El silencio de los desaparecidos

Juan arturo Salinas

La detección de estos grupos acallados no es difícil: aquellos que suavicen el tema, o que definitivamente asuman una política de avestruz con la cabeza enterrada, deben ser los que reciban este financiamiento.

El silencio de los desaparecidos, no el de los inocentes como traducen el título de la novela de Thomas Harris que en su original en inglés es “Silence of the lambs”, cuesta 30 mil pesos mensuales.

Por esta cantidad, los grupos de búsqueda de desaparecidos en Baja California son financiados a condición de quedarse calladitos y no hacer grilla.

No sé cuántos grupos reciban este apoyo, ni de qué dependencia salga el recurso ni bajo que concepto, que debe ser algo así como “apoyo”, “ayuda” a grupos de desaparecidos, pues presupuestar estos dineros como “soborno”, “embute” o “chayote” que son eufemismos de la publicidad que reciben los influencers, no se vería muy bien en el presupuesto de egresos.

También está en claro que en ningún documento quedará asentada la cláusula de que el recurso en mención se otorga a cambio de manejar un bajo perfil, mencionar lo menos posible al gobierno del estado como corresponsable de estas desapariciones ni otorgar declaraciones a los medios de comunicación, sobre todo tras el brote de inconformidad por el nombramiento de titular de la Comisión Estatal de Búsqueda, al frente de la cual fue impuesto un personaje que fue acremente cuestionado y que no duró mucho tiempo en el cargo que hasta hoy todo indica que se encuentra vacante.

La detección de estos grupos acallados no es difícil: basta revisar cuántos hay que cuentan con páginas en redes sociales, cuáles de sus representantes declaran en medios de comunicación y si lo hacen, el tono de sus declaraciones. Aquellos que suavicen el tema, o que definitivamente asuman una política de avestruz con la cabeza enterrada, deben ser los que reciban este financiamiento.

Pero lo hacen a cambio de 30 mil pesos por grupo – que quizás ni sus integrantes sepan que sus representantes reciben este recurso, apoyo o soborno, como lo veamos-, a cambio de su silencio. El silencio de los desaparecidos, algunos de los cuales quizás no sean tan inocentes como refiere la traducción de la novela de Thomas Harris -que dicho sea de paso vale la pena leerla incluso en inglés si es posible-, pues es la primer aparición de un personaje que conmocionaría al público que lo conoció a través de la pantalla grande: Hannibal Lecter.

No es novedad afirmar que muchos de estos desaparecidos estuvieron involucrados en grupos criminales, o que ellos mismos desaparecieron a su vez a sus rivales. Pero tampoco es noticia que muchos de los desaparecidos efectivamente son inocentes, que nada tuvieron que ver con los hechos por los cuales primero les quitaron la vida y después, les quitaron la oportunidad de recibir sepultura y de que sus familiares tuvieran un lugar, una tumba, una cripta o una urna en casa, en dónde llorarles o recordarles.

Veamos el “lado positivo” del tema: algunos de esos familiares reciben 30 mil pesos, posiblemente una cantidad mayor de las que aquellos hijos, padres o hermanos aportaban a sus hogares.