En la persecución de Boko Haram, se acusa al ejército nigeriano de masacrar a civiles

MAIDUGURI, Nigeria – Una carretilla le salvó la vida.

Tumbado sobre ella, Babagana sintió cada hoyo y se quejaba por el dolor de cuatro heridas de bala. Cubierta con la sangre de él, su esposa embarazada ayudó a llevarlo por el campo nigeriano hasta un hospital.

- Publicidad-

De alguna forma, Babagana sobrevivió al traslado en la ambulancia improvisada. Habían matado a tiros a más de 80 hombres de su aldea, contó, a los que se obligó a desnudarse del torso y acostarse bocabajo. Luego, los gatilleros incendiaron la pequeña aldea agrícola antes de irse a toda velocidad.

El ataque encaja en el patrón de conductas violentas de Boko Haram, la organización terrorista que ha matado a los pobres en esta región durante años. Sin embargo, Babagana y múltiples testigos del ataque en junio, así como de otro en otro día, en la aldea vecina, dicen que, en esta ocasión los radicales no fueron los responsables.

En cambio, dicen, la masacre la ejecutó el ejército nigeriano.

- Publicidad -

“Nos dijeron que estaban aquí para ayudarnos”, dijo una habitante, Falmata, de 20 años, y agregó que los soldados uniformados les gritaron a los aldeanos que señalaran a los miembros de Boko Haram entre ellos. Cuando no identificaron a nadie, empezaron los asesinatos, dijeron otros testigos y ella.

En los últimos meses, el ejército nigeriano ha hecho grandes progresos en su guerra contra Boko Haram, los islamistas, extremistas radicales, que aterrorizan al noreste nigeriano.

- Publicidad -

Sin embargo, las agresivas batidas del ejército para erradicar a los combatientes que quedan han cobrado un precio más allá del Boko Haram. Testigos están acusando a los soldados nigerianos de también matar a civiles desarmados.

Han surgido informes de masacres de civiles en las últimas semanas a medida que empiezan a resurgir las zonas que Boko Haram tenía aisladas.

El ejército nigeriano tiene un largo historial de abusos de los derechos humanos. En el 2013, los soldados incendiaron casas y abrieron fuego contra una aldea de Baga, matando a unas 200 personas, dijeron sobrevivientes. Los civiles se han quejado durante años de las detenciones arbitrarias, las torturas y los asesinatos cometidos por los soldados. Preocupados por tales abusos, el gobierno estadounidense detuvo la venta de helicópteros de ataque al Ejército nigeriano.

El presidente Muhammadu Buhari, un ex general elegido por sus promesas de derrotar a Boko Haram y desterrar la corrupción, prometió eliminar los abusos.

“Nos guían normas y nos guía nuestra transparencia en las operaciones”, dijo el general brigadier Rabe Abubakar, el director de información sobre la defensa del Ejército nigeriano. Negó que el ejército sea responsable de las masacres y sostuvo que los responsables podrían ser los insurgentes, “elementos criminales” o integrantes de cultos.

Muchos observadores le dan crédito al presidente por intensificar la campaña contra Boko Haram y dar pasos hacia la profesionalización del Ejército.

Los soldados se han metido en las selvas que han ocultado de tiempo atrás a los combatientes de Boko Haram. Se han liberado nuevas aldeas y reabierto importantes caminos. El ejército dice que ha dispersado a Boko Haram y han alentado a muchas de las casi dos millones de personas desplazadas por la violencia en Nigeria a que retornen a sus lugares de origen.

En algunas zonas, los soldados han atendido a los habitantes enfermos, han ayudado en la distribución de alimentos y reparado pozos. Aquí, en el estado de Borno, el centro de la batalla contra Boko Haram, un comandante hasta aseguró un proyector para ofrecer una noche de cine en un campamento para desplazados, donde se exhibieron caricaturas de “Tom y Jerry” y películas en dos idiomas locales.

Sin embargo, continúan los alegatos de abusos. El ejército ha detenido a infantes y niños durante semanas después de que sus familias han escapado del territorio de Boko Haram o que las liberaron. Se han establecido enormes centros de detención para las familias mientras se erradican a los civiles que se percibe tienen simpatías por Boko Haram. En enero, por equivocación, el ejército nigeriano bombardeó un campamento para desplazados y mató a por lo menos 90 civiles.

