Dictan cadena perpetua a pilotos argentinos de los ‘vuelos de la muerte’

Dos ex pilotos militares argentinos han sido condenados a cadena perpetua por su participación en la muerte de un amigo cercano del Papa Francisco, quien fue arrojado a su muerte desde un avión durante la dictadura de 1976-83.

El fallo del miércoles marcó el primer juicio argentino contra los participantes en los llamados “vuelos de la muerte”, en el que los opositores al régimen militar argentino fueron arrojados a las aguas heladas del Atlántico Sur en un intento de ocultar los asesinatos.

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La corte escuchó que los ex pilotos de guardacostas Mario Daniel Arrú y Alejandro Domingo D’Agostino estaban en la tripulación del avión Skyvan PA-51 del cual Esther Careaga y otras 11 personas fueron arrojadas a la muerte la noche del 14 de diciembre de 1977. Careaga un amigo cercano de Jorge Bergoglio, quien décadas más tarde se convirtió en el Papa Francisco.

Los pilotos se encontraban entre los 54 acusados ​​en el juicio masivo, que también involucró los casos de 789 víctimas de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, ESMA, en Buenos Aires, donde se estima que murieron hasta 5.000 personas.

Entre las víctimas se encontraban los opositores de izquierda al régimen y miembros de los pequeños grupos guerrilleros urbanos de Argentina, pero también activistas de derechos humanos y familiares de personas que ya habían sido “desaparecidas” por los militares.

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Agentes de inteligencia naval se infiltraron en grupos activistas, como el grupo de derechos humanos Madres de Plaza de Mayo, compuesto por madres de personas desaparecidas como Careaga, que llamaron la atención de los medios internacionales sobre abusos contra los derechos humanos en Argentina.

Careaga fue capturada por los militares luego de denunciar la desaparición de su hija embarazada, Ana María, de 16 años. Junto con dos monjas francesas y otras nueve, fue arrojada desde un avión que salió del aeropuerto de la ciudad la noche del 14 de diciembre de 1977. El tribunal determinó que Arrú y D’Agostino habían piloteado el vuelo de tres horas.

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El cuerpo de Careaga, junto con los de una de las monjas, Léonie Duquet, y otras dos madres, Azucena Villaflor y María Bianco, llegaron a la costa seis días después y fueron enterradas en una fosa común. Sus restos solo se identificaron mediante pruebas de ADN en 2003.

Jorge Bergoglio conoció a Careaga cuando trabajaba como aprendiz en un laboratorio farmacéutico en Buenos Aires a principios de los años cincuenta. Careaga era una feminista muy adelantada a su tiempo, bioquímica y jefa de Bergoglio.

Bergoglio y Careaga desarrollaron una estrecha amistad que mantuvieron hasta el momento de su secuestro por un escuadrón de la muerte de la ESMA la noche del 8 de diciembre de 1977.

Con información de The Guardian