Sus palabras fueron bien recibidas en Palacio Nacional de México, y repudiadas por las derechas españolas
La disculpa del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares por el dolor y la injusticia causados por su país durante la conquista de los pueblos originarios de nuestro continente, esclarece algunos puntos que están pendientes en nuestra historia reciente.
Por principio, el pronunciamiento le da la razón a la exigencia del pasado gobierno de Andrés Manuel López Obrador quien envió una carta al rey de España a fin de que su país ofreciera una disculpa pública por los abusos cometidos durante esa etapa histórica, a lo cual se negó.
Aunque no se trata de una disculpa oficia, la postura de Albares fue admitir que “como toda historia humana, tiene claroscuros. Ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios. Hubo injusticia, justo es reconocerlo y lamentarlo”, afirmó el ministro.
Sus palabras fueron bien recibidas en Palacio Nacional de México, y repudiadas por las derechas españolas. No olvidemos que para los fascistas toda conquista es un “encuentro de culturas”, como si la Alemania nazi le hubiese hecho un bien al pueblo judío o como si hoy, Israel protegiera al pueblo palestino.
La derecha siempre leerá a su conveniencia la historia, y dentro de ella hay voces que insisten en llamar encuentro de culturas lo que en realidad fue una conquista, que en el caso de México no llegó al grado del exterminio, pero que en países como los que hoy son Cuba y Argentina, arrasaron con la población nativa.
También esa ala alimenta la versión de que combatir a los aztecas que tenían la costumbre de realizar sacrificios humanos fue erradicar prácticas inhumanas, como si las quemas y torturas de la Santa Inquisición hubiesen sido el remedio.
Pero las evidencias son claras, pues por algo el primer libro en nuestro idioma escrito en nuestro continente, se llama “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, que si por los revisionistas fuera, lo rebautizarían como “Historia verdadera del encuentro pacífico de dos culturas”.
Claro que de esa conquista nació nuestro país y nuestra cultura: nombres, apellidos, religión, idioma, identidad no serían los que hoy tenemos, frutos del sincretismo cultural.
No se trata de darle marcha atrás al reloj ni al calendario, ni de ver los hechos en blanco y negro, pero tampoco se trata de negar los hechos y cerrar los ojos a las evidencias de la historia en aras de una visión que niega la historia.