El Sopas

Juan arturo Salinas

A Flores Campbell poco le importaron denuncias de casos de secuestros de indocumentados en el aeropuerto “Abelardo L. Rodríguez” de su natal Tijuana

Cuando fue despedido por el alcalde interino de Tijuana Juan Manuel Gastelum Buenrostro -quien cubría a su amigo Kiko Vega mientras buscaba la gubernatura de Baja California-, el ya para entonces ex director de Reglamentos Edgardo Flores Campbell rumiaba su desgracia en la cafetería del Palacio Municipal pues tenía en puerta su compromiso, la compra de anillos y todos los gastos que ello implicaba.

Con la cola entre las patas, se fue a la Ciudad de México y con el apoyo de su tío, el escritor Federico Campbell, entró a la función pública donde en un tiempo encontró camino en las áreas de seguridad. Una versión apunta a que fue escolta de Felipe Calderón, a quien presentó a un entonces todavía poco conocido policía de nombre Genaro García Luna.

Bajo su administración, Edgardo fue director del Organo Interno de Control y luego director de Contrainteligencia del Centro de investigación y seguridad nacional (CISEN), un puesto desde el cual nunca supo de las relaciones entre García Luna y el Cartel de Sinaloa.

Eso sí, le bastaron unos pocos años en la función pública para hacerse de una mansión construida sobre un buen terreno en Bosques de las Lomas, una de las mejores zonas de la Ciudad de México, la cual por cierto se le derrumbó.

A Flores Campbell poco le importaron denuncias de casos de secuestros de indocumentados en el aeropuerto “Abelardo L. Rodríguez” de su natal Tijuana, bajo la complacencia de elementos de la Policía Federal.

Y aunque “El Sopas” estuvo enterado del caso, e incluso comisionó personal para dicha investigación, se olvidó del tema, pese a su compromiso de enviar personal directamente de la Ciudad de México a atender este delito que alcanzaba grandes dimensiones, puesto que era el inicio de una práctica inhumana: la privación ilegal de connacionales y extranjeros que llegaban totalmente desorientados a la terminal aérea, donde grupos de desconocidos los interceptaban bajo el pretexto de ser enviados por “tu tío”, “tu hermano” para posteriormente exigir miles de dólares por su libertad. No sé cuanta sangre de estos hombres y mujeres haya quedado embarrada en las manos de Flores Campbell.

Ahora, de vuelta a Tijuana, Edgardo tuvo la desvergüenza de marchar en la manifestación por la seguridad frente al Campestre, y hasta de rendir protesta como presidente del comité Ciudadano de Seguridad Pública el pasado 17 de marzo.

Este es apenas un repaso de la trayectoria de Flores Campbell, el amigo de Genaro García Luna, ayer condenado a más de 38 años de prisión.