‘Ese Ignorante’: Dos académicos franceses del Islam radical se convierten en rivales

© 2016 New York Times News Service

PARÍS – Lo que impulsa el terrorismo y ataques islamistas en contra de Francia es más que un debate académico: la respuesta moldea la estrategia con miras a mitigar la amenaza.

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Así que no es una cuestión inconsecuente en una cultura bajo ataque, y misma que valora tanto sus debates intelectuales, que los dos académicos prominentes de Francia en el islam radical – ex amigos – se han convertido en acérrimos rivales en torno a sus perspectivas divergentes.

“Hombre loco”, “maleante”, “analfabeto”, “paranoico”, “animal”, “no pensante”… estos son solo algunos de los insultos más selectos que ambos hombres se han lanzado mutuamente en un altercado peculiarmente personal con mucho más en juego, que ha reverberado a lo largo de los medios noticiosos y la sociedad de Francia durante meses.

Los dos distinguidos académicos, Olivier Roy y Gilles Kepel, tienen largas listas de libros bajo su nombre, y años de trabajo de campo en Oriente Medio, Asia Central y los agobiados suburbios franceses. Ambos son consultados con impaciencia por los medios informativos y funcionarios gubernamentales de Francia.

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Pero, con Francia al borde y aún como objetivo de ataques terroristas, sus análisis en colisión de los orígenes, desarrollo y futuro del yihadismo han surgido de círculos académicos para presentar una importante pregunta a Francia y toda Europa: ¿Cuál de los hombres tiene la llave para entender el fenómeno?

Kepel, de 61 años de edad, profesor en Ciencias Po, el prestigioso instituto de ciencias políticas, encuentra buena parte de la respuesta dentro de Francia – en sus suburbios y su disfuncional sociología – y en el papel del islam, enojando a muchos en la izquierda.

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Roy, de 66 años de edad, quien como barbado hombre joven recorrió Afganistán con los muyahidines en los años 80 y ahora enseña en el Instituto de la Universidad Europea en Florencia, Italia, da mayor énfasis a la conducta y psicología individuales en un yihadismo que él considera estrictamente marginal para el islam.

Kepel ve a los individuos como dientes en un sistema; parte de una tradición estructuralista clásicamente francesa, que resta importancia al papel de la agencia humana individual.

Roy, por otra parte, ve mayormente a personas en aprietos en las filas yihadistas que interpretan sus fantasías de violencia y crueldad.

Los terroristas que han llevado a cabo ataques en fechas recientes eran en su mayoría hombres jóvenes y marginados, así como delincuentes menores, dice, agregando que ellos han utilizado el islam como un pretexto para ir en pos de violencia extrema.

“No han tenido un pasado militante”, dijo Roy sobre muchos de estos terroristas, en una entrevista telefónica. El problema que ellos representan, dice, es la “islamización del radicalismo”.

Es una frase distintiva que enfurece a Kepel, quien se inclina hacia su opuesto: la radicalización del islam.

“Ese ignorante”, gruñó Kepel en una entrevista este mes en su oficina repleta de libros, ofreciendo algunas bromas selectas sobre la falta de árabe de quien fue su amigo en otra época.

Kepel testificó para un influyente informe parlamentario de 2015, escribió un libro entre los más vendidos sobre terrorismo después de los ataques en París en noviembre, y ha sido omnipresente en estudios de radio y televisión.

“En el ministerio, me dicen, ‘Vi a Kepel ayer'”, dijo Roy, quien, en sí, es uno de los favoritos de los medios informativos predominantes que tienden a la izquierda en el país. Sus argumentos, cuando menos por el momento, al parecer están ganando en círculos gubernamentales.

A medida que los acomodos se han intensificado en círculos oficiales, lo mismo ha ocurrido con la riña de los viejos amigos.

Actualmente no se soportan mutuamente y, con la pasión que tipifica peleas intelectuales en un pasado donde nada cercano a la guerra es más serio, ellos descartan con desprecio las perspectivas de cada cual.

“El rey está desnudo”, leía el encabezado del ataque de Kepel contra Roy esta primavera en el diario Libération,en un juego de palabras francés sobre el nombre de Roy.

