En un cambio cultural, las mujeres en Silicon Valley describen francamente el acoso sexual

Sus historias van saliendo lentamente, hasta con indecisión, al principio. Después, con premura.

Una emprendedora narró cómo un capitalista de riesgo de Silicon Valley le hizo proposiciones sexuales cuando buscaba empleo con él, mismo que no consiguió tras haberlas rechazado. Otra mostró mensajes cada vez más sugerentes que había recibido de un inversionista en empresas emergentes. Y una directora general describió cómo había encarado diversos comentarios sexistas que hizo un inversionista durante la recaudación de dinero para su sitio web comunitario.

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Lo que sucedió después fue, a menudo, igual de perturbador, las mujeres le dijeron a “The New York Times”. Muchas veces, las entidades inversoras ignoraron o minimizaron lo que había sucedido cuando lo hicieron de su conocimiento. Decir algo, se les advirtió a las mujeres, podría conducir al ostracismo.

Ahora algunas de estas han decidido asumir el riesgo. Más de dos docenas de mujeres en el sector de las empresas emergentes en la tecnología hablaron con “The Times” en los últimos días sobre que fueron víctimas de acoso sexual. Diez de ellas nombraron a los inversionistas involucrados, con frecuencia proporcionando los mensajes y correos electrónicos de corroboración, y señalaron a capitalista de riesgo de alto perfil, como Chris Sacca de Lowercase Capital y Dave McClure de 500 Startups, quienes no disputaron las versiones.

Las revelaciones se produjeron después de que el sitio de noticias tecnológicas, The Information, reportó que un capitalista de riesgo, Justin Caldbeck de Binary Capital, asedió a emprendedoras. Los nuevos relatos subrayan cómo el acoso sexual en el ecosistema de las empresas emergentes tecnológicas va más allá de una sola compañía, es generalizado y está arraigado. Ahora, el hablar públicamente indica un cambio cultural en Silicon Valley, donde se había murmurado sobre tal comportamiento depredador, pero nunca se había expuesto.

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El sector tecnológico ha padecido de un desequilibrio de género desde hace mucho tiempo, y compañías como Google y Facebook han reconocido cuán pocas mujeres tienen en sus filas. Algunas ingenieras han empezado a hablar sobre el problema, incluida la ingeniera que estuvo en Uber y quien detalló un patrón de acoso sexual en la empresa, lo cual desencadenó investigaciones internas que llevaron a la renuncia de su director ejecutivo, Travis Kalanick, en junio.

Más recientemente, las revelaciones sobre Caldbeck de Binary Capital han desencadenado la indignación. Se ha acusado al inversionista de acosar sexualmente a las emprendedoras cuando estuvo trabajando en tres entidades de capital de riesgo distintas en los últimas siete años, con frecuencia durante las reuniones en las que las mujeres le estaban presentando sus compañías.

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Varios capitalistas de riesgo y tecnólogos de Silicon Valley, incluidos Reid Hoffman, un fundador de LinkedIn, condenaron el comportamiento de Caldbeck la semana pasada y llamaron a que los inversionistas firmen una “promesa de decencia”. Desde entonces, Binary se colapsó con la salida de Caldbeck de la firma y que algunos inversionistas retiraron su dinero.

La cadena de acontecimientos ha envalentonado a las mujeres para hablar públicamente sobre el trato que dijeron que han aguantado por parte de los inversionistas en tecnología.

“Las emprendedoras son una parte crítica del tejido de Silicon Valley”, notó Katrina Lake, una fundadora y directora ejecutiva de Stitch Fix, una empresa emergente de ropa, en línea, quien fue una de las mujeres a las que acosó Caldbeck. “Es importante exponer el tipo de comportamiento que se ha reportado en las últimas semanas, para que la comunidad pueda reconocer y abordar estos problemas”.

La experiencia de las mujeres ayuda a explicar por qué el ecosistema del capital de riesgo y las empresas emergentes – que apuntala al sector de la tecnología y ha generado compañías como Google, Facebook y Amazon – ha estado tan inclinado en términos de género.

La mayoría de los capitalistas de riesgo y los emprendedores son hombres, y las emprendedoras recibieron 1,500 millones de dólares en fondeo el año pasado, en comparación con 58,200 millones de dólares para los hombres, según datos de la firma PitchBook. Muchos inversionistas controlan un poder exagerado, ya que los emprendedores necesitan su dinero para convertir ideas e innovaciones en negocios. Y, debido a que el sector del capital riesgo opera con pocos requisitos de revelación, la gente ha guardado silencio sobre los inversionistas que cruzan la línea con las emprendedoras.

El abuso de poder de algunos capitalistas de riesgo salió a la luz en los últimos años. En el 2015, Ellen Pao llevó a juicio a su antiguo empleador, la prestigiosa entidad de capital riesgo Kleiner Perkins Caufield & Byers por alegatos de discriminación de género e hizo acusaciones de represalias profesionales después de haber rechazado avances sexuales. Pao perdió el caso, pero encendió un debate sobre si las mujeres en la tecnología deberían llamar públicamente a un trato igualitario.

“Que varias mujeres hayamos salido antes, incluidas Ellen Pao y yo, lo más probable es que hayamos pavimentado el camino y preparado al sector en cuanto a que estas cosas pasaron de verdad”, señaló Gesche Haas, una emprendedora que dijo que el inversionista Pavel Curda le hizo propuestas sexuales en el 2014. Desde entonces, Curda ya se disculpó.

Algunas de las emprendedoras que hablaron con “The Times”, dijeron que, a menudo, los inversionistas o asesores las tocaron sin permiso.

