Día de Muertos, de tradición milenaria a moda comercial

CIUDAD DE MÉXICO (apro) la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés) proclamó las fiestas indígenas del Día de Muertos de México como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por considerarlas “una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor plenitud de los grupos indígenas” del país.

El propósito de la inscripción en esa lista del patrimonio intangible fue “premiar y reconocer la importancia del patrimonio oral e intangible y la necesidad de salvaguardar y revitalizar, evaluar y hacer un inventario mundial de este patrimonio y proveerlo de medidas legales y administrativas para su protección y promover la participación de los artistas tradicionales y creadores locales para la identificación y revitalización del patrimonio intangible”.

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Así lo citan documentos del desaparecido Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), ahora Secretaría de Cultura, destaca la antropóloga Maya Lorena Pérez Ruiz, investigadora de la Dirección de Etnología y Antropología Social, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en su ensayo “El Día de Muertos como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Los dilemas de una convención en Michoacán” (file:///C:/Users/Personal/Downloads/5599-10589-1-SM.pdf).

La candidatura, describe la investigadora, se fundamentó en tres consideraciones: el origen indígena de la celebración, la incorporación de elementos del catolicismo europeo y su carácter de patrimonio nacional común a todos los mexicanos.

Se trataba también de salvaguardar a esta tradición de las “amenazas que se ciernen sobre numerosas culturas ancestrales y los vertiginosos procesos de cambio y transformación social que muchos pueblos viven en las últimas décadas”.

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La especialista del INAH describe cómo a través de otras declaratorias como la gastronomía y la pirekua purépecha (además la reserva de la biosfera de la mariposa monarca, su centro histórico) se ha buscado hacer de Michoacán un atractivo turístico. Menciona incluso un cartel de la Secretaría de Turismo cuyo slogan reza: “Michoacán, el alma de México”.

Es importante recordar que los recientes carteles utilizan la imagen del cantante popular Marco Antonio Solís, “El Buki”, nacido en Ario de Rosales, y aunque no hubo imágenes, también apoyó la campaña en algún momento el recién fallecido cantautor Juan Gabriel, originario de Parácuaro, Michoacán.

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Negocio de vivos

Pérez Ruiz llama la atención sobre la relación entre patrimonio, turismo e identidad, y explica las diferencias entre las tradiciones de Día de Muertos mestizas e indígenas. Y también, las distinciones con las festividades que forman parte de la oferta para el consumo turístico, que poco tienen qué ver con las fiestas de las poblaciones originarias.

“Para los indígenas michoacanos –detalla la investigadora– la ceremonia del Día de Muertos forma parte de un complejo simbólico, de origen mesoamericano, que reúne concepciones y prácticas culturales, que articulan lo humano con lo natural y lo sobrenatural o divino, y con las cuales los vivos entran en comunicación con los difuntos, los ancestros.

“Se trata de un intercambio ritual que incluye la interacción y comunicación entre los vivos –de las familias y comunidades de pertenencia–, la cual se configura como un hecho social total que incluye el conjunto de dimensiones de la vida, el mundo y el universo.”

La explotación del Día de Muertos se remonta décadas atrás. La experta cita las palabras de Catarina, una pobladora de la entidad que recuerda cuando el 2 de noviembre de 1972 se encontraron con que el gobierno del estado había colocado lámparas en el panteón “para que los turistas pudieran filmar”.

Y puntualiza:

“Esto fue el inicio de una intensa promoción turística de esta celebración indígena.”