Apenas hace unos meses vimos el caso de una restaurante que cerró sus puertas por el incremento casi al 100 por ciento del alquiler del local que ocupaba. El horno no está para bollos y la economía fronteriza está a unos metros del riesgo de una recesión que ya se ve reflejada en la considerable cantidad de negociaciones que han bajado la cortina permanentemente, por diversas razones.
Baja California y en especial las ciudades fronterizas, han vivido un 2025 que desde el arranque del mes de enero ha enfrentado un panorama incierto, resultado del cambio de gobierno en Estados Unidos y sus nuevas políticas migratorias hasta la violencia en nuestro territorio, traducida en cobro de piso y otras variables.
Los sectores productivos, que si bien se ven afectados, también han abonado a este descenso paulatino que esperemos que no se convierta en una caída a plomo de la economía.
Prueba de ello son los elevados montos de alquiler de locales comerciales en plazas que han sido construidas en fechas recientes y que ni bien han sido inauguradas ya muestran signos de abandono.
Los alquileres pactados se encuentran sumamente sobrevalorados en muchos casos, y pisos enteros de los flamantes edificios de consultorios y oficinas se encuentran vacíos, a la espera de ocupantes que desembolsen una considerable inversión. Toca a los arrendadores tomar conciencia que más vale un local ocupado que un local vacío por largos meses.
Apenas hace unos meses vimos el caso de una restaurante que cerró sus puertas por el incremento casi al 100 por ciento del alquiler del local que ocupaba.
Basta dar una vuelta por diversos puntos de nuestras ciudades, desde las zonas comerciales más cotizadas hasta las periferias, para palpar que la economía fronteriza no se encuentra en sus mejores momentos, y que como aconsejan los pioneros del comercio, esta es una carrera de resistencia en la cual hay que prepararse para llegar al otro lado del túnel.