Más de 20 presas en México están operando por debajo del 10% de su capacidad, lo que representa un riesgo para el suministro efectivo de agua.
La disminución en el nivel de muchas presas en México, que se encuentra igual o por debajo del 50% de su capacidad, plantea preocupaciones no solo sobre el suministro de agua, sino también sobre la salud de la población.
Desde que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) alertó sobre los bajos niveles de agua en el país, ha surgido una preocupación generalizada sobre los posibles riesgos para la vida cotidiana de las personas. Como medida de gestión de este recurso natural, las autoridades han implementado recortes periódicos en el servicio de agua.
En este contexto, el gobierno monitorea constantemente el nivel de abastecimiento y llenado de las presas en todo el país. Se ha observado que más de la mitad de estas presas se encuentran igual o por debajo del 50% de su capacidad, y hasta que las lluvias no lleguen, se estima que habrá poco más de 140 días de suministro de agua en el Sistema Cutzamala, el principal proveedor de agua para la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).
La escasez de agua puede conducir a condiciones adversas para la salud humana por dos razones principales: el bajo consumo de agua potable puede provocar enfermedades individuales, y el aprovechamiento de aguas estancadas puede aumentar el riesgo de contraer otras enfermedades.
Las consecuencias de no consumir suficiente agua incluyen piel seca, estreñimiento, calambres, fatiga, confusión, dolores de cabeza, hipertensión y problemas renales. Es importante destacar que si la falta de consumo de agua persiste, estos problemas pueden empeorar, especialmente para aquellos con afecciones cardíacas y renales, y la exposición prolongada a altas temperaturas podría resultar en golpes de calor y deshidratación, incluso la muerte.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el clima y la infraestructura son los principales desafíos para garantizar el acceso al agua potable en comunidades y asentamientos humanos. Recomiendan mantener un mantenimiento constante y mejorar la infraestructura de los sistemas de suministro de agua para evitar enfermedades asociadas con la falta de acceso al agua limpia.
La contaminación del agua puede exponer a las personas a enfermedades causadas por hongos o bacterias. En lugares con infraestructura hídrica deficiente, como en algunos países del sur global, es común que los asentamientos humanos reciban agua de mala calidad durante las sequías. Esto puede provocar enfermedades como el cólera y la diarrea, especialmente entre niños y personas mayores.
Actualmente, más de 20 presas en México están operando por debajo del 10% de su capacidad, lo que representa un riesgo para el suministro efectivo de agua. Esta situación se concentra especialmente en el noroeste de México, en los estados de Chihuahua, Durango y Sonora, lo que subraya la importancia de que las autoridades presten atención a la salud de la población y tomen medidas para prevenir la deshidratación y las enfermedades asociadas con la escasez de agua.
Con información de El Heraldo de México