El caballero oscuro

© 2016 New York Times News Service

Bienvenido a un mundo sin reglas. (Quiero que lean este párrafo con su voz súper temible de tráiler de película.) Bienvenidos a un mundo en el cual las familias son segadas por inmigrantes indocumentados, en el que oficiales de policía mueren en las calles, en el cual musulmanes masacran a los inocentes y amenazan nuestra forma misma de vida, en la que el temor de la muerte violenta acecha en cada corazón humano.

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A veces, en ese mundo inundado de sangre surge un caballero oscuro. No hace falta admirar o sentir agrado por este caballero. Sin embargo, usted necesita a este caballero. Él es su músculo y su voz en un mundo oscuro, corrupto y malevolente.

Ese ha sido el argumento de casi cada demagogo desde los albores del tiempo. Aaron Burr alegó que España había amenazado a Estados Unidos en 1806. A. Mitchell Palmer exageró la Amenaza Roja en 1919, y Joe McCarthy lo hizo en 1950.

Y ese fue el argumento de Donald Trump sobre la ley y el orden en Cleveland por la noche del jueves. Este fue un texto cautivante que se convirtió en más de un hora de gritos sin humor. Fue un mensaje distópico que encontró una audiencia y después lo machacó hasta el agotamiento.

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¿Funcionará?

Bien, este temor capitaliza la sensación de pérdida que fue el tema prevaleciente de esta convención. Oímos de diversas madres que perdieron hijos y hermanos que perdieron hermanos.

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El argumento toma la ubicua serie de ansiedades que plaga a Estados Unidos y la concentra en la más visceral de todas: temor a la violencia y la delincuencia. Históricamente, este tipo de temor elemental ha terminado siendo contagioso y efectivamente mueve poblaciones.

Finalmente, una campaña de ley y orden requiere de las autoritarias características de personalidad que Trump posee. El Partido Republicano (GOP) solía ser un partido que aspiraba a una ética bíblica de caridad privada, gracia, humildad y lealtad. La convención de Mitt Romney recibió un impulso por historias de su amabilidad y tutela personal.

Trump ha reemplazado compromisos bíblicos con valores de gladiador. Todo está orientado en torno a la conquista, éxito, supremacía y dominio. Esta fue la convención Enciérrenla. Una campaña de ley y orden no pide a electores que sientan agrado por Trump y los republicanos en mayor medida que lo que les agradaba Richard Nixon en 1968.

Por otra parte, hay buenas razones para creer que este enfoque en la ley y el orden es un error considerable, que interpreta excesivamente el momento actual de Baton Rouge, Dallas y Niza y no será el enfoque indicado para el otoño.

Para empezar, se fundamenta en una falsedad. Las tasas de delincuencia han estado cayendo casi sin falla durante 25 años. Los índices de asesinato han estado subiendo apenas recientemente entre pandillas en ciertas ciudades, pero Estados Unidos es mucho más seguro de lo que era hace una década. En la primera mitad de 2015, por ejemplo, el número de tiroteos en Nueva York y Washington cayó a niveles históricos.

Trump ahonda en los extranjeros ilegales que matan a nuestros hijos. Entre 2010 y 2014, solo 121 personas liberadas de custodia de inmigración cometieron asesinatos más tarde; eso equivale a 25 al año, aproximadamente. Cada muerte es un horror, pero el número de oficiales muertos cada año como resultado de un delito es aproximadamente 55, en una nación de más de 320 millones de personas. El número de muertes policiales bajó 24 por ciento entre 2005 y 2015.

Las principales ansiedades en Estados Unidos son económicas y sociales, no sobre la delincuencia. Trump subió hasta la nominación trepado en el lomo de su supuesta agudeza para los negocios, no debido a que es un sheriff. Al concentrarse tanto en la ley y el orden, él deja un hueco enorme para Hillary Clinton. Ella se centrará indudablemente en el dolor económico en la convención demócrata de Filadelfia. Trump pudiera terminar viéndose extrañamente distante.

Pero, si Trump está distante del país, y desinteresado en cualquier cosa que no sea sí mismo, está igualmente distante de su partido. Trump no está cambiando realmente a su partido tanto como lo está disolviendo.

Un partido normal tiene un aparato de profesionales, quienes han estado ahí durante un tiempo y que pueden lograr que se hagan las cosas. Sin embargo, esas personas bien pudieran no existir. Esta fue la convención más caótica y mal manejada que se recuerde.

Un partido normal está unido mediante un sistema de creencias consistente. Durante varias décadas, el Partido Republicano ha representado un orden internacional con la mira en el futuro, encabezado por estadounidenses en el exterior y capitalismo democrático con un gobierno pequeño en casa.

Trump también está diezmando eso, a la par de las cosas que representaban los republicanos. La OTAN, reforma a derechohabientes, conservadurismo compasivo y el movimiento relativamente abierto de ideas, personas y comercio.

No se está aplicando otra verdadera agenda en su lugar, solo espasmos nostálgicos que, como lo ha expresado David Frum, son en parte George Wallace y en parte Henry Wallace. La agenda estratégica de Trump, como está, es en su mayoría una serie de retrocesos defensivos: construir un muro, prohibir a musulmanes, retirarse del mundo.

“Esto es menos un partido y más un culto a la personalidad. La ley y el orden es un tema extraño para un candidato que irradia conflicto y desorden. Algunos niños ricos son descuidados de esa forma; rompen cosas y otras personas tienen que limpiar el desorden.

David Brooks
© The New York Times 2016