El día D, pero De pagar

Juan arturo Salinas

El profesor interino debe preparar sus clases, darle seguimiento a la labor del maestro titular y desde luego, asearse, vestirse, alimentarse y trasladarse

Este viernes 15 llega el día D: el día de pagar más de 180 millones de pesos a los maestros interinos en cuyo apoyo, miles de profesores principalmente de la sección 37 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se han declarado en paro.

La labor del profesor interino no es cosa menor: es aquel maestro que cubre al titular cuando éste se ausenta por enfermedad, vacaciones, permiso para atender alguna emergencia familiar o mil y un etcéteras.

Para ello, el profesor interino debe preparar sus clases, darle seguimiento a la labor del maestro titular y desde luego, asearse, vestirse, alimentarse y trasladarse desde su domicilio hasta el plantel en cuestión, el cual muchas veces no queda a la vuelta de la esquina de su vivienda.

Pero sin pago desde principios del 2024, esta tarea se complica pues no siempre hay un recurso a la mano, aún si la familia apoya a estos profesores quienes por cierto, recibirán el pago correspondiente al periodo comprendido entre enero y junio, lo cual deja fuera de depósito el periodo de julio a noviembre.

Será este viernes cuando la incógnita quede despejada, pues ya son decenas de escuelas, desde planteles preescolares hasta primarias y secundarias, las que se encuentran tomadas por los padres de familia o simplemente cerradas.

Ahora bien ¿que ocurre con aquellos padres o madres que no cuentan con familiares o vecinos con quienes dejar a resguardo a sus hijos, cómo cumplen con sus obligaciones laborales quienes deben dejar a sus vástagos en sus casas, a veces a solas, a veces al cuidado de otros niños que apenas les llevan dos o tres años más?

Hasta fines de los 80 eran frecuentes los casos de incendios de modestas casas de madera en que madres solteras que cubrían turnos nocturnos, dejaban a sus hijos encerrados tan solo para encontrarse con que uno, dos o tres o más niños habían muerto carbonizados por no poder abrir las puertas. En algunas de estas tragedias, los bomberos llegaron a encontrar con que los menores estaban encadenados a algún mueble o estufa para evitar que se escaparan.

Nadie quiere repetir estas historias pero no estamos exentos de que sin escuelas a las cuales acudir, los menores de edad no están a salvo ni en las calles ni en sus propios hogares y para colmo, no tienen planteles escolares donde reciban educación, formación y seguridad.