En Zimbabue, una primera dama ejerce su poder

MASVINGO, Zimbabue ⎯ La exhibición de poder de la primera dama de Zimbabue fue tácita, aunque clara, durante el congreso anual del partido gobernante, cuando enfocó su discurso en nuevas insignias partidistas que incluyen una imagen de su país en forma de taza de té.

“Todos bebemos de la taza de té”, dijo Grace Mugabe, la primera dama, al explicar que ella misma había diseñado las insignias.

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No sorprendentemente, a la mañana siguiente en Masvingo, la pequeña localidad en el sur de Zimbabue donde se celebró recientemente el congreso del Frente Patriótico-Unidad Nacional Africana de Zimbabue (ZANU-PF, por su sigla en inglés), el partido del presidente Robert Mugabe, casi todos los funcionarios usaron prendas adornadas con el diseño de taza de té de Grace Mugabe.

Grace Mugabe ⎯ conocida en mayor medida por sus derrochadores viajes de compras al extranjero hasta que entró en la política hace apenas dos años ⎯ ha surgido como uno de los actores principales en la fiera maniobra para suceder a Robert Mugabe que ha envuelto a Zimbabue en el último año, conforme la declinación visible del presidente presagia el fin de una era.

Ella es, para muchas personas, el poder real detrás del trono, prometiendo mantener a su esposo en el poder hasta su muerte mientras consolida su propio apoyo. Dijo a sus simpatizantes recientemente que ella era “ya la presidenta”, planeando y haciendo todo con su marido.

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Los signos de la creciente estatura de Grace Mugabe son inequívocos. En el escenario durante el congreso del partido, se sentó más cerca de su esposo, quien, a un par de meses de cumplir los 93 años de edad, dormitó durante la mayoría de los discursos. Los líderes del partido invariablemente la elogiaron también ⎯ “¡Adelante con el presidente Mugabe! ¡Adelante con la doctora Amai Grace Mugabe!” ⎯ antes que a otros oficialmente más alto en la jerarquía partidista. Un coro que habitualmente entona elogios al presidente compuso una canción para la primera dama por primera vez.

“Nos complace seguir a la señora Mugabe, una madre que tiene amor, madre de la nación, la que atiende a los huérfanos”, cantó el Coro Mbare Chimurenga en su nueva canción, “Siguiendo a la madre Mugabe”.

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Aunque visiblemente dormido durante la mayor parte del congreso, Robert Mugabe, el jefe de estado más anciano del mundo y el único líder que Zimbabue ha conocido desde su independencia en 1980, fue seleccionado como candidato de su partido para la elección presidencial de 2018. Tendría 94 años para entonces y, si ganara, 99 al terminar su mandato.

En el congreso, Robert Mugabe pareció cada vez más dependiente de su esposa, quien tiene 51 años de edad. Cuando un mesero que llevaba bolsas de papas fritas en una charola plateada sobresaltó al presidente, la primera dama tomó una bolsa, de la cual su esposo luego lentamente tomó una fritura tras otra. En una ceremonia para plantar un árbol, un presidente al parecer confuso siguió golpeando un montículo de tierra con su papa hasta que la primera dama intervino ⎯ “cielo”, le llamó ⎯ tomando ella misma la pala.

No está claro si el poder de la primera dama sobrevivirá a la muerte de su esposo. Se dice que ella encabeza una de las dos facciones rivales dentro del ZANU-PF, ¿pero es su lideresa, o solo un títere útil para veteranos sobrevivientes de la política zimbabuense? Después de que su esposo muera, ¿saltará ella a un avión con destino a Dubái u otra parte de Asia, donde ella y sus hijos han establecido casas? Se piensa que los Mugabe tienen más de mil millones de dólares invertidos fuera de Zimbabue, según un cable diplomático estadounidense divulgado por WikiLeaks.

Pero si tiene éxito en aferrarse al poder, muy probablemente sería una continuación del gobierno de su esposo. Se piensa que los cambios críticos para revivir a la derrumbada economía de Zimbabue, incluida la reforma agraria, son políticamente imposibles bajo el mandato de Robert Mugabe y seguirían siéndolo bajo uno de Grace Mugabe, cuya legitimidad deriva del legado de su esposo. Su elevación también pudiera intensificar las tensiones en la pequeña clase política de Zimbabue molestando a los lugartenientes de Robert Mugabe, muchos de los cuales han estado esperando por décadas su oportunidad de asumir el poder.

Confiados en su control del poder, los Mugabe salieron de Zimbabue unos días después de que terminó el congreso a mediados de diciembre para sus extendidas vacaciones anuales en Asia, donde se piensa que Robert Mugabe ha recibido atención médica en Singapur y Malasia, y donde la familia presidencial posee propiedades en Hong Kong.