En una reunión tecnológica, en su mayor parte de hombres, en Las Vegas, en el 2009, Susan Wu, una emprendedora e inversionista, dijo que Sacca, un inversionista y ex ejecutivo de Google, sin que ella lo consintiera, le tocó el rostro en una forma que la hizo sentirse incómoda. Wu dijo que Caldbeck también le hizo proposiciones sexuales cuando estaban haciendo recaudaciones de fondos en el 2010 y se esforzó mucho para evitarlo después, cuando se cruzaban en el camino.

“Hay un desequilibrio de poder tan enorme que es frecuente que las mujeres en el sector terminen en situaciones angustiosas”, señaló Wu.

Después de que “The Times” contactó a Sacca, éste escribió en un blog el jueves: “Ahora entiendo que yo contribuí, personalmente, al problema. Lo lamento”. En una declaración a “The Times”, añadió que se sentía “agradecido con Susan y otras mujeres valientes que comparten sus historias. Tengo confianza en que el resultado de su coraje será el cambio tan esperado y será duradero”.

Muchas de las mujeres también dijeron que creen tener capacidad limitada para hacer retroceder el comportamiento inapropiado porque es frecuente que necesiten el fondeo, un empleo u otra ayuda.

En el 2014, Sarah Kunst, una emprendedora de 31 años de edad, dijo que habló sobre un posible empleo en 500 Startups, una incubadora de empresas emergentes en San Francisco. Durante el proceso de reclutamiento, McClure, un fundador e inversionista de esa compañía, le envió un mensaje por Facebook que, en una parte, decía: “Me estaba confundiendo al tratar de resolver si te contrataba o si te echaba los perros”.

Kunst, quien ahora maneja una empresa emergente para estar en forma, dijo que declinó el avance de McClure. Cuando, posteriormente, habló sobre el mensaje con uno de los colegas de él, 500 Startups terminó sus conversaciones con ella.

500 Startups dijo que McClure, quien no respondió a la solicitud para hacer comentarios, ya no estaba a cargo de las operaciones del día a día tras una investigación interna.

“Después de tener conocimiento de ocasiones en las que Dave tuvo un comportamiento inapropiado con las mujeres en la comunidad tecnológica, hemos estado haciendo cambios internamente”, dijo 500 Startups. “El reconoce que ha cometido errores y ha estado yendo a psicoterapia para trabajar en abordar los cambios en su comportamiento anterior inaceptable”.

Rachel Renock, la directora ejecutiva de Wethos, describió una situación similar en la que enfrentó comentarios sexistas mientras buscaba el financiamiento para su sitio comunitario en línea. Mientras sus socias y ella estaban recaudando dinero en marzo, un inversionista les dijo que deberían casarse por el dinero, que a él le gustaba cuando las mujeres contraatacaban porque él siempre ganaba, y que su presentación necesitaba tener fotografías más atractivas de ellas.

Aguantaron los comentarios, dijo Renock, porque “no podían imaginarse un mundo en el que 500,000 dólares ya no estuvieran sobre la mesa”. Renock declinó mencionar el nombre del inversionista. Wethos recaudó esa cantidad de dinero de otra persona y sigue buscando financiamiento.

Wendy Dent, de 43 años, cuya empresa, Cinemmerse, hace una aplicación para relojes inteligentes, dijo que Marc Canter, un asesor en empresas emergentes, le enviaba cada vez más mensajes insinuantes cuando estaba tratando de empezar su compañía en el 2014. Canter, quien había fundado una empres de programas informáticos en los 1980, que llegó a conocerse como Macromedia, en un principio, estuvo de acuerdo en ayudarla a encontrar a un cofundador. Sin embargo, al paso del tiempo, la naturaleza de sus mensajes se volvió sexual.

En uno, que revisó “The Times”, él escribió que ella era una “bruja que lanzaba un hechizo”. En otro, comentó sobre cómo se veía con un vestido azul y añadió: “¿Sabes en qué estoy pensando? En por qué te estoy enviando esto, en privado”.

Canter, en una entrevista, dijo que Dent “se acercó a mí con agresividad, solicitando ayuda”, y que ella había usado su sexualidad públicamente. El dijo que no le gustaron las ideas de ella y que por eso se comportó como lo hizo para hacer que se alejara.

A algunas emprendedoras se les pidió que no hablaran sobre el comportamiento que habían experimentado.

En una competición de empresas emergentes en el 2014, en San Francisco, Lisa Curtis, una emprendedora, presentó su compañía de alimentos, Kuli Kuli, y le dijeron que su idea había ganado la mayor cantidad de aplausos del público, lo que le abría puertas para posibles inversiones. Al bajar del escenario, un inversionista de nombre Jose de Dios, dijo: “Claro que ganaste. Eres toda una ricura”.

Curtis publicó después en Facebook sobre el intercambio y recibió una llamada de un inversionista distinto. Le dijo que “si no quitas la publicación, nadie en Silicon Valley me volvería a dar dinero”, contó ella. Curtis borró la publicación.

De Dios dijo en un boletín de prensa: “absolutamente, yo no hice una observación difamatoria”.

Es frecuente que el cambio solo se dé cuando hay alguna revelación pública, dijeron algunas de las mujeres. En el caso de Caldbeck y Binary, el inversionista y la empresa se han disculpado, al igual que el anterior empleador de Caldbeck, la empresa de capital de riesgo, Lightspeed Venture Partners, que había recibido quejas de él.

“Lamentamos que no tomamos medidas más fuertes”, dijo Lightspeed el martes en Twitter. “Ahora está claro que debimos haber hecho más”.

KATIE BENNER
© 2017 New York Times News Service