En crisis, industria de los casinos: Aieja

MONTERREY, N.L. (apro).- La industria de los juegos de apuestas en México está en crisis.

Luego del ataque incendiario al Casino Royale, ocurrido el 25 de agosto del 2011 en esta ciudad, los establecimientos fueron satanizados y las autoridades, por motivos políticos, emitieron leyes y reglamentos para dificultar su apertura, señala Miguel Ángel Ochoa Sánchez, presidente de la Asociación de Permisionarios de la Industria del Entretenimiento en México (Aieja).

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Antes de la masacre, perpetrada por integrantes del cártel de Los Zetas, que dejó 52 personas fallecidas, había en México 409 salas de operación de entretenimiento de apuestas. Ahora sólo hay unas 320, lo que representa una dramática caída para el negocio, dice.

La industria aportaba unos 200 mil empleos directos, en el tiempo de mayor auge. La cifra actual es de 160 mil.

La Aieja tiene una pugna con el Congreso de Nuevo León que busca imponer, en el paquete fiscal del 2017, un impuesto de hasta 10% sobre los ingresos de los casinos, con el argumento de que es necesario que los juegos de apuestas ayuden a la comunidad para crear un fondo municipal de seguridad.

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Por su parte, los empresarios buscan que el gravamen sea de 6%, pues una cifra mayor compromete su permanencia.

En territorio nuevoleonés, el juego va la baja. Antes del atentado al Royale, había 44 casinos abiertos. Después, 23 cerraron y ahora sólo quedan 21. Y más cortinas bajarán y más trabajadores quedarán desempleados si les aumentan la carga impositiva, asegura Ochoa Sánchez.

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Industria emproblemada

El líder de los casineros señala que el negocio de las casas de apuestas en el país está en crisis, aunque no en agonía. Pese a todo, las salas siguen llenas y cuando cierra una, los clientes se pasan a otra. La gente no deja de jugar y acude a divertirse.

Dos terceras partes de la clientela son personas de la tercera edad, mayormente mujeres. El dinero que pudieran gastar en ir al cine o salir a dar la vuelta, lo emplean para pasarse horas de entretenimiento saludable que no las lastima y que las hace felices, dice el dirigente de la Aieja.

Sin embargo, el incidente del Casino Royale marcó un hito en la historia de las apuestas. En la época de esplendor, Nuevo León era líder nacional, con 44 establecimientos que daban trabajo directo a unas 10 mil personas y 30 mil indirectos, recuerda Ochoa.

Tras el hecho cruento, se desencadenó una andanada legal, accionada por motivos políticos contra los casinos. Se detuvo el crecimiento de la década pasada, que parecía inexorable.

En el 2004, en tiempos de Vicente Fox, se habían regularizado todos los casinos del país. Entonces, en todo México había unos 20 establecimientos de apuesta que ni siquiera se les conocía como casinos, sino “bingos”. La certeza legal ocasionó que los hombres de negocios decidieran invertir en estas empresas, que superaron la cifra de 300 dispersos en el país, explica el dirigente.

Debido a que eran relativamente nuevas las reformas legales que permitieron el relanzamiento del negocio de las casas de apuestas, muchos municipios del país demoraron en la estandarización de sus códigos.

Cuando no existían permisos para que se instalaran casinos, entregaban autorizaciones de uso de suelo en forma de restaurantes, bares, videojuegos para que operaran los bingos.

Este atraso en la homologación generó problemas años después.

Al llegar Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República ocurrieron las únicas dos revocaciones de permisos en la historia de la industria en México: el de los consorcios Emex, de Juan José Rojas Cardona, y Megasport, de José Luis Espinosa.

La determinación provocó el cierre de numerosos casinos en el país, de los cuales unos 12 estaban en Nuevo León, explica. Suspendieron acciones los conocidos como Palmas, Win Pot, Cima, algunos de los cuales ya reabrieron amparados.

Luego vino otro golpe, con la alcaldesa panista Margarita Arellanes, de Monterrey, quien en el 2013 cerró en esta capital otros 12, porque las empresas carecían de permiso legal de uso de suelo, pues no tenían una precisa definición jurídica. Posteriormente, algunos cerraron y abrieron con otros nombres.

 

El nuevo negocio

Actualmente operan en Nuevo León 21 salas que generan cinco mil empleos directos. También proporciona 15 mil indirectos, debido a que aquí, como en todo el país, las empresas operan con firmas externas. Las máquinas las renta otra compañía, lo mismo que el software con el que funcionan.

La conectividad de las máquinas al Servicio de Administración Tributaria que las audita, las proporciona una empresa autorizada. De igual manera funcionan los servicios de comida, de valet parking y muchos otros que hacen que en una de estas empresas trabajen tres externos por cada uno de los empleados propios.

La mayoría de estas empresas proveedoras tienen como principales contratistas a un casino, por lo que si este cierra, la compañía también puede desaparecer, lo cual implica un problema social derivado.

Ochoa Sánchez conoce planes de empresarios que han obtenido amparos y que planean relanzar sus casinos. Sin embargo, por ahora permanecen expectantes, pues la situación política y social les hace percibir que el negocio de las apuestas está “demonizado” por la ciudadanía.

“Ya ganaron los amparos, pero no han abierto porque políticamente el ambiente está muy caliente. Seguramente abrirán el año que viene o en dos años, pero regresarán. Actualmente los casinos no son bien vistos y la opinión pública influyó mucho en los cierres”, asegura.

“Parece que en lugar de haber sido los culpables del ataque al Royale los delincuentes, los extorsionadores, las bandas, fueron los casinos. De víctimas pasamos a culpables. Por eso los políticos que promovieron leyes para prohibir casinos, se vieron bien”, dice.

El presidente de la Aieja recuerda el caso extremo de Coahuila, donde los hermanos Moreira, como gobernadores, cerraron todas las casas de apuesta. Actualmente, en ese estado, no hay actividad casinera.

Sin embargo, los coahuilenses siguen buscando el juego. Señala que actualmente, cada fin de semana salen de Saltillo camiones llenos de pasaje gratuito, patrocinados por los casinos que llevan personas a las casas de apuestas de Monterrey y hasta les dan refrigerio.

En Nuevo León pasó un efecto similar. Hubo clausuras, pero las apuestas continuaron. Pone el ejemplo del Caliente, en la avenida Gonzalitos, que fue clausurado por cuestiones de uso de suelo, la clientela se pasó a uno cercano, en la misma avenida, propiedad de Televisa, que no fue molestado por la autoridad, por el poder de la empresa, señala Ochoa.

Otros apostadores organizaron jugadas en sus casas, mayormente de cartas, en mesas sencillas, lo que implicó que dejaran de pagarse los correspondientes impuestos.

Un factor importante que incrementa la mala fama de los casinos son las películas de Hollywood, dice el representante de los empresarios, que presentan falsamente las casas de apuestas como centros de vicio, prostitución, lavado de dinero, delincuencia y perdición generalizada.

“Si haces una encuesta en la calle, la mitad de la gente va a decir que los casinos están mal y con la otra nos va medio en feria. Pero si vas a un casino, 95% va a decir que está bien, que se divierte y se entretiene. Claro, hay riesgo a la ludopatía, pero es el mismo riesgo de que una persona coma de más, o que en la cantina se pase de tragos, o que en el centro comercial gaste de más. El hombre tiene adicciones y no necesariamente porque vaya a un casino”, sostiene.

A nivel nacional, Baja California es líder en número de casinos, con 40. Le siguen, la Ciudad de México, Sonora, Estado de México y Nuevo León.