En Brasil, la derecha cabalga bajo la dirección de un presentador de rodeo

GOIÂNIA, Brasil — ¿Sombrero vaquero? Sí. ¿Botas de piel de avestruz? Puestas. ¿Hebilla del cinturón con la leyenda en inglés “Get Tough”? También.

“Por acá nos vestimos de vaqueros”, dijo Cuiabanno Lima, explicando su atuendo mientras cortaba un pedazo de sirloin en un restaurante en esta ciudad en el corazón del cinturón agropecuario de Brasil. “No puedo simplemente entrar aquí en shorts y chancletas. Lo siento, pero esto no es Río de Janeiro”.

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Lima, un famoso presentador de rodeo brasileño, de 40 años, tiene razón. En las calles de Goiânia se escucha el rugir de camionetas con manchas de lodo. La sertaneja, el equivalente brasileño de la música country, retumba en las bocinas de los bares al aire libre. Tiendas como West Land, Texas Center y Botas Goyazes venden atuendos vaqueros.

Aquí, el crecimiento de la cultura ganadera refleja los cambios importantes que se han dado en Brasil en las últimas décadas. Alentado por la mayor demanda mundial de alimentos, Brasil evolucionó para convertirse en un centro neurálgico agrícola, emergiendo como el principal exportador de soya, maíz, azúcar y café.

También está entre los más importantes productores mundiales de res, con rebaños de ganado que alcanzan aproximadamente 215 millones de cabezas, un crecimiento de más del 30 por ciento desde 1990. Eso significa que el país más grande de Latinoamérica, con una población de 206 millones, tiene más ganado que gente.

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Aunque la economía de Brasil se encuentra inmersa en una larga depresión, los agronegocios han sido, en su mayoría, resilientes durante la crisis. La expansión de un circuito de rodeo en Brasil, con cientos de competencias rimbombantes a lo largo de la vasta provincia cada año, señala la importancia de la ganadería como un pilar de la economía.

Ahí es donde entra Lima, como vocero no oficial de los estados agropecuarios de Brasil.

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Si bien es desconocido para muchos residentes de las ciudades costeras, ha cobrado fama en el interior como un presentador de rodeo con un estilo llamativo, así como por su abierto apoyo a posturas socialmente conservadoras en un país que ha dado un giro hacia la derecha.

Entrevistado mientras tomaba cerveza de barril y consumía enormes cantidades de carne de res, Lima expresó sus posturas sobre diversos temas, incluyendo la religión (se dice un devoto católico romano que también frecuenta una iglesia evangélica), el rol de las mujeres en la sociedad (su opinión se ve reflejada en un video musical de una canción country que grabó en el que hace alarde de haber pagado por la cirugía plástica de una empleada doméstica) y el medioambiente.

“No me hagan hablar del Amazonas”, dijo Lima, refiriéndose a la enorme cuenca donde, según dicen las autoridades, la expansión de la frontera ganadera de Brasil ha llevado a la destrucción ilegal de grandes tramos de selva. “He sobrevolado el Amazonas a bordo de una avioneta, y todo lo que vi durante horas fueron árboles. Créeme, podemos deforestar mucho más si es necesario”.

La disposición de Lima a hablar públicamente de lo que muchos brasileños dicen en privado tal vez muestra un anhelo por atraer los reflectores.

Un viernes por la noche reciente en un rodeo de Goiânia, bailarinas con poca ropa elevaron los ánimos en la arena antes de que Lima apareciera en el escenario cuando se acercaba la medianoche; su llegada fue anunciada con fuegos artificiales, una máquina de hielo seco, cañones que descargaron confeti al aire y un baile en el que Lima se pavoneaba sin ningún pudor.

En un país donde, en años recientes, los activistas de los derechos de los animales han alzado más la voz, no todo el mundo aprecia la exaltación que hace Lima de las proezas de la agroindustria brasileña.

“Cuiabanno no es más que un bufón que divierte a la corte del rodeo dominada por ganaderos ricos y patrocinadores corporativos”, dijo Leandro Ferro, presidente de Odio el Rodeo, una organización sin fines de lucro en São Paulo que busca crear conciencia sobre la crueldad animal en los rodeos de Brasil.

Lima se irrita ante las críticas, argumentando que sus opositores no son realistas en cuanto a la importancia de la agricultura y la ganadería en la sociedad contemporánea. “No todo el mundo puede volverse orgánico ni comer hojitas en empaques bonitos y caros”, comentó. “El mundo necesita proteína animal y Brasil es su proveedor”.

En cuanto a los rodeos, Lima dijo que le complacía que se estuvieran convirtiendo en un enorme negocio con patrocinadores corporativos. Hizo notar con orgullo que los “caubóis” brasileños habían adquirido tantas habilidades en algunas competencias, tales como el jineteo profesional de toros, que se encontraban entre los que más dinero ganaban en Estados Unidos.

A pesar de defender dichas hazañas, así como su creciente protagonismo, Lima sostiene que las élites en las ciudades como São Paulo y Río prefieren ignorar las señales a su alrededor de que la cultura ganadera de Brasil, con sus valores conservadores, está cobrando importancia.

En la política brasileña, por ejemplo, un bloque poderoso que representa a los grandes terratenientes e intereses agrícolas a gran escala tiene una influencia considerable dentro del congreso. Y ha ganado popularidad un subgénero de la música country brasileña, llamado sertanejo universitário, que habla sobre las aspiraciones de la clase media con educación universitaria.

“Producimos la riqueza del país y, cada vez más, la cultura que consume la gente, pero el interior de Brasil sigue en el olvido”, dijo Lima. “Algo en esta ecuación no cuadra”.