¿Es EU tan grande como lo son los atletas estadounidenses?

© 2016 New York Times News Service

El pesimismo ha teñido esta campaña electoral. Estados Unidos está en deterioro. El país está yendo por el camino equivocado. Nos están dando una paliza en acuerdos mundiales de comercio. Seguimos sufriendo por la humillación de Irak.

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El porcentaje de estadounidenses que informa que la democracia es un sistema de gobierno “bastante malo” o “muy malo” está creciendo marcadamente. Una cuarta parte de los estadounidenses jóvenes se siente así, con base en datos extraídos del Sondeo de Valores Mundiales. La mayoría de los estadounidenses jóvenes cree que Estados Unidos debería mantenerse fuera de asuntos mundiales, con base en un informe del Consejo de Chicago sobre Asuntos Globales.

Sin embargo, cuando se ve las Olimpiadas, no parecemos un país triste en declive terminal. En cualquier caso, la cobertura se pone un poco aburrida… ¡porque siempre estamos ganando! Además, los ganadores tienen unas historias y tipos de personalidad asombrosamente estadounidenses (Biles, Ledecky y, sí, Lochte).

El desempeño olímpico de EU ha sido de asombrosa consistencia durante las décadas recientes. Con raras excepciones, se puede contar con que ganemos entre 101 y 110 medallas olimpiada tras olimpiada. La selección de 2016 parece en camino a ganar cuando menos esa cantidad.

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No somos magníficos cuando se miden las medallas por cabeza (Nueva Zelanda, Dinamarca, Hungría, Australia y Gran Bretaña son los grandes ganadores ahí), pero Estados Unidos sí tiene más medallas que cualquier otro país en la historia, y esa delantera está creciendo.

Lo que es más, Estados Unidos no gana porque tengamos mejores atletas (el talento debe distribuirse equitativamente). A Estados Unidos le va bien porque tiene sistemas realmente magníficos para preparar a los atletas. Las medallas son ganadas por instituciones tanto como por individuos. Los alemanes tienen un gran sistema para entrenar a kayakistas, jinetes y lanzadores, el disco o la jabalina. Estados Unidos tiene asombrosas instituciones para preparar a saltadores, nadadores, jugadores de baloncesto, gimnastas, corredores y decatletas.

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La gran pregunta es: ¿Es reflejo la grandeza de las instituciones deportivas de EU de las fuertes instituciones del país en general, o es más parecido a la grandeza deportiva de la Unión Soviética, un espectáculo Potemkin enmascarando la descomposición nacional?

Bien, si se da un paso fuera del humor sombrío de la furiosa retorica de campaña, se ve que las instituciones de Estados Unidos son bastante fuertes por lo general. A lo largo de las últimas décadas, algunos países en desarrollo, como Brasil, India y China, presentaron deslumbrantes números de crecimiento económico. Sin embargo, esos países están siendo frustrados actualmente por la debilidad institucional y el crecimiento se está desplomando.

Sin embargo, el éxito económico de Estados Unidos es como nuestro éxito olímpico, expresado de forma mayor. Las complicaciones de la nación saltan a la vista, pero nuestro país tiene aspectos fundamentales firmes. El dólar estadounidense es, por mucho, la divisa del mundo. La Administración de Alimentos y Fármacos, la FDA, es el indicador para estándares médicos. El sistema estadounidense de patentes es el de mayor importancia en el mundo.

Nueve de las 10 marcas más valiosas de Forbes son estadounidenses (Apple, Google, IBM, y así por el estilo). Estados Unidos es el principal productor de energía. Tenemos 15 (¡cuando menos!) de las 20 universidades principales del mundo, en tanto Hollywood es tan dominante como siempre.

Estados Unidos también es bastante bueno para el cambio. La edad media en EU es 37.8 años, comparado con 46.5 tanto para Alemania como para Japón. Mientras más nueva sea una tecnología, mayores probabilidades de que EU la domine; ya sea la nube o la economía de compartición. Con base en The Economist, 91 por ciento de las búsquedas en línea se hacen a través de servicios de empresas estadounidenses, y 99 por ciento de los teléfonos inteligentes funcionan con sistemas operativos hechos por estadounidenses.

Algunas industrias estadounidenses han declinado, pero otra están subiendo administradores de fondos estadounidenses manejan 55 por ciento de los activos del mundo. Negocios estadounidenses son anfitriones de 61 por ciento de los usuarios de medios sociales en el mundo.

En el circuito de campaña, el comercio global es presentado como un gran desastre nacional. ¡Estamos siendo destruidos por extranjeros! La Sociedad Transpacífica fue el coco central y dominante en la Convención Nacional Demócrata, particularmente entre personas que no tienen idea alguna de qué hay en eso.

De hecho, Estados Unidos tiene éxito en comercio global casi tanto como en la Olimpiada. Calificamos en tercer lugar, detrás de Suiza y Singapur, en competitivas clasificaciones globales por parte del Foro Mundial de Economía. Cuando el comercio es destruido por acuerdos internacionales, empresas estadounidenses lo aprovechan y ganan clientes.

Como notó Robert B. Zoellick en fecha reciente en el The Wall Street Journal, en los primeros cinco años después de que EU ha concluido acuerdos de libre comercio las exportaciones del país a esos lugares han subido tres veces más rápidamente que el crecimiento general de exportación.

A lo largo de los últimos cinco años, escribió Zoellick, EU ha presentado un superávit comercial de 320,000 millones de dólares en bienes manufacturados con sus socios de libre comercio. Los agricultores y ganaderos del país impulsaron las exportaciones hacia socios de libre comercio en 130 por ciento entre 2003 y 2013.

En una forma importante, los deportes no son como la economía. En Río solo hay tres medallas en cada evento. El comercio global no es suma cero. Disemina vastos beneficios a través de sociedades, al tiempo que lastima innegablemente a algunos negocios en campos estrechos sobre la marcha.

Por supuesto, tenemos que cuidar a aquellos que están heridos, pero la mayor amenaza actualmente es en sí el pesimismo sin méritos, y las estúpidas y medrosas decisiones que fluyen inevitablemente de ahí.

David Brooks
© The New York Times 2016