Al mega multimillonario más le valdría promover un juicio ordinario civil de cambio de nombre, apelativos que lo separen del enlodado apellido que le heredó su padre y que él mismo se encargó de seguir asociándolo con el crimen, con el asesinato.
Aunque sigue declarando y aparece en actos caritativos, Jorge Hank Rhon no puede sacudirse el lastre de un apellido ligado directamente al narcotráfico y al asesinato. Lo peor de la ralea.
Aunque para algunos sectores de la población, incluso cercanos a niveles de gobierno, el apellido Hank sea referente de alcurnia y abolengo, basta rastrear en internet para que, como la pus, brote su oscuro pasado, y su indolente presente en el que, como un patriarca obsoleto, obeso, sucio al grado de parecer un indigente y más viejo de lo que en realidad es -nacido el 28 de enero de 1956-, pontifica sobre la política nacional como si tuviera autoridad moral para ello.
Desde medios de comunicación locales, con base en el centro de la República y hasta internacionales, dan cuenta de las correrías de Hank Rhon e incluso sin ninguna reserva, el desempeño de su padre es expuesto en una serie de Netflix relazanza en fechas recientes.
Si bien “Narcos México· peca de ser una serie que más bien parece una ensalada en la que lo mismo caben Salinas, Zedillo, el crimen de Colosio, el del cardenal Posadas, el general Rebollo y don Neto, el Chapo” Joaquín Guzmán Loera, los hermanos Arellano Félix y Amado Carrillo, que un Jorge Hank González directamente ligado al crimen organizado.
La fotografía que ilustra esta faceta no es solo aquella en la que aparece flanqueado de su guardaespaldas Antonio Vera Palestina, el asesino del periodista Héctor Félix Miranda, sino aquella en la que a rape y vestido con uniforme gris, ingresa al penal del Hongo. O aquella fotografía tomada en 1995 tras las rejas al ser detenido por tráfico de especies exóticas, piezas de marfil y piedras preciosas.
Si un referente llama la atención es la constante mención del nombre de Carlos Hank González implicado directamente y sin miramientos con el narcotráfico, para ser más precisos con Amado Carrillo, “El señor de los Cielos”, aunque quienes radicamos en Tijuana vemos una línea abierta entre el otrora poderoso narcopolítico con los hermanos Arellano.
Y es que a la muerte de Ramón -representada en una carretera de Sinaloa y no en las calles de Mazatlán como en realidad ocurrió-, y a la captura de Benjamín, al cartel del narcotráfico no le fueron aseguradas millonarias propiedades, bienes, casas, bodegas, droga, terrenos, negocios. Todo parece haber desaparecido como ocurrió con la línea Taesa, cuya aeronave DC-9 se desplomó el 9 de noviembre de 1999 cuando cubría la ruta Tijuana-Ciudad de México con saldo de 18 muertes.
Al mega multimillonario que no le alcanzaba el dinero para pagar el agua del casino Caliente, más le valdría promover un juicio ordinario civil de cambio de nombre, posiblemente Jorge Pérez López o Jorge Hernández Martínez, apelativos que lo separen del enlodado apellido que le heredó su padre y que por lo visto, él mismo se encargó de seguir asociándolo con el crimen, con el asesinato.