabilidad de contaminar al medio ambiente así.

Una vez que Brent Delta llegó al puerto en Hartlepool, la plataforma se convirtió en propiedad de Able UK.

A mediados de los 90, Peter Stephenson, dueño de Able, compró un antiguo astillero, capitalizando la declinación del área industrial. Cuando golpeó la crisis financiera, aprovechó los precios baratos del acero para invertir 28 millones de libras esterlinas (35.4 millones en dólares de hoy) en instalaciones, como un muelle reforzado para soportar el peso de la plataforma.

A medida que los trabajadores de Able desbaraten la plataforma, Shell seguirá observando el proceso, para asegurarse de que material peligroso o contaminante como asbesto o pequeñas cantidades del petróleo restante sean manejados de manera adecuada.

Los trabajadores retirarán cualquier cosa de valor, como las válvulas de latón u otro equipo de metal. Las piezas más grandes serán cortadas gradualmente y llevadas a tierra. Muy probablemente serán vendidas a acerías, que fundirán la chatarra para producir metal nuevo.

Stephenson, de 70 años de edad, ha exprimido una fortuna de propiedades indeseadas en las últimas seis décadas. A los 19 años, empezó comprando un cargador frontal descompuesto, una máquina para cargar tierra a camiones; luego lo arregló y lo rentó. Posteriormente entró en la industria de las demoliciones.

En los últimos años, Able ha desmantelado barcos para la Armada de Estados Unidos, así como el portaaviones francés Clemenceau. Recientemente, Stephenson empezó a comprar plantas eléctricas alimentadas con carbón ociosas, las desmanteló y desarrolló de nuevo sus terrenos.

Stephenson ve valor en todo.

Ha convertido las cabinas de residencia de una plataforma marítima de BP desmantelada en un motel improvisado y en oficina para los trabajadores de plantas de perforación que acuden al astillero para mantenimiento. Un helipuerto está siendo cortado para extraer material para puentes.

El futuro de la energía también está representado. Un dispositivo con forma de torpedo descartado por General Electric fue un prototipo para una máquina que general electricidad a partir de las olas del océano.

A medida que la plataforma Brent Delta se movía por el canal, un grupo de amigos, familiares y socios de Stephenson comían cerdo asado y relleno, pudín de jamón y guisantes y otros platillos regionales en una tienda de campaña blanca levantada junto al agua. Conseguir un trabajo importante es un estímulo para una región que se ha visto golpeada por la declinación de algunas industrias importantes como la recientemente cerrada planta de acero Redcar visible en la distancia.

“Esto prueba que el noreste puede seguir haciendo cosas”, dijo Marcus Walker, director de proyecto en Coolsilk, una firma de inversión inmobiliaria local.

Stephenson dice que el contrato de Brent preservará o creará hasta 50 empleos. Su compañía tiene como práctica contratar y comprar localmente. Una compañía de banquetes llamada Old Butchers Sandwich Shop proveyó la comida para invitados y trabajadores en el astillero.

“Ha habido muchos altibajos en los últimos años”, dijo Heidi McCullagh, quien dirige la compañía de banquetes. “Cuando llega un contrato, repentinamente se tiene una fila en la puerta”.

Stanley Reed
© 2017 New York Times News Service