Donald Trump prometió un “nuevo momento estadounidense” en un discurso sobre el Estado de la Unión que buscaba la armonía, pero que solo logró subrayar la profunda discordia en el corazón de la política del país.
El presidente de EEUU habló de una economía en crecimiento y se comprometió a regresar a la grandeza nacional con un llamamiento nostálgico a la familia, la fe, la ley y el orden, el ejército y el himno nacional. “Esta noche, hago un llamamiento a todos nosotros para dejar de lado nuestras diferencias, buscar un terreno común y convocar a la unidad que debemos cumplir para las personas a las que fuimos elegidos para servir”, dijo Trump.
A su izquierda, los republicanos se pusieron de pie, aplaudieron y en ocasiones vitorearon cada nuevo pronunciamiento. A su derecha, los demócratas en su mayoría se sentaron con cara de piedra, canalizando la furia de millones que creen que Trump ha profanado la presidencia estadounidense, y en ocasiones no pudieron resistir los gemidos, o los gritos de protesta.
Y cuando terminó el discurso del Estado de la Unión, los republicanos aplaudieron y vitorearon, incluso uno agitó una gorra roja con el lema de Trump, mientras los demócratas corrían a las salidas con un desprecio apenas disimulado. Su reacción contaba una historia fundamentalmente diferente de la que escuchaban: la de un año tumultuoso de caos en la Casa Blanca, impresionantes ejemplos de sexismo y racismo, miríadas de falsedades y ataques a la libertad de prensa y una investigación en curso sobre los vínculos de Trump con Rusia que se bloquea sobre su presidencia.
La Casa Blanca había prometido un tono bipartidista, incluso cuando el Congreso está estancado sobre la reforma migratoria y el destino de cientos de miles de personas cuyo estado está en duda después de que sus padres los trajeron a los Estados Unidos cuando eran niños.
Con información de The Guardian