A su vez, aunque reconoció una larga y ahora rota amistad, Roy ahora ofrece su propia crítica no muy amigable de Kepel como algo similar a un intelectual ermitaño.

“Fuimos amigos durante 20 años”, dijo Roy en la entrevista. “Viajé con él en Estambul. Sin embargo, quedé asombrado ante su incapacidad para hablar con cualquier persona”.

“Él es sincero de la forma que lo es un loco”, agregó. “Él no es un pensador. Él no es un filósofo”.

El debate francés tiene ecos de crítica republicana en los Estados Unidos del Presidente Barack Obama por su renuencia a usar la palabra islam en conexión con terrorismo.

Pero, como ocurre con frecuencia en la Francia contemporánea, el corazón de la disputa aquí es un desacuerdo con respecto a la relación del país con el islam.

Roy ve una población musulmana que está relativamente bien integrada.

Pero, para Kepel, el yihadismo asesino que atacó Francia en 2015 es la expresión de una radicalización islamista a fuego lento que tomó forma a lo largo de décadas, debido al fracaso de la integración.

El año 2005 es una línea divisoria para Kepel. Tras disturbios en los suburbios de París ese año, jóvenes musulmanes sintieron “la necesidad de disociarse de Francia, y dejarla”, escribió en su libro “Terreur dans l’Hexagone”, que apareció poco después de los ataques de París en noviembre y vendió decenas de miles de copias a un público ansioso de explicaciones.

Kepel se refiere a esto como la tercera generación del islam en Francia, tras una primera generación de inmigración y una segunda de agitación política insatisfecha.

En 2005, dijo Kepel, apareció un texto en línea que fundó lo que él llama la tercera generación de yihadismo en el extranjero.

Este texto de 1,600 páginas – “Apelación a la resistencia islámica global”, de un ingeniero nacido en Siria, Abu Musab al-Suri – se pronuncia por “guerra civil en Europa” fomentada por jóvenes musulmanes “no-integrados”.

Para Kepel, este fue el guión para las atrocidades de los yihadistas de Estado Islámico que han atormentado a Francia.

“Si se quiere entender su funcionamiento, hay que entender sus antecedentes”, dijo Kepel. “Es necesario entender los recursos intelectuales del salafismo”, agregó, refiriéndose al movimiento ultraconservador, a veces de militancia, en el islam.

Sin embargo, Roy desdeña lo que ve como la dependencia casi obsesiva de su rival en el texto de Suri, funcionario de Al Qaeda en otra época que rompió con Osama bin Laden. “A nadie le interesa al-Suri”, dijo Roy. “Es absurdo”.

Cuando Kepel “habla de una ‘tercera generación en 2005’, eso es falso”, dijo Roy. “Es exactamente el mismo perfil que en la segunda generación: delincuencia menor”.

“No hay prueba alguna que muestre que los hombres jóvenes vayan del salafismo al terrorismo”, dijo Roy, destacando que el planeador de los ataques de París en noviembre, Abdelhamid Abaaoud, comía McDonald’s, lo cual no es halal. “Ninguno de los terroristas era salafista”.

“Ellos están en los extremos”, dijo Roy sobre la reciente ola de terroristas. “Tienen trayectorias profundamente individuales”.

Comentaristas galos han evitado elegir bandos en esta lucha, aunque el enfoque más frío de Kepel ha encontrado por lo general menos simpatía.

“La islamización del radicalismo – esto es más una intuición – pero es una intención humanista”, dijo Leyla Dakhli, investigadora en el instituto de investigación CRNS, en una entrevista.

“Es una hipótesis que tiene el mérito de no aislar al mundo musulmán”, dijo Dakhli, quien analizó la riña hace poco en la revista Revue du Crieur.

Otros consideran que los dos puntos de vista no son mutuamente excluyentes. Sin embargo, hay pocas probabilidades de que ambos hombres se reconcilien y escriban juntos un libro, en la gran tradición francesa.

“Él me insultó”, dijo Roy. “Es inaceptable. Él me ha estado insultando durante seis meses, en todas las conferencias. Ha estado librando una campaña personal. Eso es totalmente inaceptable”.

Adam Nossiter
© The New York Times 2016