Elecciones en Macedonia para una salida incierta de la crisis

Macedonia celebra elecciones el próximo domingo con el objetivo de sacar al país de los Balcanes de la larga crisis política que lo desestabiliza desde hace dos años.

En el poder desde hace diez, la derecha nacionalista (VMRO-DPMNE) parte como ganadora en los sondeos frente a una oposición socialdemócrata (SDSM) que la acusa de autoritaria y corrupta.

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Pero el importante número de indecisos hace difícil todo pronóstico, de la misma forma que muestra el hastío de una población de más de dos millones de macedonios, desgastados por meses de invectivas entre los representantes políticos. En las calles, la decoración navideña domina sobre los carteles electorales.

En enero de 2015, el SDSM había acusado al primer ministro Nikola Gruevski (VMRO-DPMNE) de haber puesto en marcha un sistema de espionaje telefónico contra más de 20.000 opositores, periodistas, religiosos y representantes de la sociedad civil.

Las escuchas parecerían revelar asimismo una corrupción masiva en las más altas esferas de la administración.

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Aunque el compromiso de celebrar elecciones está sellado en un acuerdo firmado bajo auspicios de la Unión Europea en verano de 2015, los comicios han sido aplazados en dos ocasiones, rechazados por una oposición que acusa al poder de trucar las listas o de poner los medios de comunicación bajo su tutela.

En su último informe, la UE lamentaba que el estado de derecho sea “constantemente puesto en causa, y en particular, la influencia del Estado en las instituciones democráticas y los sectores clave de la sociedad”.

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– ‘Aplastará toda crítica’ –

En primavera, una amnistía presidencial ya retirada puso en libertad a miles de opositores que llenaron de pintura las paredes y estatuas de Skopje. Pero esta “revolución de colores” no sería suficiente para llevar al poder al socialdemócrata Zoran Zaev.

Tras dejar su puesto de primer ministro en enero de 2016 para abrir la vía a estos comicios, Gruevski sigue al mando de VMRO-DPMNE y bien podría volver a vencer a los socialdemócratas, que coleccionan derrotas electorales desde hace una década.

Si pierde, Gruevski y sus aliados se verán “totalmente marginalizados”, explica Florian Bieber, especialista en política del sudeste de Europa en la universidad de Graz en Austria.

Si gana, “aplastará toda crítica”, pronostica el investigador.

“No se trata de una campaña electoral ordinaria”, lanzó Zoran Zaev de 42 años, que en uno de los últimos mítines no dudó en dramatizar: “Los ciudadanos elegirán entre la vida y la muerte”.

– La cuestión albanesa-

Pero el viento del cambio no sopla con tanta fuerza, según el exdiplomático y analista político Arsim Zekolli: las largas negociaciones entre los partidos han “amainado el ambiente de revuelta entre los ciudadanos”.

Ciertos observadores consideran que Gruevski podría renunciar a su puesto de primer ministro en caso de victoria. En un país donde los ingresos medios son inferiores a 400 euros, el próximo jefe de gobierno deberá atajar una deuda pública preocupante para los organismos internacionales al tiempo que hace bajar un desempleo que afecta al 25% de la población activa.

Las cuestiones comunitarias preocupan aún más, quince años después del inicio de la guerra civil: las relaciones entre la mayoría de macedonios eslavos y la gran minoría albanesa (en torno a un cuarto de la población) siguen siendo delicadas.

Durante la campaña el bando de Gruevski acusó a Zoran Zaev de jugar con fuego para atraer votos albaneses al prometer una “federalización” del país. El principal partido albanés, la Unión para la Integración Democrática (DUI) del antiguo rebelde Ali Ahmeti, participa actualmente en el gobierno al lado de la derecha.

En la ciudad albanesa de Tetovo (noroeste) Azbi Adili, jubilado, asegura que los intentos de “atizar las tensiones étnicas solo tienen por objetivo ocultar el fracaso de los partidos políticos: “¡Ellos se llenan los bolsillos mientras que nuestros hijos no tienen para comer!”