Grace Mugabe partió para sus vacaciones más recientes aun cuando estaba inmersa en una disputa con un vendedor de diamantes libanés por un anillo de 1.35 millones de dólares. Según un documento judicial, ella ordenó el diamante al comerciante; giró el pago desde un banco en Harare, la capital de Zimbabue; luego canceló la compra después de que el diamante había sido preparado. Demandó que el comerciante le reembolsara el dinero a una cuenta bancaria en Dubái, según el documento judicial.

El comerciante, Jamal Ahmed, dijo que se había negado a transferir el dinero a Dubái porque sería considerado lavado de dinero, pero aceptó reembolsar a la primera dama en abonos, según una declaración jurada presentada ante el Tribunal Supremo de Zimbabue. Hombres asociados con Grace Mugabe y su hijo de un matrimonio anterior subsecuentemente embargaron y ocuparon tres de las propiedades del comerciante en Harare.

Wilson Manase, el abogado de Grace Mugabe, no regresó llamadas y mensajes en su teléfono celular.

La primera dama había seleccionado el diamante como el regalo de parte de su esposo para ella por su vigésimo aniversario de bodas.

El presidente y Grace Mugabe se relacionaron cuando ella trabajaba como mecanógrafa en el grupo secretarial del mandatario. La primera esposa del presidente ⎯ Sally, un personaje muy amado en Zimbabue aunque era originaria de Ghana ⎯ estaba terminalmente enferma en ese entonces y aprobó el romance, según ha dicho Robert Mugabe en el pasado.

Para algunos que han conocido a Robert Mugabe por mucho tiempo, el matrimonio con Grace cambió las prioridades del presidente.

“Mugabe cambió automáticamente; fue muy drástico”, dijo Margaret Dongo, ex funcionaria del ZANU-PF ahora en la oposición, y añadió que el presidente nunca había mostrado interés en el dinero antes de su segundo matrimonio. “Pero Grace supo que era el momento de hacerse de dinero. Cualquier cosa que hiciera, se aseguraba de beneficiarse lo más posible”.

Grace Mugabe ha operado una gran industria lechera desde una granja que posee y confiscó granjas anteriormente propiedad de blancos a funcionarios del ZANU-PF para su propia familia. Según cables diplomáticos estadounidenses divulgados por WikiLeaks, ella se involucró en la extracción ilegal de diamantes en el este de Zimbabue. También se involucró en muchos proyectos de construcción comerciales y residenciales, eligiendo contratar a empresas constructoras sudcoreanas.

En 2007, en una evaluación de la primera dama, el agregado político en la embajada de Estados Unidos en Harare escribió que “el interés personal principal de Grace parecer ser ir de compras”.

“Creemos que Grace tiene poca o ninguna influencia política sobre su esposo”, escribió el agregado.

Pero dos años después, Gunnar Foreland, un embajador noruego con experiencia en África, advirtió a su contraparte estadounidense que no subestimara la influencia de Grace Mugabe sobre su esposo.

“Ella actúa como una especie de portera, a menudo controlando quién lo ve, y qué información recibe”, señaló el embajador.

Grace Mugabe entró formalmente en la política en 2014, convirtiéndose en lideresa de la liga femenil del ZANU-PF. Se le concedió un doctorado después de solo dos meses en la Universidad de Zimbabue. Sus simpatizantes se han involucrado en el tipo de creación de un mito que había sido reservado al presidente, a quien a menudo se le describe caminando sobre el agua y en otros términos de inspiración cristiana.

Namatirai Chivhanga, una destacada funcionaria de la liga femenil, dijo que el amoroso abrazo de la primera dama a los huérfanos del país era tan conmovedor que uno no podía evitar llorar.

“De alguna manera ella está poniendo un pañal y todos los niños la llaman mamá, mamá”, dijo Chivhanga, una delegada en el congreso, y añadió que ella había visto a Grace Mugabe cambiar personalmente los pañales de muchos huérfanos. “Es asombroso”.

La primera dama también se ha asegurado sistemáticamente el apoyo usando su riqueza o su acceso a los fondos estatales.

“Nos dio miles y miles de gallinas en todas las provincias”, dijo Angeline Muchemeyi, presidenta de la liga femenil en la provincia occidental de Mashonaland. “Y los vehículos nuevos; recibimos Ford Rangers. Ella es buena, es muy buena con nosotros, esa dama”.

Grace Mugabe ha tratado a los potenciales rivales sin misericordia. Expulsó del ZANU-PF a una vicepresidenta y heroína de guerra, Joice Mujuru, acusándola de involucrarse en traición, practicar la brujería y usar faldas cortas. También inició un fiero ataque contra otro vicepresidente y líder de una facción rival, Emmerson Mnangagwa.

Simpatizantes de Mnangagwa dijeron que Grace Mugabe estaba siendo usada por políticos más experimentados para socavar a su candidato.

“Ella es blanda e inexperta”, dijo Douglas Mahiya, vocero de la Asociación de Veteranos de la Guerra de Liberación Nacional, que apoya a Mnangagwa. “Aun cuando se convierta en presidenta, será más fácil que estas personas la desplacen y se apoderen de la presidencia”.

Norimitsu Onishi
© 2017 New York Times News Service