Trabajadores humanitarios de Naciones Unidas dijeron que han escuchado repetidas quejas por parte de los civiles en cuanto a que el ejército había estado evacuando aldeas e incendiándolas para que solo quedaran cenizas. En un vuelo en helicóptero sobre la zona, se vieron claramente los restos ennegrecidos de las pequeñas aldeas.

Los habitantes reconocen que Boko Haram había reclutado a combatientes en las aldeas muy pequeñas de la zona. Los extremistas también iban a un mercado ahí para obtener combustible y carne. En el verano, los soldados mataron a tres miembros de Boko Haram en Marte y capturaron a 11, y recuperaron granadas de mano y otras armas.

Unos días antes de las masacres en junio, dijeron testigos, los soldados y justicieros locales rodearon la aldea de Ngubdori, una pequeña comunidad agrícola en la zona. Juntaron a todos los habitantes, incluidos los que labran los campos, dijeron los testigos.

Se obliga a los hombres a quitarse la camisa, quizá para revelar cualquier arma que pudieran estar escondiendo. Estaban parados frente a los soldados con el torso desnudo, dijo Mallam, un joven de 25 años, quien obedeció.

Señalen a los miembros de Boko Haram entre ustedes, les dijeron los soldados a los habitantes, contaron los testigos. Los aldeanos replicaron que ninguno de ellos era insurgente.

“Les dijimos que a nosotros también nos atacaba Boko Haram de cuando en cuando”, contó Mallam, quien, como varios otros testigos solicitó que no se utilizara su apellido para protegerse de las represalias del ejército. “Pero no teníamos a dónde ir. Nuestras granjas estaban ahí, y todavía no habíamos cosechado. Nuestro ganado estaba ahí”.

En un momento dado, dos hombres salieron de sus casas. Los soldados les dispararon, dijeron los testigos. Otros siete hombres salieron de su casa y también les dispararon.

“Vimos a tantos que los mataron así”, dijo Mallam.

Luego, los soldados dirigieron sus armas hacia la muchedumbre, y abalearon a otros 13 hombres. Los soldados agarraron un recipiente con combustible, rociaron trapos y les prendieron fuego a todas las chozas de paja antes de marcharse.

“Separamos los cadáveres de quienes todavía no morían”, contó otra habitante, Zainaba, de 42 años, y añadió que perdió a seis familiares ese día. “Teníamos todo el cuerpo manchado de sangre”.

Unos cuatro días después, cayó un misil en la aldea cercana de Alamderi, que anunció la llegada de los soldados.

“Ese fue nuestro primer indicio de que se avecinaban los problemas”, dijo Babagana.

Un funcionario comunitario y él estaban afuera de la aldea cuando oyeron el misil seguido de balazos, contó. Ambos regresaron con los brazos en alto “para indicar nuestra lealtad”, dijo Babagana.

Sin embargo, al llegar, los soldados ya estaban incendiando las casas. Todos en la aldea tenían los brazos en alto.

“Bajen los brazos”, recordó Babagana que dijeron los soldados. “Estamos aquí para sacar a sus Boko Haram”.

Los soldados juntaron a las mujeres y los niños en un lado de la aldea y les dijeron que miraran atrás.

“Yo les mostraré quién es Boko Haram”, recordó Babagana que dijo un soldado antes de escoger a los hombres entre la multitud y dispararles. “Les vuelvo a preguntar. ¿Quién es Boko Haram?”.

El grupo les rogó a los soldados, dijeron los testigos. Los soldados hicieron que los hombres se acostaran boca abajo en el suelo. Empezaron a disparar.

Maryam, de 20 años, contó que corrió llorando hasta su esposo Babagana. Otros cavaron tumbas superficiales. Se apilaron los cadáveres, muchos con heridas de bala en la cabeza, pero Babagana seguía respirando. Maryam lo levantó contra la pared.

“Yo estaba rezando por él”, dijo ella. Pasó una hora antes de que Babagana abriera los ojos. Recuperaba y perdía la conciencia constantemente.

Llegaron aldeanos vecinos una vez que se detuvieron los balazos. Varios se turnaron para empujar a Babagana durante horas, hasta que convencieron al chofer de un vehículo que los llevara a un hospital. La historia clínica confirmó las cuatro heridas de bala.

“Todos teníamos manchas de su sangre”, dijo Maryam.

La pareja, junto con otros testigos entrevistados, viven ahora en uno de los campos para desplazados más escuálidos de Maiduguri, la ciudad más grande en el estado, donde está activa Boko Haram.

Dionne Searcey
© 2017 New York Times News Service